En el curso de primavera de 2009 "Las
Claves del Románico" (que va ya por su décima edición)
tuve la fortuna de conocer personalmente al profesor Francisco
Prado-Vilar cuyo magnífico trabajo "Saevum
facinus" recomendado por la profesora Dulce
Ocón puse a disposición de todo el mundo desde
mi web. En el transcurso de nuestra conversación
me hizo notar que "hay un capitel de Jaca, espléndido
que no está en tu web" acerca del cual está
preparando un artículo. Lo definió como "el capitel del
sátiro" y me indicó su ubicación: bajo la mesa
del altar del ábside sur en la cara que mira a la pared "probablemente
para ocultarlo a causa de lo allí mostrado".
Con ese acicate, os podéis imaginar
los que me vais conociendo que el primer día tras el regreso del
curso de Aguilar (día que me había pedido de fiesta para descansar del viaje)
mi descanso consistió en pasar un par de horas en cuclillas bajo
el altar sur de Jaca. Aún tengo agujetas, pero todo lo doy por bien
empleado. Sin lugar a dudas es la más bella
escultura de desnudo que he contemplado en el arte del románico pleno.
Es habitual aludir al "capitel del canon" (El
sacrificio de Isaac en la portada sur de Jaca) para ensalzar
la escultura clásica traslocada al periodo románico, pero
este sátiro lo supera con creces. El cuidadoso tratamiento anatómico
de su espalda y nalgas con un escorzo pleno de vida, movilidad y volúmenes
mórbidos notablemente separados de la cesta del capitel lo hacen excepcional. Comprenderéis ahora que pasase allí
un par de horas de las cuales prácticamente la mitad la dediqué
a este sátiro jaqués.
La posición del capitel es inadecuada
para su contemplación, puesto que fue diseñado como capitel
de claustro para ser visto desde abajo hacia arriba. Claro que dado que
se ha colocado allí para "censurarlo", es comprensible. Así que tuve que poner a prueba todos
mis recursos para lograr tomas de abajo a arriba a base de invertir el vástago
del trípode y colocar la cámara cabeza abajo pegadita al suelo...
Y además recurrir a mi inseparable linternita de bolsillo para "dibujar
con luz" ("foto-grafiar") al juguetón sátiro
a fin de revelar sus delicados relieves anatómicos que el escultor
supo genialmente hacer brotar de la piedra.
El capitel tiene sus cuatro caras esculpidas
puesto que es un capitel de claustro. Su lugar de origen, como el de los
que podemos disfrutar en la Lonja
Chica ante la portada sur de la catedral o el magnífico capitel
mostrado en la iglesia
de Santiago, fue el desaparecido claustro original de la catedral de
Jaca. El estilo revela la mano del Maestro Esteban,
autor del mencionado capitel de la iglesia de Santiago entre otros. Los
detalles de la delicada decoración, las volutas o las caras y ojos
de las figuras los relacionan de modo claro. (Tiempo después, el prof. Prado Vilar ha definido su autoría señalando a un "maestro del sátiro", específico para ambas piezas).
En la imagen alargada sobre estas líneas
muestro las cuatro caras del capitel. Cliqueando sobre cada una de ellas
se abrirá a mayor resolución
Los diferentes ángulos de iluminación
de esta figura de aspecto clásico ponen de manifiesto los detalles
de la misma y cuando bajando la cámara al suelo se observa como su
autor deseaba que lo hiciesen quienes paseasen por el claustro, la admiración
por su genialidad deja paso a la sorpresa sin solución de continuidad
al comprender que el efebo que levanta la cabeza al cielo en un extraño
escorzo lo hace para poder maniobrar su "rabito" vuelto hacia
atrás entre sus muslos... Asombro absoluto. No me atrevo siquiera
a intentar una aproximación al simbolismo del capitel. Espero al
trabajo del profesor Prado-Vilar al que ya le envié las imágenes
para que él con su mejor criterio nos siga sorprendiendo al hilo
de esta escena.
Bajo estas líneas muestro detalles
de las diversas caras de este magnífico y desconocido capitel, insistiendo
en apreciar los detalles, como el de la labra de los ojos de la carita del
extremo, idéntica a la forma de hacerlo en el capitel de la iglesia
de Santiago.
Hasta aquí hemos visto el sorprendente
capitel del lado sur del altar. Veremos ahora el situado al extremo norte
del mismo en la imagen alargada bajo estas líneas. De igual modo
que antes, cliqueando sobre cada cara la podréis ver ampliada. Es capitel de semejante forma y volumen,
también del claustro, pero sin duda la calidad técnica del
escultor difiere del genial capitel mostrado antes.
Y por fin, hay un tercer capitel más
deteriorado bajo la mesa y adosado al pilar que da apeo al capitel de Nájera
y a la imagen de la Virgen del Pilar. En el mismo se muestra una escena
de la Epifanía que me evoca a lo visto en el tímpano de la
portada de acceso al claustro en San
Pedro el Viejo de Huesca en especial por esa forzada postura "estirada"
del Niño así como por el trato preferente a los pliegues existentes
entre el rey oferente y el Niño
En fin, una absoluta delicia, en especial
por esa magistral escultura de desnudo masculino que podría firmar
cualquiera de los grandes escultores clásicos de Grecia o Roma. Llena
de vida movilidad y gracia y con un escorzo tan difícil de imaginar
como de esculpir, máxime en un momento en que lo ortodoxo es la figura
hierática, inexpresiva y tosca. Es un capitel rompedor en lo formal así como en
el mensaje de su voluptuosa actividad erótica que lo mantiene ensimismado.
No es de extrañar que esté tras la verja, condenado a ser
desconocido y de cara a la pared, como castigado por su atrevimiento. Somos afortunados de que alguna mente de
moral victoriana no utilizase el escoplo y la maceta para hacerlo desaparecer
censurándo a este efebo al igual que sucediera por ejemplo en
el capitel de la Orestíada de Frómista, tratado por Prado-Vilar
en el aludido artículo de "Saevum Facinus". Espero con
impaciencia su artículo sobre este capitel para comprenderlo y compartirlo
con todos vosotros.
En la actualidad esos capiteles que sustentaban el altar se pueden contemplar debidamente restaurados en el Museo Diocesano. VER ARTÍCULO DE LA RESTAURACIÓN