Las transformaciones que
embellecen el pueblo son notorias de una vez a otra en que se vista el
mismo. Cuidadoso respeto con la morfología del entorno que en
absoluto desdice de la hechura de su recinto medieval. Bello lugar con
embrujo para pasearlo en sosiego y disfrutarlo desde cada rincón. En lo más alto vemos la
colegiata y poco a a la derecha el castillo románico del que quedan
en lo más alto la iglesia y su torre arruinada, así como una torre albarrana y otra torre adosada
a la muralla en un plano inferior. En la colegiata podemos encontrar parte del claustro original,
rehecho, conservando del miemo media docena de capiteles de factura singular, su
pila bautismal rescatada de secular emparedamiento, el Cristo de Lecina,
un báculo de marfil, etc. en lo tocante a la época que recorremos.
También un sinfín de obras de arte de épocas posteriores
de las que mostraré algunas imágenes pero que sobrepasan
el marco de esta obra.
Las imágenes
2 a 7 ilustran perspectivas del conjunto, acceso y blasón sobre
la segunda puerta de acceso. El paseo desde el pueblo
es agradable y merece la pena hacerlo despacio para disfrutar de las
vistas y no llegar muy sofocado arriba.