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LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO Webmaster: A. García Omedes - Huesca (España) |
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-BUISÁN. PARROQUIAL DE SAN JUAN BAUTISTA- |
UTM 30T 745456 4718877 1296 m. |
Buisán se halla a unos tres kilómetros de Fanlo, enfrente de Nerín y ambos en las inmediaciones del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Acudía convencido de que habría de caminar un poco desde Fanlo porque la pista no era transitable, pero que me recompensarían unas bonitas imágenes de su templo. Doble error. La pista se ha acondicionado y asfaltado recientemente (Julio 2003. Es de uso restringido y precisa de permiso especial para circular por ella) y el templo hace poco más de un año que se vino abajo según me relató Antonio Latre natural del lugar y que pasa sus vacaciones con su familia en este pueblo. (2003).
Las imágenes en blanco y negro son del libro de Adolfo Castán: "Románico e Iglesias de Cabecera Triple en la Ribera del Ara y Valle de Vió" editado en 1990. En la página 80 del citado libro, premonitoriamente escribía: "...La portada ha sufrido daños importantes, el paño este del campanario ya se inclina peligrosamente sobre el tejado de la nave y probablemente el impacto aplastará la bóveda. Hace tan solo tres años el templo gozaba de buena salud y aunque simplemente se ofertase como elemento ambiental en valle de naturaleza tan generosa, debiera detenerse su acelerada destrucción..."
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Tampoco a él le hicieron caso. Hoy hay pista asfaltada. Se están rehabilitando algunas casas. Un belga compró una borda y la ha acondicionado para vivienda. Varios propietarios vuelven por vacaciones y todos ellos contemplan las ruinas del templo, lugar de encuentro desde finales del siglo XII.
La imagen 1 muestra la ruina del edificio visto desde el sureste a pie de la carretera que conduce al caserío. El lienzo este de la torre, como estaba anunciado, cayó y arrasó el templo. Quedan, por el momento, los muros laterales y un fragmento de la cabecera continuando el muro sur.
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En la imagen 2, de A. Castán, podemos ver el templo desde el sureste cuando aún era recuperable. Las imágenes 3 y 4 son de Julio de 2003, tomadas desde el norte.
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La ruina de la torre se documenta en las imágenes 5 y 6, tomadas desde el interior de la nave. En la imagen 7 se muestra desde unos metros por delante de la cabecera lo que resta del templo.
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La cabecera del templo, edificado hacia finales del siglo XII, se realizó con sillarejo bien trabajado y dispuesto en buenas hiladas a soga y tizón (Imagen 8). Se advierte a tres hiladas bajo el alero, la ventana aspillerada y cegada que ocupa cinco hiladas completas. Canecillos simples sustentan la cornisa biselada en lo que resta del cilindro absidal. En la imagen 9, el aspecto del cilindro absidal antes de su derrumbe ya comenzado a deteriorar e invadir por la maleza.
La imagen 10, de Adolfo Castán, muestra el interior del templo, antes de venirse abajo. Era de nave única rematada en cilindro absidal cubierto por bóveda de cuarto de esfera apuntada. Por delante, presbiterio también apuntado y el arranque de la nave de distinta hechura que el resto de la misma marcando diferencia incluso su anchura diferente, menor que la del resto de la nave, realizada probablemente por otro equipo menos experto (Ver planta de A. Castán). Una imposta biselada recorre la cabecera y primer tramo de la nave, delimitando paramentos verticales y bóvedas.
En las imágenes 12 a 14 muestro detalles actuales del interior del muro sur y de lo que resta de la cabecera. Ha desaparecido por completo el presbiterio (Imagen 3) dejando una banda oscura a través de la que se ve el relleno del muro. El vano interior de la portada permanece en pié, al contrario que su exterior que ya estaba semiarruinado en las imágenes previas a 1990 (Imagen 5). Constaba de tres arquivoltas lisas apeadas en recia imposta corrida sin decoración alguna y todo ello enmarcada por guardapolvo.
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A poniente del templo, junto al caserío, la fuente pública posee una graciosa cara de influjo arcaico a cada lado (Imagen 16). El grifo que sale de su boca vierte agua, así como los abundantes agujeros de su alrededor. No por ser moderna se libra del paso del tiempo.
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Cuando una nueva generación, más culta y sensible que las precedentes, pida cuentas de por qué no se intervino a tiempo para evitar lo que muestro, quienes debieron de haberlo impedido ya habrán desaparecido o estarán tan ruinosos como el propio templo. Ya será (como magistralmente describió Cela en "Mazurca para dos muertos") "El muerto que mató a mi muerto".
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