Ejep es una pequeña localidad habitada por una treintena de personas que se sitúa a unos siete kilómetros al norte de Graus. Para acceder hay que pasar por Torre de Obato. La ermita dedicada a los santos Juan y Pablo se sitúa en altura a unos 400 metros en línea recta hacia poniente del caserío. El acceso por la pista que hasta ella nos conduce supone alrededor de 1.200 metros de recorrido (2008).

En este pequeño lugar nació Antonio Angulo Araguás (1947-2022), periodista de raza y compañero en la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza. Gracias a sus indicaciones ( y a su insitencia) me acerqué a visitar esta modesta ermita de tradición románica. ("Ixep", me decía Antonio que era el nombre de su pueblo en grausino).

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Desde las últimas casas del pueblo, junto a su parroquial se llega a divisar el tejado de la ermita lo que ayuda a poder llegar hasta ella orientándonos visualmente. Una vez más fue Paco Rubio, profesor de Santa Rosa en Huesca quien me informó acerca de esta ermita. El 13 de octubre de 2008 me acerqué hasta la misma. Había descargado una buena lluvia la noche anterior y como es habitual las pistas de esta zona si son arcillosas se convierten en una verdadera pista de patinaje. Despacito, mucho barro y con el coche más de una vez "de cruzado" conseguí llegar hasta la misma para poder documentarla y compartirla.

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La ermita asienta sobre un tozal que destaca del nivel del caserío casi cien metros. Ello hace que las vistas desde la ermita hacia el pueblo así como hacia el valle del río Ésera sean sin duda espectaculares (Imágenes 2 y 3). Hacia poniente comunica visualmente con el castillo de Pano.

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El templo es una modesta edificación realizada con mampostería. Es de nave única, orientada y con una longitud de aproximadamente ocho metros. A pesar de haber sido invertida su orientación litúrgica y de haberse edificado un pequeño porche adosado al ábside en el que se abrió puerta de acceso, es reconocible su primitiva planta de tradición románica. La articulación entre nave y cilindro absidal todavía está bien señalada al exterior (Imágenes 5 y 6). Es probable que la portada de acceso original abriese hacia los pies del muro sur, en el lugar que hoy hallamos un pequeño vano para iluminar la recolocada cabecera (Imagen 8)

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Ante el ábside y dominando una enorme extensión de territorio se alza una pequeña mesa circular de piedra y sobre un astil de madera una cruz de hierro, tan tosca como bella que desde allí domina los términos (Imágenes 11 y 12). Desde este lugar se produce el ritual de la bendición de términos y el esconjuro de tormentas.

Al interior, poco más que reseñar salvo lo ya apuntado referente a la inversión de la orientación litúrgica, habiendo sido recolocado el altar en el muro de poniente. El interior del cilindro absidal así como su articulación con la nave han sido enmascarados por la actual estructura interior, probablemente efectuada tardíamente a la vez que el porche de acceso. En absoluto es un templo majestuoso. Probablemente su cronología sea muy tardía y se edificase imitando el estilo románico, pero merece la pena llegar hasta él. El paisaje sin duda lo merece y también la sencilla elegancia de esa cruz de hierro que domina el valle.

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