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LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO Webmaster: A. García Omedes - Huesca (España) |
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-NAVARRI. RUINAS DE LA ERMITA DE SAN CLEMENTE- |
UTM 31T 284393 4696413 700 m |
Dedicado a Lorraine Healy y Dianne Moondancer, en la Costa Oeste de EEUU,
por su colaboración al mantenimiento de este sitio web.
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Hace un mes, aproximadamente, mi amigo Cristian Laglera me dio noticia de la existencia de los restos de una ermita románica en Navarri indicándome que no la había visto mencionada en el trabajo de Iglesias Costa/José Luis Acín. Tampoco José Luis Aramendía la cita y doy fe de que no fuimos hasta ella. La apunté en mi "lista de pendientes" y el 29 de octubre de 2014 aprovechando un día de fiesta y que este otoño más parece primavera, me he ido a buscarla. He de decir que me ha costado encontrarla, no porque ofrezca una especial dificultad sino porque tanto el visor Sig Pac como los mapas del ejército 1:50.000 la ubican en un sitio equivocado. Ampliando la imagen 2 señalo con círculo amarillo el hipotético lugar donde está el templo si se hace caso a los mapas; pero allí no hay más que una borda en ruinas, la que podemos ver hacia la mitad del lado sur del campo de la imagen 4.
Para llegar hasta aquí se puede venir por Ainsa-Foradada del Toscar-Campo, o también por Graus-Campo. Si se toma esta segunda opción hay que rebasar la entrada hacia la ermita pues la nueva carretera no permite el giro. Seguiremos hasta Foradada para luego regresar y poder girar. La entrada está a 1.300 m. desde el Ésera si vamos desde Navarri y a 3.200 m. desde la incorporación a la vía en Foradada del Toscar. Dejamos el coche en la mencionada entrada señalada con un punto rojo en la imagen 2 y seguiremos el descenso señalado con puntos rojos hacia el lugar señalado con una flecha en la imagen 3 y con círculo rojo en la imagen 2 aérea.
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Las ruinas de la ermita de San Clemente se hallan semiocultas por el arbolado en una pequeña zona amesetada al sur de la cual hay tres grandes peñascos. Poco al este de la cabecera circula una antigua pista que en la imagen 2 he señalado con color azul. Más abajo campos aterrazados sobre el barranco de Foradada que serpentea entre estratos verticales buscando el Ésera. Tras recorrer parte de la zona alrededor de la borda señalada como ermita en los mapas, he regresado hacia el este paralelo al río y rebasado el campo de las imágenes 3 y 4, al dirigirme a una zona de mucho arbolado me ha parecido adivinar un muro de sillares que me ha puesto sobre la pista de las ruinas. Como puede advertirse en las imágenes 5 a 7, no es fácil localizarla a la vista.
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La imagen 8 muestra una aproximación a la planta del templo sobre la cual he señalado algunos detalles de muros destruidos o credencias y huecos en sus muros. La orientación es perfecta al este. Es (fue) templo de nave única rematado a oriente por cilindro absidal en el que hay restos de su vano aspillerado y derramado al interior. Otro vano aspillerado y adintelado encontramos en el hastial de poniente. Quedan restos de la portada hacia los pies del muro sur. La longitud aproximada del templo es de unos doce metros, destacando el hecho de que es muy estrecho al interior.
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La ermita no posee presbiterio, articulándose el cilindro absidal y la nave en modo telescopado, como es habitual en templos de sencilla hechura. La imagen 9 muestra la articulación entre cabecera y lado norte de la nave, destacando algunos grandes y alargados sillares que por su forma recuerdan a los del mundo islámico aun cuando no presentan almohadillado. Los sillares están poco trabajados y abundan los desbastados a maza. Hay abundante mampostería y también pequeñas piezas atizonadas. Las hiladas son muy irregulares y abundan las incongruencias.
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En las imágenes 10 a 15 muestro la parte posterior de la nave, el hastial de poniente con su vano aspillerado y adintelado al exterior (claramente defensivo, casi castrense) así como la potencia del muro de cierre compuesto de tres capas a pesar de no tener que recibir empujes de bóvedas como los laterales. Por el perfil dejado en la parte alta de este muro se puede deducir que la bóveda con que cerró la nave fue ligeramente apuntada (Imágenes 17 y 18)
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Al interior de la estrecha nave permanecen los materiales del desplome de sus estructuras. Llama la atención en la imagen 18 una alineación de los sillares caídos sobre la zona central de la nave. Probablemente la bóveda cayó primero y esa alineación se deba al desplome hacia el interior del muro sur, conservando la alineación de sus sillares incluso tras su caída.
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La imagen 19 muestra una panorámica desde el ángulo suroeste del templo. Dada la desaparición del muro sur todo el interior del muro norte queda visto, así como lo que resta de la cabecera del templo. Destaca la articulación de la cabecera con la nave en su lado norte así como una sucesión de huecos adintelados en nave y cabecera, seis en total. El más alejado, situado en la cabecera y con un homólogo en el lado sur del que solo queda su perfil, son credencias (imagen 27). Estas estructuras permitían guardar objetos litúrgicos y documentos en templos en los que no estaba prevista una sacristía. Lo excepcional es que estas estructuras aparezcan en la nave de modo sucesivo. No tengo explicación para ello.
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Tras el, en la parte anterior de la nave hay una hueco de mayor tamaño, acaso armario, cuyo destino bien pudo haber sido lugar de guarda de reliquias u objetos religiosos destacados. Por detrás, hay una sucesión de cuatro huecos en el muro de la nave, de dudoso significado. Acaso lugar de guarda individual de elementos de culto, lo que haría pensar en el mundo monástico. En la imagen 20, así como en las imágenes 21 a 23 pueden verse estos huecos desde diferentes perspectivas.
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La imagen 24 permite hacernos una idea de que el templo era realmente estrecho. Vemos la articulación sencilla entre cabecera y nave y de nuevo la media docena de huecos del lado norte del templo.
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Los elementos que restan de la cabecera podemos verlos en las imágenes 1 y 25 a 27. Destaca la ventana absidal de la que falta su zona superior por lo que no se puede saber si fue adintelada o de medio punto. Lo que si queda es la derrama inferior construida a base de sucesivos escaloncitos en señal de notable antigüedad. En el extremo derecho absidal de la imagen 27, donde caen los sillares puede verse el perfil de la credencia de la cabecera de ese lado, que por el derrumbe ha perdido su cubierta. La portada abrió hacia los pies del muro sur. Queda el arranque de la jambas del lado oeste, señalado con flecha roja en la imagen 28. La cabecera cubrió por medio de bóveda de cuarto de esfera. Todavía hay algún elemento de piedra toba señalando el inicio de esa bóveda.
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Las hechuras del templo, el escalonamiento del vano absidal, el grosor de sus muros y los vanos aspillerados casi castrenses me hacen pensar que es de gran antigüedad, quizá del finales del siglo XI o principios del XII. Posiblemente fuese parroquial de un desaparecido lugar asentado sobre la margen izquierda del barranco de Foradada y que ha desaparecido, como está a punto de desaparecer el templo y también su historia, olvidada en los textos que tratan sobre el pasado románico de Aragón.
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