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LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO Webmaster: A. García Omedes - Huesca (España) |
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-OBIS. PARROQUIAL DE SAN JUAN- |
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Jueves 28 de Julio de 2005. Ya hace días que me apetecía ir a Betesa; pero lo dejaba para mejor momento a causa de las indicaciones de Aramendía en su tratado sobre el Románico en Aragón. En el primero de sus seis tomos figura el recorrido por esta zona y cuando en la primavera de 1996 él lo hizo, el acceso era a pie por empinada senda y había que planear unas tres horas para completar el recorrido entre Betesa, Santa Eulalia y Obís. Así que cuando a primera hora, dispuesto a caminar solicité la llave de la ermita de Rigatell me dieron dos buenas noticias: la primera que está abierta y la segunda que hay una pista que recorre todos esos lugares. Además la que continúa hacia el norte de Obís, llega hasta Bonansa. Un pastor con el que paré en Santa Eulalia a hablar un rato me dijo que gracias a que "Marcelí, el president es de Bonansa, se han arreglado pistas y caminos".
Circulando por la HU-941 de Benabarre hacia Viella paralelos al río Noguera Ribagorzana accederemos al valle donde se halla Betesa por desvío hacia el oeste (bien indicado) en el kilómetro 114,5 a unos 4 km de rebasar Sopeira. La carretera es estrechita. Realmente es una pista asfaltada en la que se tiene alguna dificultad si nos cruzamos con otro vehículo. Lo cierto es que no es frecuente, pues no es zona muy transitada.
El track de cabecera abarca el trayecto entre Benabarre y Pont de Suert, así como el recorrido lateral por Betesa y sus ermitas (Santa Eulalia y Rigatell), Obís, Pallerol, Santorens, San Cerni y Aulet. Disfrutaremos de espectaculares vistas, sobre todo en la ascensión hacia Santa Eulalia, entre buitres en esta mañana (Imagen 3), con la sierra de Sis de telón de fondo y agradeciendo sinceramente el hecho de que haya pista que permita el acceso en todo terreno (primera reducida y despacito). La pista arranca de la plaza principal del pueblo en su ángulo noroeste. Desde la misma, levantado la vista veremos ambas ermitas en altura a derecha e izquierda de un elevado cortado rocoso.
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El abandonado lugar de Obís se halla en un espolón orientado al este a los lados del cual discurren el arroyo de San Marcos al sur y el arroyo de Obís al norte. Ambos bajan por la ladera sureste de la sierra de Sis. Rebasada la ermita de Santa Eulalia, la pista sigue hasta Obís rodeando el arroyo de su mismo nombre hasta alcanzar el nivel de la población. El pueblo está abandonado y sus casas en un acelerado proceso de ruina que le confieren un marcado aspecto de pueblo fantasma. La iglesia parroquial se halla en el extremo sureste del caserío, con unas increíbles vistas sobre el arroyo de Obís que discurre en dirección sureste hacia el pantano de Les Escales al que alcanza ya con el nombre de arroyo de Aulet.
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Fue templo de nave única, orientado y sometido con el paso del tiempo a numerosas modificaciones. Quedan del original su cabecera y parte de sus muros. Con posterioridad se añadieron capillas laterales. La del lado norte es grande y fue edificada con sillares perfectamente escuadrados y decididamente gótica cuando la contemplamos desde el interior (Imagen 7). El cilindro absidal, rodeado por derrumbes y maderos caídos, se edificó con bloques de conglomerado abundantes en la zona (Imagen 4). Lo centra un ventanal derramado cuyos contornos se desdibujan (Imagen 1).
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Entrar al templo no es fácil. Hay que pasar por su lado sur retirando maleza y arbustos y saltar por el ángulo suroeste al interior, cuyo nivel del suelo está notablemente elevado a causa del derrumbe de sus bóvedas. Al interior sendas capillas laterales, gótica y grande la norte (Imágenes 7 y 8). En alguna de las reformas se levantó un muro ante el cilindro absidal a modo de cabecera plana generando un espacio tras él que se aprovechó como sacristía. En ella se aprecia la bóveda absidal (Imagen 9) conformada a base de buenos sillares.
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En la nave, a pesar de modificaciones y derrumbes, aún se pueden adivinas las dos pilastras que la segmentaban en dos tramos. El fajón que volaba sobre ellas yace caído entre árboles que han crecido en el interior (Imagen 10). De ellos arrancó a volar, molesta, una lechuza a la que no gustó nada mi visita.
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