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LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO Webmaster: A. García Omedes - Huesca (España) |
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-PORTAESPANA. PARROQUIAL DE SANTA MARGARITA- |
UTM 31T 283490 4673832 589 m |
Estoy firmemente convencido de que las casualidades existen. Y la "correría pirinea" compartida con José Luis Aramendía el 17 de Junio de 2005 confirma esta impresión; pero nada más acabar lo dicho he de añadir parafraseando, nada menos que a Sir Alexander Fleming, que dijo esto: "La suerte solo favorece a las mentes preparadas" (Esto contestó cuando trataban de menospreciar su descubrimiento de la penicilina basándose en la "suerte" de no haber tirado, como tantos otros, una vieja preparación de laboratorio arruinada por una colonización de hongos. Él supo no solo mirar sino que además vio, interpretó lo que miraba y supo sacar conclusiones acertadas y afortunadas).
Todo esto viene a cuento de que José Luis se acercó al entorno de Graus buscando la ermita de San Bartolomé, que yo había "redescubierto" gracias a las indicaciones de Paco Rubio, profesor de Santa Rosa en Huesca. Lejos de utilizar el eficaz GPS, se fió de mis indicaciones en la página (realmente es un lugar que no es fácil de encontrar por lo emboscado de su ubicación) y de su "olfato románico". La consecuencia es que se pasó de largo San Bartolomé y siguiendo pista adelante divisó a lo lejos unas ruinas y una torre de iglesia sobre lo que es a todas luces un cerro testigo en la orilla izquierda del río Isábena. Conclusión: "Ya está. Esa es San Bartolomé". Y en efecto, encontró un ábside y restos del templo románico. Los fotografió y volvió a Zaragoza.
Pero repasando las imágenes en internet de su amigo el de "romanicoaragones" se dio cuenta de que no era lo que buscaba, sino que había llegado a otro templo románico que ninguno de los dos habíamos visitado. Había estado en Portaespana y el templo era Santa Margarita. Alegría por haber "cazado" dos templos a muy poca distancia y también por propiciar otra salida juntos para visitarlos (cada uno de los dos sabíamos de uno de ellos). Y a la vez inquietud porque habiéndose pateado Aragón de arriba a abajo tras edificaciones de época románica, de pronto le "brotan" dos que no conocía en una zona muchas veces recorrida.
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Portaespana es un pueblo abandonado. Expropiado por Confederación Hidrográfica y en vías de franca degradación de sus edificios. Ocupa, como digo, un cerro testigo a la orilla izquierda del Isábena poco antes de su confluencia en Graus con el Ésera. Llegamos hasta aquí cruzando el Ésera a la entrada en Graus por un puente a nuestra derecha. Se atraviesa una gravera, dejamos a izquierda el bello puente medieval de Graus y siguiendo pista adelante se llega sin problema a Portaespana, lugar que se divisa mucho antes de llegar. No es casualidad la existencia de este puente en Graus. Ni la sucesión de templos románicos recorriendo esta orilla del río: San Bartolomé, Portaespana. San Martín de Capella... Es una vieja ruta medieval hoy olvidada por cuanto que la carretera discurre hoy por la otra margen (Ver mapa activo) (17 de junio de 2005).
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Desde el exterior del templo solo destacan la torre moderna y unos espléndidos cipreses señalando la presencia del cementerio junto al mismo (Imágenes 3 y 6). Nada hace suponer que hallaremos vestigios del siglo XII hasta que no hemos traspasado el muro que delimita el camposanto. Semioculto por un grupo de nichos adosados que ocultan su lado norte, nos damos de bruces con el ábside románico del templo primitivo (Imágenes 1 y 2). Canónicamente orientado, se halla edificado con sillares toscamente trabajados y sillarejos y bien articulado con la nave que es un poco más ancha que éste. Si hubo ventanal central, se hallará oculto tras el grupo de nichos. Al interior, las modificaciones sufridas impiden también aclararlo.
Adosada a su muro norte se edificó tardíamente otra nave, que devino en el templo principal dedicado a santa Margarita. A esta iglesia, quizá del siglo XVIII, se accede por medio de un atrio situado en su lado sur. Espacio del atrio que debe corresponder a parte de la nave del templo románico (Imagen 5). La puerta que se ve a la derecha es la que da al ábside románico. Y la frontal nos conduce al interior de la nave principal (Imagen 7). Sobre su cabecera poligonal se erigió la torre y en su muro sur, una pequeña puerta comunica con el templo primitivo reducido en esta época tardía a funciones de sacristía.
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El interior del tempo románico muestra profundas modificaciones (Imagen 4). Probablemente solo quede del mismo su cilindro absidal. Las hechuras de la bóveda no son las originales y en lo alto se edificó una pequeña linterna (Imágenes 1 y 4) El altar está adosado al cilindro absidal, oculto por capa de azulete, escombros, maderos, derrumbes y poco más. A poniente del templo, un muro de buenos sillares rebasa con mucho el perímetro del templo (Imagen 8). Alrededor de la iglesia, en los taludes, muros de sillares de aspecto arcaico nos evocan una fortificación de ese oppidum. Y en lo más alto del cerro, una zona amesetada nos guarda una última incógnita: no menos de dos docenas de cipreses forman un círculo perfecto que centra el cerro (Imagen 10). La imagen 13, aérea. muestra la situación de la primitiva iglesia románica señalada en amarillo y la situación del extraño círculo de cipreses, que creo corresponden a la memoria de una torre de vigilancia.
José Luis se inclina por vincularlo con ritos esotéricos y yo soy más propicio a creer que eso no es sino memoria de una torre cilíndrica que en el sitio debió de existir. Perfectamente comunicada con la también desaparecida (resta su arranque) de Graus, desde esta ubicación se domina el curso terminal del Isábena (Imagen 11). ¿Quién lo hizo? ¿Es un efecto buscado conmemorando esa hipotética torre?...
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En un plano superior al tempo hay casonas arruinadas que hablan de tiempos mejores (Imagen 9). Desde la altura "conversamos" a gritos con un agricultor que trabajaba unos campos al pie del lado sur del cerroy que nos dijo haber nacido en esa casa. También nos contó -a gritos- que en esos nichos que ocultan el templo estaba su madre y parte de su familia. Y que un día se lo encontró todo destrozado, no sabe bien en busca de qué tesoro oculto. Y que recogió sus huesos revueltos (no me atrevo siquiera a intuir sus sentimientos) y los bajó al cementerio de Graus...
En la entrada al templo crecen a su aire, silvestres, unas bellas azucenas. Para entrar hay que saltar con cuidado sobre ellas para no estropearlas. Ellas no saben nada de esas historias que no hago sino intuir y esbozar. Cada piedra, cada flor, cada rincón, son mudos testigos de esos lugares donde se desarrollaron alegrías, vilezas, pasiones, batallas...
Piensa en ello la próxima vez que mires sin ver. Y quizá notes que tu mirada se enturbia y como dice Aurelio Bierge, quizá sientas las sutiles vibraciones de otras gentes que aquí fueron. De no ser así, habrá sido de nuevo tiempo perdido a pesar de tu sudor, de tu esfuerzo y de tus bellas fotografías que mostraras a los amigos cuando de nuevo vuelvas a tu lugar en el mundo.
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