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LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO Webmaster: A. García Omedes - Huesca (España) |
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-NUENO. RUINAS DE LA ERMITA DE LA PARDINA DE USIETO- |
UTM 30T 719142 4690705 1315 m. |
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Gracias a que una amiga me regaló el libro "La montaña olvidada", de Arturo González Rodríguez, caí en la cuenta de que no había visitado lo poco que resta de la iglesia de la pardina de Usieto/Osieto, lugar despoblado en la década de los cincuenta del pasado siglo. El término "pardina" se utiliza en esta zona de Aragón de modo similar al de "castillo" o "masía" en otros lugares de la geografía. Vienen a señalar un pequeño poblamiento básico con sus zonas de explotación agraria y ganadera. La iglesia de estos lugares, en general, respondía a un pequeño edificio suficiente para el culto de grupos poco numerosos de población (11 de marzo de 2011).
Las ruinas de la pardina de Usieto se sitúan en el término de Nueno, en la cara sur de la sierra de Belarra próximas a la cabecera del barranco Barón y casi equidistantes entre los lugares de Lúsera y Yéspola. Es un territorio que corresponde a la zona norte de la comarca de la Hoya de Huesca, lindante con la del Alto Gállego. Para llegar hasta Usieto hay que ir hasta el alto del puerto de Monrepós y seguir la pista que arranca tras las antenas del repetidor en dirección este hacia Ibirque. Es pista de uso restringido por lo que he de agradecer las facilidades para circular por ella otorgadas por D. Inocencio Altuna, director provincial del Servicio de Medio Ambiente de Huesca. Son en total siete kilómetros que crestean en dirección este hasta llegar a nivel del barranco Barón donde la pista gira al sur hacia nuestro destino.
Colocando el cursor sobre la imagen activa 2, aparece señalada la ermita con un círculo amarillo. Otro rojo señala dónde dejar el coche. La flecha roja, las primeras ruinas que encontramos y con trazos amarillos el camino para llegar al templo.
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Si no hubiera visto las imágenes aéreas y las ruinas dispersas, creo que no habría encontrado la iglesia puesto que el bosque y la maleza lo está cubriendo todo. No ocurre como en otros lugares en los que divisas a lo lejos el punto a donde quieres llegar. Aquí la guía es la imagen aérea y la intuición de que el templo se ha de hallar en un lugar elevado. Y realmente así es. Sobre una plataforma rocosa cortada hacia el sur se alza lo que queda del ábside orientado del templo. Tras el mismo hay una edificación rectangular de la que solo restan los muros (Imagen 20).
Hasta que no se llega a poca distancia del ábside, no lo vemos. Se distingue antes el edificio sito a poniente del mismo y subiendo a la pequeña plataforma nos encontramos ante el lado norte del ábside semioculto por la maleza (Imagen 9). El templo se edificó con piedra sillar poco desbastada en la que restan señales del uso del puntero así como de trinchantes. El modo de edificar es el clásico: sillares vistos a ambos lados del muro y pequeño núcleo de mortero y ripios (Imagen 19). Hay mechinales pequeños en la cara exterior del ábside como vestigios del sistema edificativo (Imagen 10).
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El templo debió de ser de dimensiones muy reducidas. Suficientes como ya he apuntado para una pequeña población. Así y todo, la influencia de Cluny llegó hasta estos remotos rincones de la geografía, lo cual ya es en si mismo todo un dato histórico. Por lo que resta de la edificación le estimo unos seis metros de largo por tres de ancho. La base del cilindro absidal que es la zona mejor conservada, da la sensación de ser un medio punto muy peraltado, muy profundo, al modo de los primitivos templos mozárabes. Otra de las cosas que llama la atención es su angostura. Con los brazos abiertos casi llegas a tocar ambos lados del mismo. No hay vestigio evidente del lugar donde debió de estar la puerta de acceso. Al sur no es posible por el cortado existente, con lo cual y dado que el lado norte también hace cierta ladera, lo probable es que abriera a poniente.
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No se conserva la bóveda absidal; pero las pocas piedras que restan sobre su vano absidal dan señales de que existió. La nave probablemente cubriría con madera.
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Un elemento arquitectónico destacado del templo, realmente el único que sobrevive, es el delicioso vano absidal (Imagen 16). Aspillerado al exterior y con su medio punto apenas señalado en un sillar que ya se ha partido (Imagen 8), muestra una perfecta y antigua hechura al interior en la que destaca el escalonamiento de su zona inferior para lograr su derrama. Los perfiles de los escalones están resaltados por el color de los restos del mortero de cal que se va meteorizando por las filtraciones de agua.
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La derrama superior del vano capialzado se logra por medio de piezas en cuña a modo de toscas dovelillas desarrolladas sobre dos elementos de mayor tamaño y algo más trabajados. Las piezas que componen los laterales del vano son de mejor acabado y de mayor tamaño que el resto de los sillares del templo (Imágenes 16 a 18).
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En fin, son las ruinas de un templo de inicios del siglo XII olvidado en un lugar que ya es tan solo historia. Desde el muro de una de las casas que se resiste a desaparecer, la desvencijada alacena nos da pie a evocar sueños y secretos de las gentes que habitaron el lugar (Imágenes 21 y 22). Hoy tan solo caminan por su entorno algunos ciervos (dos vi esta mañana del 11-III-11) y nostálgicos como yo de las viejas piedras. Tras los sucesivos horizontes, la vida moderna sigue su inexorable y enloquecido curso (Imagen 23).