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LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO Webmaster: A. García Omedes - Huesca (España) |
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-MAESTRO DE AGÜERO-MODILLONES- |
Hasta ahora no había percibido el mensaje que desde los modillones de seis de los templos en que trabajó el Maestro de Agüero/San Juan de la Peña. Pensaba que son graciosos los monstruos en ellos labrados, un poco al estilo de los dragones chinos. Pero intuía que no era casualidad el hecho de que cuando devoran a personas, si aparentan ser guerreros los comienzan a devorar por un solo pie, mientras que si aparentan ser femeninos, desnudos, los toman por los dos. A finales de 2004, una colaboración de Jesús Osácar recoge su artículo del Boletín del Ateneo de Zaragoza en donde ya se apunta hacia la simbología del león andrófago, verdadero psicopompo.
He tenido que esperar hasta la primavera de 2006 para encontrarme con la agradable sorpresa de la publicación de la Tesis Doctoral de José Luis García Lloret titulada ni más ni menos que "La escultura románica del Maestro de San Juan de la Peña". Todo un acontecimiento para los amantes de este mundo y sin duda un referente en lo sucesivo.
Una parte del texto está dedicada al estudio simbólico de los modillones de este anónimo Maestro de finales del XII formado en Santa María de Uncastillo donde recogería el testigo de los maestros del Bearn francés para interpretarlo en San Felices en primer lugar y más tarde en San Gil de Luna, como "segundo Maestro" y bajo los auspicios del obispado de Zaragoza. Más tarde, ya consagrado gracias a San Pedro el Viejo y San Juan de la Peña enriquece su obra con matices del estilo Soriano-Silense y de grandes maestros como Leodegarius con quien comparte obra en Sangüesa ya bajo la potestad del obispo de Pamplona.
La figura del monstruo vigilante y amenazador a la entrada de las iglesias no es nueva. Ya podemos verla en la "puerta del Cordero" de San Isidoro de León (Imágenes 3 y 4), exponente del románico dinástico, en acertada descripción de García Guinea. En una de las iglesias de Uncastillo, la ruinosa dedicada a san Lorenzo, también hallamos al león esta vez devorando a un personaje (Imágenes 5 y 6). Ese modillón, Bearnes, ya debió de apuntar al de Agüero que se hallaba en sus inicios su trascendencia no como fiera que devora y castiga, sino como agente de muerte y resurrección.
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Un encantador lugar en el norte de Palencia, Arenillas de San Pelayo fue para mi determinante en la comprensión de esta idea. Contemplar el capitel de la portada norte, mostrado en la imagen 1, fue un poco como "tocar la herida del costado y creer" ("La vivencia del ¡Ah!", como lo definen los psiquiatras). A pesar del deterioro de su mitad inferior, la escena de la mitad superior es tan clara que no necesita de muchas explicaciones: A nuestra derecha dos personas ayudan a que el león devore por completo a una tercera de la que solo asoman los pies. A nuestra izquierda, la persona devorada surge desnuda de las fauces de un segundo león, de cabeza, y es recogida (como si de un parto se tratase) por otras dos personas completando el equilibrio de formas en la cesta del capitel.
Ciclo de muerte y resurrección, de purificación, de nacer por segunda vez (desnudo y de cabeza, como en la primera ocasión). El león como puerta de acceso al inframundo simbolizado a su vez en la puerta del templo con todo el simbolismo que la misma posee. Fauces del león/Puerta del templo. Un paralelismo que se sugiere.
Al interior del templo, en un capitel exento de la sala capitular volvemos a hallar una pequeña representación de esa misma escena (Imagen 2).
Y el Maestro de Agüero toma esta simbología y la interpreta genialmente a su manera; y como acertadamente descubre García Lloret, no lo hace en un templo sino a lo largo de seis de entre los que trabajó. Es una "novela por entregas" que el autor ha tenido el acierto de ordenar cronológicamente en primer lugar y de interpretar correctamente a continuación.
Imágenes de lucha con el león que devora al guerrero que aparece vestido y atrapado por un pie (en el primer modillón, el personaje adelanta su mano izquierda hacia el templo llevando una calza que García Lloret interpreta como recepción de un nuevo pie por el devorado, y que yo más entiendo como "exvoto" del devorado hacia el interior del templo sabiendo que va a resucitar entero) en el primero de sus templos. Y posteriormente el guerrero es vencido y devorado por completo (apenas asoma de las fauces del león): Ejea, El Frago, Luesia; para a partir de Luesia y Agüero alternarse personaje devorado con ser andrógino desnudo, emergente de las fauces del león (Luesia, Agüero y sobre todo, Biota-San Miguel-Oeste).
Y por fin en la portada de Biota-San Miguel/sur, lo que podría ser el guiño de complicidad del Maestro hacia el futuro: se interpreta a si mismo en el modillón izquierdo como anciano y provisto de su herramienta de trabajo (el hacha de cantero), mesándose la barba mientras ve su futuro inmediato en el modillón de enfrente: ser devorado por el león andrófago para morir antes de renacer... Y qué mejor lugar que el templo dedicado a San Miguel y bajo su tímpano. Personaje que aúna las funciones de psicostasis y psicopompo, al que parece acogerse ya en este templo que anuncia en su escultura de bulto matices gotizantes que dan paso a un nuevo momento y a otros maestros.
Un detalle: en Ejea en el lado izquierdo el león devora a un carnero, equivalente a ser preciado que ha de ser rescatado por el guerrero en alusión a la lucha por rescatar a vellocino dorado, o princesa por el héroe en la mitología.
UNCASTILLO: SAN FELICES |
EJEA: SAN SALVADOR |
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EL FRAGO: SAN NICOLÁS |
LUESIA: SAN SALVADOR |
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AGÜERO: SANTIAGO |
BIOTA: SAN MIGUEL, OESTE |
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BIOTA: SAN MIGUEL, SUR |
Transcribo literalmente la conclusión del autor, por juzgarla muy interesante:
" El programa iconográfico de muerte-renacimiento representado por el Maestro de San Juan de la Peña aporta datos insospechados sobre la pervivencia de una religión mistérica en la geografía del Alto Aragón durante el último tercio del siglo XII. Estas representaciones enlazan con una tradición esotérica ancestral, que se mantuvo viva durante la edad Media en las sociedades gremiales de canteros, germen de la francmasonería, que tiene en el taller del Maestro de San Juan de la Peña uno de sus precedentes más antiguos. Además al desarrollar el tema con distintas variaciones iconográficas, las esculturas del maestro aragonés se anticipan a las versiones más elaboradas del mito en la Alquimia bajomedieval.".
("La Escultura románica del Maestro de San Juan de la Peña". José Luis García Lloret. Editado por Institución Fernando el Católico de la DPZ, Nº 2548. pág.: 350).
LA FIRMA DEL MAESTRO DE AGÜERO (?)
Bueno, pues continúo con el Maestro de Agüero: como resulta que no me se estar quieto, y siempre ando dando vueltas a las ideas y revisando rincones, el pasado 21 de Marzo de 2006 volví a Biota a repasar los modillones del Maestro con otro punto de vista después de leer a García Lloret. Estaba convencido de que el anciano de la portada sur es el Maestro y la intención era revisar cada detalle buscando una pista para asegurarlo.
Y allí no encontré nada; pero en la superficie lisa del modillón del lado norte de la portada de poniente, ese que parece especular del de Santiago de Agüero con el espíritu renaciendo de entre las fauces del Leviatán, vi en la penumbra algo que llamó mi atención. Con el teleobjetivo comprobé que en efecto, allí hay dos cosas: una marca de cantero (que es una "R" tumbada con un circulito al final de su extremo curvado) y una firma.
Revisé las fotos en casa -no eran muy buenas- y hube de volver diez días después por la tarde para variar la iluminación. Provisto de escalera que amablemente me prestaron en el estanco, trepé hasta el modillón, saqué algún calco e hice fotos de mejor calidad. Ofrezco detalle de la firma. Colocando sobre ella el puntero aparece sobreescrita la hipótesis de lo epigrafiado. También una imagen en blanco y negro realzando los contrastes.
Estoy convencido de que es la firma del Maestro por varias razones: primero porque su ciclo de hondo simbolismo acerca de muerte-resurrección se concreta en el monstruo que devora a la persona para después renacer como espíritu puro. El modillón es su firma en todos los templos. Y en el último de ellos, donde concluye su programa iconográfico y quizá también vital, pone el punto final a su obra firmándola. Y no necesita añadir "me fecit" porque no está firmando un elemento concreto, ni siquiera un templo. Está firmando su Obra al frente de la logia. Y para ello su nombre es "Signum Magister".
He pasado las imágenes al doctor García Lloret, así como a varios amigos más para que investiguen sobre el asunto. Cuando disponga de respuestas, si las hay, las añadiré.