Al entrar en el templo, lo
primero que nos sorprende es la relativa oscuridad que reina en el interior
en comparación con la luz del exterior de la que procedemos. Instintivamente
levantamos los ojos hacia el arco formero apuntado que destaca iluminado
por la luz penetrante a través de la portada tendemos a rebasarlo
y a situarnos frente al ábside central, el más luminoso de
los tres. Es lo normal en la primera visita.
Pero no hay que tener prisa.
Entra al templo y acostumbra tus ojos a la penumbra, Y una vez empieces
a ver, avanza unos pocos pasos y gírate para contemplar la portada por
la que acabas de acceder. Te sorprenderá la decoración de una segunda portada al interior,
ricamente decorada y habitualmente ignorada por el motivo apuntado al comienzo. Se sitúa en una especie
de cuerpo adelantado al muro generando una especie de zaguán de acceso flanqueado
por sendos pares de columnas. Y a nuestra derecha, otra columna engarzada
mediante arquillo ciego a las anteriores, un poco siguiendo el ritmo de
lo visto al exterior.
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Sobre
esta portada voltea el primer tramo de bóveda, de diferente hechura
al tramo más próximo al ábside. Portadas exterior e interior
que producen un notable engrosamiento del muro y por tanto su refuerzo de
cara a contrarrestar los empujes de unas bóvedas que deberían
de haber sido solo una, la del crucero. La doble hechura de la bóveda
se explica por el hecho de que el maestro pudo sentir miedo a cubrir toda
la tramada de la nave de una sola vez, sobre todo sin una imposta útil
para apear la cimbra en el lado del formero apuntado.
La decoración
de esta portada interior se compone de dos capiteles dobles y uno sencillo.
Los dobles muestran dos parejas de arpías por capitel (macho y hembra),
que podemos advertir en la imagen 3. En el situado a nuestra
derecha hay una doble escena de lucha entre caballeros esculpida con todo detalle,
y que es muy poco conocida dada la oscuridad del rincón en que se
halla (Imágenes 4 a 6). Por fin, el capitel que
se halla sólo se decora con motivos vegetales esquemáticos, al estilo
de otros que vemos en este templo, así como en Santo Domingo de la
Calzada (Imagen 7).
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A fuerza de volver una y
otra vez y de acostumbrar mis ojos a buscar en la oscuridad, en una de las
últimas visitas me di cuenta de que bajo el capitel de la lucha entre
caballeros, en la columna más próxima al vano de la portada,
hay una inscripción que, al igual que ocurre con el capitel, la penumbra
y la propia hoja de la puerta abierta hacen que haya pasado desapercibida. La muestro en la imagen
8, activa y se desarrolla en dos líneas. La primera dice
"AMOR VINCI" y la segunda, que no distingo
con claridad, parece comenzar con una ¿B? o un corazón y quizá
"MARIA" ?. Luego, en una cuadrícula
hay otros signos, que parecen de peor traza, quizá vandálicos.
(Ver nota a pie de pagina)
No acabaron
allí las sorpresas ya que Daniel Zabala me mostró uno de los
dos sillares al interior que se hallan grabados con la inscripción
"ANOLL". El que muestro en las imágenes
10 y 11. Se halla en el centro del ábside mayor, en la primera
hilada sobre la bancada y semioculto por la columnilla central del ábside.
Por eso es difícil de advertir. Y aun así, hube de recurrir
a la "iluminación manual" a base de linterna para resaltar
los extremos de la firma. La "N" de la inscripción queda
oculta tras la columna.
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En la imagen 9
resalto el sillar con color amarillo y señalo con el foco de mi linterna
de mano el lugar donde está la inscripción tras la columna.
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A
finales del verano de 2010 me llegó un correo del
profesor Alberto Montaner, catedrático de Literatura
Española en la Universidad de Zaragoza. Él había leído
esta página y comprendió el significado de la epigrafía
realizada en las columnas del interior de la portada que había descubierto
en diciembre de 2006. Transcribo sus apreciaciones:
"Estimados
amigos:
Consultando vuestro excelente
portal sobre el románico aragonés, he visto la foto de la
inscripción de Santiago de Agüero cuya segunda línea
os planteaba problemas. La transcripción correcta es:
AMOR VINCI[T]
OMNIA
Célebre
máxima que procede la de décima Bucólica de Virgilio
y luego es retomado, a lo divino, por San Agustín. Sería interesante
saber si el autor de esa inscripción (que por la letra, debe de ser
de la segunda mitad del siglo XII) se refería al primer sentido (lo
que no dejaría de ser curioso en una iglesia, pero podría
apuntar a un clérigo goliardo) o al segundo (más ortodoxo,
aunque sin la mención de Dios, es menos probable).
En cuanto a las letras que hay
debajo, por lo que se aprecia en la foto, yo diría que son coetáneas,
o del siglo XIII como mucho, así que no parece tratarse de un acto
vandálico (o al menos, no de uno reciente).
Espero que estos apuntes les
sean de alguna ayuda"
Desde aquí mi agradecimiento por
su inestimable ayuda.