El
aspecto exterior del templo, como ya he dicho, no nos da pistas
de su bello aspecto interior. La hechura es la que cabría esperar
de un sobrio templo cisterciense. Lienzos lisos, cabecera poligonal y
escasa decoración. Dos pares de contrafuertes alcanzan la cornisa
de sus muros correspondiéndose con las pilastras interiores reforzadas con
dobles semicolumnas adosadas. En lta vista exterior se aprecia la brevedad de su nave,
que viene a ocupar desde el final del fajón de cabecera hasta el
muro de cierre (Imagen
1). Debería de haber tenido un tramo más, pero circunstancias sobrevenidas hicieron que se llevara a cabo un cierre prematuro a ras del primer tramo. Si continúas con la lectura lo entenderás perfectamente.
La imagen 2 muestra un detalle
del lienzo central, de los cinco que posee el ábside, con su ventanal bellamente adornado mediante dos arquivoltas
decoradas con bocel y una pareja de columnitas y capiteles con decoración vegetal (Imagen 4).
Por fuera y sobresaliendo del muro, al estilo de Sigena, hay un guardapolvo de elaborada labra. Los
canecillos que sustentan la cornisa del edificio están decoradas
con diferentes motivos, predominando los que muestran cabezas de animales
(Imagen 3).