UTM 30T 633047 4552980 773 m

(ZARAGOZA) Ver mapa interactivo de la zona

En las páginas correspondientes paso revista a los cuatro templos románicos de la ciudad de Daroca. Pero la visión de conjunto de esta localidad no estaría completa sin hacer referencia a su muralla aun cuando sus elementos formales proceden de momentos cronológicos diversos. Defensas de origen islámico del siglo IX, que fueron modificadas tras la conquista del lugar por Alfonso I el Batallador en 1120, por Pedro IV en el XIV y también en el XVIII en las luchas entre partidarios de "Carlos III" frente al Borbón duque de Anjou -Felipe V-.

Soportaron la invasión francesa en que la ciudad fue tomada entre 1808 y 1813. Durante las Guerras Carlistas, ya en el siglo XIX, fue ocupada por los carlistas en su pugna con Isabel II a la que permanecía fiel la ciudad.

Así pues, aun cuando el perímetro y emplazamiento de lienzos y torreones apenas han sufrido variaciones, sus desarrollos en altura han sido rehechos en buena parte o en su totalidad a lo largo de su historia. Historia rica en acontecimientos como corresponde a un emplazamiento de frontera. Daroca es "extremadura" del reino de Aragón y puerta ante castellanos y valencianos. Lugar de interfase y fricción que soporta los primeros golpes en todos los conflictos. "La piel del tambor", en magistral metáfora de Pérez Reverte para definir a quien recibe los golpes y redobles que se han de oír. (1 de enero de 2003 y 2007).

La población se sitúa a la orilla izquierda del río Jiloca en una vaguada vigilada por dos elevados cerros. Al norte el de San Cristobal y al sur el de San Jorge. Entre ambos, circundándola, se desarrolla la muralla. Dos mil setecientos metros de lienzos entre torreones y con un centenar de contrafuertes que enmarcan una superficie de 42,3 hectáreas. Sus dimensiones máximas son de 890 m en el eje N-S y 600 en el E-O. Colocando el puntero sobre la imagen aérea, destaca sobre la foto de Google Earth el perfil de la muralla en amarillo, los principales torreones en rojo y las cuatro iglesias románicas de la ciudad en azul.

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Al nordeste del recinto abre la puerta alta o del Arrabal en la que confluyen lienzos de muralla que descienden de los cerros laterales (Imagen 5). Hacia el sur, jalonados por los torreones del Caballero y de las cinco esquinas. El torreón del Caballero está en su mayor parte rehecho pues fue semiderruido en la guerra con los franceses y fue edificado en piedra sillar y rematado por un airoso matacán perimetral en altura (Imagen 2).

Más abajo está el torreón de las cinco esquinas edificado en piedra sillar de caliza clara, elegante y de sabor arcaico (Imágenes 3 y 4) del que parten lienzos de muralla de tono rojizo y decorados con bandas de geométricos de ladrillo de estilo mudéjar (Imagen 3).

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Desde la puerta del Arrabal hacia el norte, por callejuelas de sabor medieval trepa una senda zigzagueante entre la roca y paños de muralla hacia el Castillo Mayor (Imágenes 6 y 7).

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El Castillo Mayor ocupa una zona amesetada sobre la ciudad de la que se obtienen magníficas vistas. Lo más destacado es la llamada torre del homenaje, edificación de mampostería tosca que se alza sobre una estructura ataludada. La larga estancia alargada situada a su lado es de época moderna (Imágenes 8 a 10).

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Esta zona fue en su momento el asiento del castillo árabe que originó la fortaleza, si bien del mismo no queda sino el recuerdo. La mayor parte de los parapetos con vanos de fusilería corresponden a obras realizadas por el general Oraá en 1837 sobre el desmantelado castillo arrasado por orden de Felipe V a causa de la oposición del lugar a su reinado, en favor del pretendiente Carlos.

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En el interior de la torre del homenaje queda el arranque de una bóveda de medio punto situada por debajo del nivel de la zona ataludada (Imágenes 12 y 13).

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