La ermita de El Santo se halla en la comarca del Campo de Cariñena, en
la orilla izquierda del río Huerva muy cerca del punto donde éste se remansa en el pantano de Las Torcas.
El lugar pertenece al término municipal de Tosos. Ha sido declarado Bien Catalogado del Patrimonio Cultural de Aragón, por
la Orden de 26 de Noviembre de 2002 del BOA. Las imágenes 1a y 1b, de Google Earth, sitúan el monasterio con respecto al pantano de las Torcas y nos muestra una vista aérea del mismo.
El 22 de Septiembre de 2003 a la vuelta de visitar los templos románicos
de Daroca acompañando a José Luís Aramendía, me llevó hasta este recóndito paraje para
mostrarme las ruinas de uno de los templos románicos más desconocidos de Aragón. Sucesivas tormentas aportaron el matiz de "aventura" a la incursión,
sin faltar una atronadora pedregada, afortunadamente ya en el coche camino de Villanueva de Huerva. No es fácil
llegar al lugar si se desconoce su emplazamiento. La posición GPS y sobre todo el seguimiento del "track"
de la cabecera, conducirán con precisión al enclave. El punto en que comienza la pista junto a una paridera
en pie y otra en ruinas frente a ella, es este: UTM 30T 656439 4573296 783 m.
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Este templo pertenece ya a lo que tan acertadamente definió José
Jiménez Lozano en su Guía Espiritual de Castilla como "el románico de ladrillo". En cuanto a su planteamiento, mi impresión es que no hubo una intencionalidad
desde el principio para erigir un templo de tres naves. Hay evidentes discordancias en sus elementos constructivos para
sustentar esta opinión. Probablemente la primera intención fue construir un templo de una sola
nave adosada a la roca: la meridional. Se atacó la fábrica por este punto con técnica románica
tardía: cabecera con ábside cilíndrico, bóveda de cuarto de esfera en mampostería
y arco triunfal de medio punto en el que convergen dos nervaduras al estilo de los cincovilleses. Hay un ventanal en la zona norte de la bóveda de este ábside por
encima de la imposta destinado a iluminar su interior; puesto que al sur está la roca. Al decidir adosar
una segunda nave a la comentada, queda el citado ventanal sin función alguna (salvo servirnos de indicio para esta hipótesis).
La cabecera central tiene ya un estilo totalmente distinto: bóveda y
arco
triunfal son apuntados, así como el amplio presbiterio que presenta pequeñas arquerías ciegas
laterales y ausencia de nervaduras en la bóveda absidal.
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Al exterior, el ábside primitivo se remata con sencillos canecillos de
piedra, mientras que el siguiente ya lo hace con tres ladrillos en degradación para cada canecillo, dando
de lejos la sensación de rollos. Los tres están realizados en mampostería abundantemente rejuntada
y alisada (Imágenes 1 y 2).
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Por fin, la tercera cabecera es un verdadero pegote. Se adosó al cilindro
central y articula muy adelantada. Las tres tienen ventanal aspillerado de derrama interior (Imágenes 1
y 2). En el muro oeste del teórico espacio de la nave abre una puerta compuesta
por seis arquivoltas de ladrillo, abocinada y decorada con una línea de imposta en piedra arenisca, parcialmente expoliad,a con motivos
ornamentales a base de flores. Sobre ella hay un friso de esquinillas de ladrillo (Imágenes 5 a 7).
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Las dos naves septentrionales se enrasaron mediante
amplios presbiterios con la primitiva a fin de crear un espacio regular en el cual erigir el transepto. Cubrió con bóvedas
de crucería en ladrillo con anchas nervaduras del mismo material. Queda buena parte del lado sur y los arranques
de la central. Por detrás del templo, queda una amplio espacio pleno de edificaciones arruinadas al
que se accede por un vano en ladrillo de tres arquivoltas que milagrosamente permanece en pie (Imagen 4). Debió de corresponder
esta zona a las dependencias monásticas.
