“No esperes
mis palabras ya, ni mi consejo:
Libre,
recto y sano es tu albedrío,
Y error
sería no hacer según su juicio:
Por lo
que corona y mitra yo te ciño”
(Virgilio a Dante.
Purgatorio XXVII, 139-142)
Representación
simbólica
-capitel de San Gil de Luna-
Son
muy conocidos por los traductores de literatura antigua
los textos medievales denominados con el nombre de
“exemplum”, este tipo de relatos se componen por una
historia lineal, vinculada a una imagen mental definida
y una lección moralizante final.
Debido
a su gran eficacia en el proceso de la transmisión
de ideas, estas narraciones fueron muy utilizados
en la predicación eclesiástica como
método práctico de divulgar enseñanzas,
afianzar la labor cristiana, así como de reformar
algunas costumbres que permanecían al margen
de lo aceptado por la Iglesia.
En
concreto y de forma destacada, se originó a
lo largo de la Edad Media un constante chorreo de
narraciones sobre las visiones del más allá,
y fue en el siglo XII cuando éste tipo de relatos
obtuvo su máximo esplendor, repercutiendo en
la creciente demanda de textos y realizándose
por ello abundantes copias de estos populares libros.
Algunos
de estos manuscritos medievales permanecen en el registro
de la Corona de Aragón considerados como las
principales y más influyentes narraciones sobre
la catarsis y la visión paradisíaca
que en aquel tiempo formaba parte de la educación
filosófica del monje de la Edad Media.
En
definitiva, lo que queremos decir, es que el capitel
de San Gil de Luna donde aparece el toro alado en
una perfecta insinuación al triunfante Agnus
Dei junto a un ángel que porta un libro epigrafíado
con el nombre de Marchvs, es una clara alusión
a uno de esos textos de predicación sobre el
más allá y cuya enseñanza tuvo
una permanencia de más de trescientos años
en la mentalidad medieval, tanto de religiosos como
de seglares.
La
mención de las primeras narraciones visionarias
se remontan a los textos incluidos por Beda el Venerable
en su Historia Eclesiástica en el s.VII, por
lo que suele atribuirse al monje irlandés el
fundamento de los escritos posteriores sobre visones
del más allá.
La
Visión de Furseus, Visio Pauli, Visión
de Drythelm o la Visión de Tundall, son algunos
de esos textos que aunque habiendo sido redactados
en siglos diferentes, son coincidentes en dogma y
estructura, puesto que en cada uno de ellos se repiten
cuestiones similares:
1-
Llegada y acceso del pecador al mundo infernal, donde
acompañado por un guía o ángel
guardián que lo asesora y adoctrina en todo
momento, observa, se adentra y experimenta los diferentes
estados purgatoriales, tras lo cual y después
de un cambio trascendental culmina su visión
con la contemplación de una triunfante y apocalíptica
manifestación celestial.
2-
Regreso del personaje al mundo mortal, ya redimido
de sus pecados para vivir el resto de su vida conforme
con las profundas lecciones que ha aprendido y con
el encargo expreso de referir esta vivencia a sus
amigos y familiares.
En
todos los casos, a esta misión divulgadora
se le da extrema importancia, y siempre es delegada
al visionario por alguien que en vida había
representado para el sujeto un modelo de perfección
a seguir.
En
el caso de la Visión de Paulo es el mismo Cristo
quién solicita al apóstol que difunda
la visión, y en Tundal, la tarea le es encomendada
por su santo patrón, al que él venera,
y con el que tras su sorpresivo encuentro e intercambiar
un cordial saludo, inicia una trascendental conversación,
como posteriormente haría Dante con Virgilio,
en el texto más celebre que ha perdurado hasta
nuestros días, la Divina Comedia.
En
todos estos textos de paralelismo evidente, el mensaje
educativo transmitido se convierte en la doctrina
de la segunda oportunidad, donde el arrepentimiento
y la aceptación del sacrificio muestran una
poderosa visión de la misericordia divina.
Al
responder esta serie de manuscritos a una misma imagen
de adoctrinamiento, fue produciéndose progresivamente
una sintetización de los mismos, adaptando
y mejorando algún aspecto narrativo de textos
existentes, lo cual concluyo en el siglo XII con la
particularidad de que acabasen siendo conocidas estas
versiones por el nombre acortado del autor de una
de ellas, un texto que se redacto originalmente en
latín por un monje benedictino, cuya historia
de su vida es apenas conocida, aunque si lo es su
nombre: Marchvs.
Quizá
porqué era la versión que entonces gozaba
de más popularidad, posiblemente por ser hasta
el momento la más precisa y detallada visión
cristiana que se había escrito sobre el más
allá, el nombre de su autor, Marchvs,
acabo por ser el receptáculo del
contenido de esas las narraciones visionarias, que
insertadas en la lectura y meditación del monje,
formaba parte de su educación espiritual
En
cuanto al toro alado que figura en ese capitel mostrando
paralelismo con el Agnus Dei, nos preguntamos por
los motivos o quizá mejor, por la corriente
doctrinal en la que se instruía el diseñador
de ese capitel.
Por
descontado que es una representación peculiar
e innovadora. Aquí el mensaje de la segunda
venida de Cristo se traspasa a la figura del toro
en lugar del habitual cordero, y aunque se conocen
muchas menciones al sacrificio expiatorio asociado
con la figura del toro, hasta el momento y que nosotros
sepamos, aún no se había encontrado
ninguna representación similar.
Nunca
podremos saber con seguridad el porqué de esa
novedosa transferencia, aunque si barajamos la posibilidad
que pueda estar relacionada con el nombre inscrito
de Marchvs en el libro, nos veríamos inducidos
a asociar la representación del toro triunfante
con la contemplación mística global
que se relata en dichos textos.
En
la visión del Marchvs original, el protagonista
es consciente del privilegio otorgado al recibir la
iluminación mística, y concretamente,
puesto que el toro se asocia a Lucas y éste
a Pablo, también podría derivarse a
la visión más trascendental experimentada
por el apóstol en su viaje al mas allá,
cuando el ángel que lo acompañaba le
mostró tras pasar por el país donde
moran los justos, resplandeciente, la ciudad áurea
de Cristo.
*
La trama- El Tractatus de Marchvs -
Tras
intuir que el mensaje de la versión Marchvs
tenía que ser lo suficientemente importante
para que el artista hubiera dejado su constancia en
el capitel, quisimos comprobar esa detallada historia
que con tanta profundidad había arraigado en
la cultura medieval.
Tundal,
el protagonista de la historia se identifica como
un ser humano que comportándose de manera ociosa
es responsable de cometer los ocho pecados capitales
contemplados por la tradición irlandesa.
Su
complicado viaje, empieza una noche mientras esta
cenando en casa de su vecino, allí sufre un
ataque y muere.
Entonces
su alma viaja a un sombrío lugar, donde un
ángel luminoso lo aguarda. Tras recriminar
a Tundal su mal comportamiento en el mundo terrenal
y éste reconocer sus faltas, emprenden juntos
un viaje por el más allá, el ángel
guardián como guía y maestro y Tundal
como alguien que se enfrenta a una primera experiencia
dolorosa y redentora.
Los
horrores del purgatorio son vividos y contemplados
por Tundal en diversos estadios dolorosos, para posteriormente,
terminar en el séptimo cielo donde tras su
emocionante encuentro con el patriarca de la Iglesia
Católica Irlandesa, contempla la Trinidad y
toda la Majestad Divina.
Finalmente,
el protagonista totalmente redimido de sus faltas,
regresa a su cuerpo para poder relatar esa experiencia
a sus amigos y llevar el mensaje de esperanza en el
perdón gracias a la misericordia divina.
*
La justificación – contextualización
del papel de la diferentes órdenes religiosas:
cistercienses, benedictinos, agustinianos -
La
estructura de Marchvs y sus trabajos herederos, fortalecen
de una manera coherente una particular espiritualidad
cisterciense, pero, sin embargo, será utilizada
en el siglo XII para equilibrar dos tipos de meditación
correspondientes a dos mentalidades diferentes, una
de horror y otra de esperanza, dominicos y benedictinos.
El
trabajo de Marchvs hizo más propiedad de la
existencia del Purgatorio, la idea de la segunda oportunidad,
entre la orden benedictina, en cambio, para los dominicos
los sufragios tenían una especial potencia,
a diferencia de para los cistercienses que concebían
la idea del Purgatorio como parte de su espiritualidad
meditativa.
Esta
diferencia se pone de manifiesto en la teoría
y doctrina fundamental de la Visio Tundale : Dios
es justicia y misericordia. Esa es la doctrina que
impregna el poema y le da su vitalidad espiritual.
El hombre no tiene que temer un merecido horrible
eternamente, pues el ángel ofrece un consejo
que es fundamental para esta visión.
El
ángel ha afirmado sucintamente la necesaria
interconexión entre Dios y la Justicia y Misericordia.
La
carga principal del mensaje es que todos los seres
humanos no merecen, por justicia, el castigo de Dios,
sino que sólo es la benevolencia de la Misericordia
de Dios, lo que hace posible la salvación.
Se habla de la diferencia entre lo que se merece y
lo que la misericordia de Dios hace posible. Nos corresponde
hacer penitencia en la tierra y vivir de acuerdo a
la voluntad de Dios. El malestar en la tierra, puede
ayudar a los hombres a la lucha y a vivir más
de acuerdo con la Voluntad divina. Este sufrimiento
es deseable, es un corolario de la doctrina de la
justicia divina y de la misericordia, como justicia
retributiva, que todos los humanos merecen. Por tanto,
es mejor sufrir en la tierra. La penitencia en la
tierra es preferible a la vista de lo que todos merecerían
de acuerdo a una interpretación estricta de
la justicia de Dios. Incluso la pena purgatorial con
todos sus horrores, es una manifestación de
la operación de la misericordia de Dios.
El
Purgatorio, se convierte así, en la "doctrina
de la segunda oportunidad", una poderosa manifestación
de la misericordia de Dios.
En
la cristiandad se produjo la idea del purgatorio como
lugar donde penan las almas antes de entrar en el
paraíso, y del cual a veces salen para pedir
ayuda o amonestar a los vivos. Su desarrollo fue lento.
Como de costumbre, es en San Agustín en quien
se encuentran las bases de esta creencia. Agustín
aceptaba la idea de un fuego purgatorio para limpiar
las almas de pecados veniales antes de que entrasen
en el paraíso, pero sólo para unos pocos.
Gregorio Magno hablaba de las oraciones de los vivos
para mejorar la situación de las almas en pena,
pero para ese papa, el lugar de expiación estaba
en este mundo y la purificación ocurría
en el lugar en que se había pecado. Fue el
papa Inocencio III el que, en un sermón para
el Día de Todos los Santos utilizó varias
veces esta palabra y dejó bien clara la idea
de que existen TRES tipos de iglesia: la triunfante,
la militante y la del Purgatorio.
La
institucionalización del Purgatorio, sería
llevada a cabo en 1274 durante el Segundo Concilio
de Lyon. Así fue como se pudieron consolidar
como ortodoxas una gran cantidad de leyendas y exemplum
contenidos en las Visiones.
Junio 2008