LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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LOS CAPITELES ESTRUCTURALES DE LA CATEDRAL DE JACA


La escultura de la catedral de Jaca es difícil de observar y de apreciar dada la altura a que se sitúan estas obras maestras y la situación de penumbra del interior del templo, en buena parte debida a la amortización de muchos de sus vanos por las sucesivas reformas que ha tenido que soportar a lo largo de los siglos.
En este trabajo pretendo mostrar en detalle cada uno de los sesenta capiteles estructurales de la catedral (visibles e identificables), tanto los que están coronando semicolumnas adosadas a pilastras o pilares cilíndricos, como los correspondientes a los vanos de ábsides y muros y los que decoran las dos portadas o el espacio occidental conocido como "Lonja Mayor".
El orden que seguiré -aleatorio- es el que señalo en la imagen activa bajo esas líneas, numerando los capiteles desde el 1 al 64, si bien hay algunos que por pertenecer a la lonja menor -no estructurales- o a permanecer ocultos o no ser reconocibles, no los incluyo. Las imágenes identificativas de los capiteles van a 400 píxeles de altura y están enlazadas con imágenes a 1.000 píxeles de altura a las que se accede cliqueando sobre ellas.
La mayoría de los capiteles de la catedral poseen decoración exclusivamente vegetal (43 capiteles: 71,6%), dato que sorprende dado que de los que más se habla y publica es de los historiados, aunque estos sean minoría (13 capiteles: 21,6%).

Al final del trabajo aporto algunas conclusiones personales de lo mostrado y descrito acerca de los capiteles estructurales de la catedral.


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El capitel número 1 está adosado a la pilastra sur del muro de cierre. Es de inspiración clásica y nos muestra a varios personajes vestidos con túnica interactuando con leones y serpiente.
El personaje de la cara situada a nuestra izquierda aparece desnudo sujetando con ambas manos la correa de uno de los leones y posee una larga cabellera que parece formar trenzas. El de la cara situada a nuestra derecha (imagen 1b) aparece vestido con túnica hasta los pies -calzados- y lleva la cabeza cubierta con otra prenda textil que cae sobre su hombro izquierdo formando delicados pliegues.
En los ángulos del capitel, bajo las volutas, surgen con fuerza y notable volumen sendas cabezas de león con las fauces abiertas.
El personaje central de la cara frontal porta una serpiente en su mano derecha y parece interactuar con el situado a nuestra derecha. Alrededor de su cabeza, en el apeo central del capitel, se advierte un halo circular labrado. En el espacio entre su cabeza y la de la figura de nuestra izquierda aparece un detalle triangular que acaso pudiera corresponder a un ala pequeña, aunque no vemos su homologa en el lado opuesto.
Los leones ocupan la porción inferior de la cara frontal y se disponen de modo que sus grupas quedan adosadas y sus rabos, pasando por detrás de sus respectivas patas posteriores, se entrecruzan en la línea media reposando las borlas sobre el collarino que queda notablemente por debajo del límite horizontal de la escena señalada por las patas de los leones. El situado a nuestra izquierda muestra gesto amenazante y va sujeto con correa por el personaje desnudo de ese lateral, mientras que el de nuestra derecha va suelto y aparenta lamer su lomo o la pierna del personaje situado tras él. Las melenas de los leones son de delicada talla y las vemos iguales en los leones del tímpano de la portada occidental y también en el tetramorfos de san Marcos situado en el crucero del templo.
Todas las volutas aparecen decoradas con sucesión de pequeñas escamitas en su alargado espacio central. El ábaco, de una sola pieza, se decora con sucesión de palmetas al interior de elementos curvados que se bifurcan en altura y se enroscan en sus extremos. Posee bolas en ambos ángulos.

El estilo del capitel evoca a motivos clásicos en los cuales a buen seguro se inspiró su autor. La aparición de personajes togados, leones y serpientes traen a la mente de inmediato las escenas de los thiasos dionisíacos con su cortejo de sátiros, ménades, fieras y serpientes en los que probablemente haya que buscar su inspiración. Por otra parte, el hecho de aparecer dos leones contrapuestos, uno fiero y otro manso, junto a la aparición de un personaje portando una serpiente en la mano ponen a esta escena en relación con la vista en el tímpano de la portada occidental y su mensaje probablemente sea complementario del de aquél. El hecho de que el personaje central posea un halo alrededor de su cabeza junto al detalle de lo que parece una pequeña alita, sin duda le añade protagonismo. No poseo una idea clara del significado que se trató de transmitir a través de la sincretización de un modelo sin duda clásico; aunque la idea subyacente en el capitel pueda ser que los justos poseen el control sobre las fieras y las serpientes.


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El capitel número dos se halla adosado al lado oeste de la pilastra cruciforme posterior de las del lado meridional. Es una pieza suplementada en su porción inferior por medio de un cilindro decorado con palmetas de hechura similar a lo visto en el ábaco del capitel que está frente a él y que acabamos de ver. El ábaco es liso. Lo que resta del capitel, en especial en su lado izquierdo (imagen 2b) permite afirmar que su decoración estuvo compuesta por tres parejas de aves con sus picos adosados y una más en cada lado corto en posición casi vertical que se agarra con su patas al lomo y a la pata de la situada próxima a ella. Bajo cada una de las volutas hubo un foliolo grande, evidente en el lado izquierdo y desaparecida en el derecho. La voluta que permanece parcialmente íntegra está decorada con pequeñas espículas triangulares muy alargadas. Entre el apeo central y las volutas quedan vestigios de haber existido decoraciones vegetales a modo de pequeñas hélices.

El modelo de grandes foliolos angulares bajo los cuales se albergan imágenes, ya sean aves o personajes como en los capiteles de la anunciación o el de la imago clipeata (capiteles 11 y 17), es un recurso del escultor para no dejar de lado el modelo corintio original de las cestas de sus capiteles.


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El capitel número tres está adosado al lado sur de la pilastra cruciforme posterior de las del lado meridional. Al igual que ocurre con el anterior y con el siguiente, presenta un ábaco liso. El capitel está algo deteriorado en su porción inferior, pero en general la conservación es buena. Posee decoración exclusivamente vegetal formada por dos filas de palmetas rematadas en su parte alta por piñas con un bien elaborado pedículo que continua el eje central superior de cada una de ellas. Las voluta se decoran por medio de dos líneas incisas paralelas y su parte extrema se enrolla sobresaliendo de su plano horizontal, originando un saliente a modo del apex de la concha de un caracol. El apeo central de la cesta para el ábaco posee decoración de elementos alargados paralelos que en la sección de su extremo conforman los ocho pétalos de una flor con botón central.


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El capitel número cuatro lo encontramos adosado al lado este de la pilastra cruciforme posterior de las del lado meridional. El ábaco es liso. La decoración de su cesta es puramente vegetal a base de entrelazos compuestos por una cinta formada por cuatro filamentos paralelos que se entrecruza formando lazos para acabar desplegándose en la zona media del capitel formando dobles flores de lis opuestas y con un pequeño brote vegetal entre ellas. Las volutas están deterioradas en su superficie pero en su extremo pueden apreciarse cómo se enroscan sobresaliendo picudas más allá del plano horizontal. Bajo ellas surgen sendos pitones de ángulo con profundas líneas incisas paralelas provocando la sensación de que tenga "gajos".


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El capitel número 5 es uno de los cuatro grandes capiteles que coronan los cuatro pilares circulares de la catedral. Se encuentra frente a la portada sur de acceso al templo, un poco retrasado con respecto a aquella. Está formado por dos bloques: el superior, que es el que presenta los motivos esculpidos y el inferior, de sección levemente troncocónica, es totalmente liso.
La escultura de este capitel, al igual que la que veremos en el número 9, es muy sencilla y tosca. Intenta integrar elementos representativos de la escultura de la catedral, pero no consigue ser sino una mala copia de la misma. Quien lo labró sin duda estaba muy lejos de las habilidades del maestro de Jaca.
El planteamiento de la zona decorada situada en la mitad alta del bloque superior se hizo a base de labrar cuatro salientes en las esquinas, a modo de palmetas en horizontal, con decoración longitudinal incisa en su convexidad y una pequeña bola en el vértice de la cara inferior. En el espacio central de cada lado labró tres motivos similares, más pequeños y sin la bola decorativa.
Sobre el motivo central de cada cara labró en relieve los apeos para el ábaco, que son cilíndricos, unos lisos y otros con decoración de sogueado. El apeo del lado sur es triple.
Las volutas, muy horizontales y sin la elegancia que vemos en los elementos que pierden grosor hacia su extremo, no son sino un mal remedo de ese recurso decorativo.
Es reseñable que sobre los esbozos de palmetas de las esquinas meridionales colocó sendos pitones jaqueses a modo de "cuerno de rinoceronte", totalmente fuera de contexto. Junto a la palmeta posterior meridional labró un elemento en espiral, serpentiforme, alrededor del que colocó tres pequeñas hojas y una bolita. En el espacio similar al descrito, situado junto a la esquina anterior de ese lado, labró una hexafolia rodeada de cuatro hojas de mayor tamaño y un par de bolitas. Bajo la confluencia de las volutas del lado norte del capitel labró una especie de relleno con decoración incisa sogueada.

En fin, un capitel que al igual que veremos en el número 9, denota la impericia de un escultor de circunstancias al que se encargó, acaso con premura, proveer sendos capiteles para los pilares cilíndricos del lado meridional pero que ni de lejos alcanzó a poder hacer siquiera algo parecido a los maravillosos capiteles que coronan los pilares circulares del lado norte. Quizá para ese momento el escultor de prestigio ya ha marchado de Jaca y sea esto una "faena de alivio" realizada por un escultor de baja calidad que intentó, sin conseguirlo, utilizar en esta pieza los recursos artísticos de la escultura de Jaca.


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El capitel número 6 está situado en el lado occidental del pilar cruciforme situado frente a la portada meridional y junto con el número 7 son dos de los capiteles que primero verían quienes se adentrasen en la catedral por la portada sur. En su escultura destacan dos personajes principales situados en el centro de la cara frontal. El de nuestra izquierda es un varón joven con abundante pelo ordenado en cortos bucles. Tiene el rostro vuelto hacia el centro del capitel y está mirando al personaje situado a nuestra derecha. Aparece desnudo salvo una pequeña clámide ceñida al hombro derecho por fíbula anular. Su brazo extendido señala con el índice hacia nuestra izquierda mientras que el izquierdo aparece en jarras apoyando la palma de la mano sobre la cadera. La clámide se despliega de modo elegante hacia la línea media del capitel mientras una serie de ondas que simulan agua le ocultan los pies. La figura situada junto a él muestra un perfil corporal claramente femenino. Su cuerpo traza un pequeño escorzo con concavidad hacia el centro del capitel. Tiene el rostro inclinado y vuelto hacia la cara del anterior con quien parece estar conversando. Luce una larga melena que ocupa el espacio entre las cabezas de ambos personajes. Su torso aparece desnudo  insinuando unos pechos pequeños pero sin duda femeninos. El brazo derecho cae en vertical hasta el codo y luego desaparece detrás del brazo en jarras del varón. El brazo izquierdo aparece a media extensión apoyándose sobre el pitón jaqués de nuestra derecha señalando con el índice hacia ese lado. A nivel de su ombligo y cubriéndole el abdomen porta un velo que se prolonga hacia el centro del capitel desde donde cae formando tres o cuatro pliegues al modo en que se representan las caídas de los elementos textiles. Por debajo de este tul, el abdomen, la pelvis y sus extremidades aparecen semivelados perfilando su figura gracias a las ondas que la envuelven.
A ambos lados de las figuras descritas  hay dos pequeños personajes secundarios ocupando los ángulos del capitel y parte de las caras laterales. Se trata de dos seres alados que tocan el “aulós”, una especie de flauta clásica de doble caña. El situado a nuestra izquierda está desnudo y agazapado sobre las ondas que semejan agua. Este músico alado posee cabello rizado que deja ver una oreja decididamente puntiaguda. El ser demoníaco que aparece tras él, apoya la mano derecha sobre su cabeza en un gesto sin duda significativo. El pequeño ser alado de nuestra derecha está también agachado y sonando el aulós. Su cuerpo queda oculto y tan solo sugerido su volumen por el relieve de los elementos ondulantes que simulan el agua de la que parece surgir. Lo que a primera vista aparenta ser cabellera son los dedos acabados en uñas del ser demoníaco situado tras él y que como en el caso precedente coloca la mano abierta sobre la cabeza del músico cuya oreja es también puntiaguda.
Ocupando la cara lateral del capitel a nuestra derecha hay una figura grande de la que destaca su gran cabeza  diabólica de aspecto leonino de la que sobresale el cuerno del lado izquierdo y bajo el mismo una oreja apuntada y caída. Sobre su frente caen varias guedejas estrechas con decoración de fino sogueado. Los ojos son grandes con las pupilas bien marcadas señalando una mirada bizca que aumenta su fealdad. Una nariz grande y plana y su amplia boca con desproporcionados dientes completan su desagradable fisonomía. Es relevante el detalle de que con la mano izquierda está agarrando los elementos ondulantes que dan continuidad a la porción inferior de la escena, en actitud semejante a la que veremos a su homólogo del otro lado del capitel. En la cara izquierda del capitel encontramos a otro ser demoníaco en posición erguida. Tiene alas desplegadas similares a las de los músicos. Posee dos grandes cuernos y orejas puntiagudas. Los ojos son grandes y oblicuos, la nariz corta y ancha. Muestra un fino y largo bigote que se despliega por sus mejillas hacia las orejas. La boca rasgada con labios poco señalados aparece entreabierta mostrando unos incisivos centrales no bien definidos. Con la mano derecha toca la cabeza del músico situado en cuclillas a su lado mientras que con la mano izquierda agarra el extremo del elemento ondulante que vemos desplegarse por la zona inferior del capitel. Ambos personajes diabólicos aparecen como los causantes de la ondulación de las aguas de las que surgen la figura femenina y los pequeños diablillos músicos.
Bajo los extremos de las volutas asoman -una vez más- unos decididos pitones jaqueses. El ábaco, de una sola pieza aparece decorado con medios arquillos cóncavos, como los que contienen palmetas, pero que en este caso están vacíos. Los elementos curvados que se enroscan en sus extremos aparecen reunidos a nivel del arranque de los arquillos por tres grapas como las que se emplean en la unión de la rejería románica. El capitel está suplementado en su porción inferior por medio de un elemento sin decoración que contiene el collarino.

El estilo del capitel, en especial en lo tocante a su cara frontal es magnífico. Revela la mano de un artista de gran talla como es el maestro de Jaca. Los personajes principales, masculino y femenino -desnuda ella y con una leve clámide él- interactuan en un ambiente dominado por la transparencia de unas ondas que sugieren medio acuático y que son agitadas desde los laterales por sendos seres diabólicos. Dos diablillos de alas y orejas puntiagudas -supliendo a erotes- añaden el fondo musical al momento por medio de sus flautas dobles mientras reciben la influencia diabólica representada en el hecho de que los demonios laterales posan una de sus manos sobre sus respectivas cabezas. La escena debe de estar tomada de una obra clásica, de un probable thiasos marino en el que me atrevo a intuir las figuras de Venus y probablemente Ares, su amante, cuyas figuras sirven al propósito de escenificar el concepto de "la tentación", representado en otros templos de similar cronología por Adán, Eva y la serpiente pero que, acaso por la gran influencia clásica, en este singular templo el maestro de Jaca eligió este sugerente motivo para representarla a través de hombre y mujer señalando en direcciones distintas bajo el influjo del agua, la música y la puesta en escena orquestada por sendos demonios (Más información, en este enlace).


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El capitel número siete está adosado al lado sur de la pilastra cruciforme posterior de las del lado meridional y junto con el anterior, son los dos que primero ve el fiel que penetra al templo por la portada sur. Es un capitel absolutamente vegetal que sigue las normas clásicas del capitel corintio: dos niveles de hojas de acanto y en altura sendas volutas que convergen en los ángulos. Los niveles de hojas vegetales están labrados con maestría sobresaliendo de la cesta de modo decidido y fueron labrados dejando espacios vacíos entre ellos transmitiendo elegancia y levedad. En la base de cada uno de los niveles se añadieron sucesiones de palmetas no tangentes. Quedan restos de pintura roja en algunos lugares de las hojas. La decoración del collarino es delicada y la volveremos a encontrar, semejante, en otros capiteles del templo. Varios elementos a modo de abrazaderas parecen sujetarlo a la cesta y en los espacios generados encontramos decoración de líneas formadas por bezantes o elementos geométricos romboidales. En altura, las volutas aparecen decoradas con escamitas tanto en su nervio central como en los laterales, más finos. El apeo central para el ábaco aparece revestido de alargados foliolos paralelos que también se decoran con escamitas. En su extremo superior hay una prolongación en la que se labró un motivo cuadrifoliado. A sus lados, en las enjutas, hay dos margaritas de seis hojas rodeadas de pequeños relieves vegetales. En los ángulos del capitel hay dos formaciones cónicas incurvadas hacia el exterior cubiertas de pequeñas escamitas labradas con delicadeza a las que conocemos como "pitones jaqueses". Gracias a que los elementos vegetales se esculpieron dejando vacíos entre ellos podemos seguirlos en prácticamente todo su recorrido desde el nivel del collarino de donde parecen proceder.

Este excepcional capitel de tradición clásica, creo que es una obra destacada del maestro de Jaca y su situación para ser contemplada nada más acceder al templo no parece ser casual. El tema de los pitones jaqueses o pitones de ángulo se repite en bastantes capiteles del primer momento del románico a lo largo de la ruta jacobea. En la catedral de Jaca los encontramos en quince capiteles de los cuales en seis ocasiones son de gran porte y aparecen en obras destacadas como son los capiteles de ambas portadas. Mi propuesta acerca de este tema es que esa extraña formación conocida como "pitón jaqués" es la expresión escultórica de la espiga floral del acanto antes de que sus florecillas se abran y que el maestro de Jaca tuvo el acierto y la primacía de labrarlas en varios de sus capiteles. A partir de ese punto, veremos pitones jaqueses en otros templos,;pero en la mayoría de los mismos la idea fundamental de ser la espiga floral del capitel corintio ya se ha olvidado y muchas veces son representados como leves puntitas cónicas bajo las volutas, copiando el modelo jaqués pero probablemente sin que esos escultores comprendiesen el concepto de lo que estaban labrando. El acanto es una planta funeraria en el mundo clásico y el hecho de representar sus brotes florales supone una indicación más hacia la idea de muerte-resurrección (Más información en este enlace).

Gaillard ya señaló en un trabajo suyo de 1938 estás formaciones definiéndolas como "gros pitón strié". "A menudo esta punta cónica se individualiza, se separa de la hoja y se coloca bajo el ángulo de las volutas. El grueso pitón estriado o en ocasiones con escamas llega a ser uno de los motivos más característicos de las esculturas de Jaca, a modo de firma de taller que se ve no solo en los capiteles corintios sino también en los capiteles decorados con figuras. La manera de como se formó este motivo aparece aquí con claridad." Les débuts de la sculpture romane espagnole. León, Jaca, Compostelle. Georges Gaillard. Paul Hartman, editeur, París. 1938, pp. 97


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El capitel número ocho está adosado al lado este de la pilastra cruciforme posterior de las del lado meridional. Es otro capitel vegetal que guarda una gran similitud con el esplendido ejemplar que está a su lado. Este vuelve a repetir el modelo del capitel corintio, pero sin la delicadeza escultórica del número siete. Los dos niveles vegetales inferiores están bien resueltos a base de foliolos y palmetas en la base, pero sin el atrevimiento escultórico visto en el anterior. El apeo central para el ábaco es fasciculado, pero sin los delicados detalles vistos en el previo. Los pitones jaqueses también están presentes aunque solo se ve su porción superior decorada con líneas incisas longitudinales convergentes en su vértice. El collarino muestra decoración similar a la del capitel anterior, aunque quizá por su desgaste o labra menos decidida apenas es reconocible.

La parte de nuestra derecha del capitel (voluta, pitón, foliolos de la imagen 8b) son reconstrucciones en escayola para simular su integridad. Este capitel junto con los numerados como 9, 22 o 23 aparecen dañados en la zona que da a la nave central del templo por causa de que en los tramos centrales segundo y tercero se instaló en 1517 el coro, permaneciendo allí hasta 1919 en que se trasladó a su actual situación en el altar mayor.


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El capitel número nueve corona la pilastra circular anterior del lado meridional de la catedral. Su aspecto general es semejante en hechura al ya visto con el número 5. Como aquél está compuesto de dos mitades y la inferior carece de decoración lo que les aporta un aspecto muy característico. La orla perimetral de palmetas estilizadas es semejante a la ya vista con la diferencia de que las angulares no poseen bolas en la cara inferior de su vértice. Las volutas están mejor planteadas que en el número 5. Su trayecto y aspecto es más "creíble". Posee apeos para el ábaco en altura del centro de sus caras y se decoran con incisiones concéntricas o alargados foliolos paralelos que rematan en círculo decorado con una hexafolia. Bajo las volutas se labraron margaritas con 16, 20 o más pétalos y en algunas de ellas presentan aspecto sogueado. El ábaco, sencillo, posee un ligero bocel a diferencia del que corona el capitel 5 que es liso. En su porción medial se halla rehecho a base de escayola porque fue deteriorado al instalar el coro que hubo en la nave central (Imagen 9a). Es reseñable que en la voluta de su ángulo noreste, muy cerca del extremo enrollado y rehecho con escayola hay una magnífica marca de cantero que muestra un "S" con sus extremos rematados por pequeños golpes de cincel (Imagen 9b).

Este capitel, como se ha señalado, es semejante al que corona el otro pilar cilíndrico de esta línea de pilares. Ambos utilizan las características escultóricas de los magníficos capiteles de la catedral (Palmetas, pitones, jaqueses, margaritas, serpientes..) pero sin lograr en absoluto su nivel de calidad. Parecen obras realizadas con premura, si bien el capitel número 9 es más "elegante" que el 5. Cuenta además con el hecho excepcional de mostrar una marca de cantero ("S" -¿quizá Sancius?).


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El capitel número diez está adosado al lado oeste de la pilastra cruciforme anterior de las del lado meridional. Es un capitel historiado en el que vemos a personas interactuando con animales (aves y leones). En la cara frontal aparece un león pasante hacia nuestra derecha al que una persona descalza situada tras él le abre el belfo; no en el sentido de desquijarar sino de ampliar su boca cerrada, como se hace en simbología en el caso de los maledicentes. En el vértice izquierdo del capitel otra persona hace lo propio con otro león del que solo se esculpió su cabeza. Esta cabeza muerde la cola del león anterior. Sobre el lomo de este león frontal hay dos aves que pican en el hombro a las personas que abren los belfos de los leones. Las aves surgen de la cabecita de otro león que se halla en lo alto en funciones de apeo del ábaco. En el lateral izquierdo un personaje sedente togado y descalzo sostiene con su mano izquierda el brazo de quien abre los belfos del león mientras que la zarpa derecha del león reposa sobre su rodilla (imagen 10a). Al lado opuesto hay una persona desnuda que porta lo que a mi juicio -por similitud con lo visto en sarcófagos clásicos- es una antorcha. El capitel cuenta con dos volutas bajo cuyos extremos se despliegan foliolos vegetales flordelisados. En las zonas libres de imágenes en que se ve la superficie de la cesta vemos que ésta se decoró con tenues motivos vegetales. El ábaco, de una sola pieza, se decora con sucesión de palmetas al interior de elementos curvados que se bifurcan en altura y se enroscan en sus extremos. Posee bolas en ambos ángulos y es idéntico en su decoración a la del capitel número 1.

Este capitel historiado, del cual no he encontrado explicación simbólica coherente, generó réplicas, prácticamente idénticas, en la iglesia de San Pedro de Loarre (dos capiteles) y en san Zoilo en Carrión de los Condes. Sus abigarrados personajes sin duda nos están transmitiendo un mensaje que no llega hasta nosotros (Ver más en este enlace).


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El capitel número once está adosado al lado meridional de la pilastra cruciforme anterior de las del lado sur. Es una magnífica escultura muy desconocida por permanecer en una de las zona de mayor penumbra del templo propiciada por las capillas añadidas y la consecuente eliminación de sus vanos originales, que sin duda aportaron la luminosidad obligada al episodio de la Anunciación.

En el plano formal se trata de un capitel suplementado por su zona inferior por medio de un cilindro decorado con palmetas separadas por motivos verticales y lisos en relieve. La cesta del capitel posee dos grandes foliolos angulares que nos recuerdan su origen derivado del modelo corintio. También volutas convergentes en los ángulos del capitel. Centra la cara frontal una imagen de la Virgen vestida al modo clásico, con túnica y manto que recoge con su mano izquierda al tiempo que presenta la palma de la diestra abierta hacia el frente a la altura del pecho mirando e interactuando con el ángel situado a su izquierda. Luce un pequeño velo que cubre parcialmente su cabello recogido en delicadas ondas. Se encuentra flanqueada por sendos seres angélicos cuya mitad inferior queda oculta tras los mencionados foliolos angulares. Ambos muestran sus alas desplegadas y aparentan estar volando sobre la vegetación representada por los foliolos angulares. Las alas internas de ambos, ocupando el lugar teórico de las hélices corintias, convergen en el apeo central sobre el que destaca la cabeza de la Virgen. El ángel de nuestra izquierda alza su mano izquierda en actitud de bendecir mientras que con el índice de la derecha señala y toca el brazo de la Virgen. El ángel a nuestra derecha, coprotagonista de la escena y por tanto identificable con el arcángel San Gabriel, interactúa con la Virgen mostrándose en conversación con ella. Alza su mano derecha con el índice levantado en actitud de transmitir su mensaje mientras con la izquierda porta una cruz de largo vástago, elemento anacrónico para el momento de la Anunciación y acaso premonitorio del devenir de la historia que a Ella le va a tocar asumir. Ambos ángeles llevan un tipo de peinado frecuente en la obra del maestro de Jaca a modo de "rastas", semejante, por ejemplo, al que luce Abraham en el capitel de la portada meridional de la catedral.

En la palmeta situada a nuestra izquierda, sobre un fondo de alargados foliolos se muestra un personaje sedente y encorvado adaptado al espacio inferior de ese motivo vegetal en actitud de agarrar a una gran serpiente con ambas manos mientras ésta rodea su cuello de izquierda a derecha mostrando su cabeza triangular a nivel de la rodilla izquierda en la que el personaje apoya su codo. Su pie izquierdo está calzado y con el derecho, desnudo, pisa un elemento cuadrado que creo se ha de interpretar como libro sagrado (1). Los bordes del foliolo que contiene esta escena se prolongan con los elementos verticales de la pieza que suplementan la cesta del capitel. En el lateral izquierdo de la cesta, semioculto tras el foliolo hay otro personaje alado de rasgos deliberadamente monstruosos -enorme boca y grandes dientes-. Muestra desplegada su ala izquierda que se contrapone en simetría con la del ángel de ese lado. Sujeta también con ambas manos a otra gran serpiente cuya cabeza aparece apoyada en el ala descrita pasando por detrás de la voluta.

Al lado opuesto encontramos otra palmeta similar en la que se muestra un ser simiesco agarrado con tres de sus manos a un pequeño travesaño a modo de vestigio de collarino mientras lleva su mano derecha hacia la zona de la garganta en un gesto que vemos repetido muchas veces en la representación de la figura de Adán tras comer del fruto prohibido. Su cara ha desaparecido por fractura de la pieza pero permanece el contorno de su cabeza. La voluta lateral de este lado aparece toscamente trabajada, siendo uno más de los detalles de algunos capiteles que indican su colocación antes de ser finalizados.

El ábaco está formado por dos piezas con el mismo modelo repetitivo -de mayor módulo a nuestra derecha- a base de elementos flordelisados y enroscados en su parte inferior componiendo palmetas vegetales

La lectura de la historia que nos narra el capitel es clara y ya la señaló Serafín Moralejo (Aportaciones a la interpretación del programa iconográfico de la catedral de Jaca, en Homenaje al prof. Lacarra, Vol I, p. 190-198. Zaragoza 1977). Representa la escena de la Anunciación de María por el arcángel San Gabriel, con la particularidad de que en la escena aparece un segundo ser angélico (como en la portada de Mediavilla de San Sernin de Toulousse, entre otras).

María es mostrada como triunfadora sobre el mal y el pecado representados por el personaje demoníaco y también por el que con la serpiente al cuello pisa el libro sagrado. El personaje simiesco no aparece "tapando sus ojos con la mano derecha" como indica Moralejo. Basta con ver en detalle la imagen 3 para notar que su mano se sitúa más baja, sobre la garganta, evocando el tantas veces repetido gesto de Adán tras cometer el pecado original. Pecado que nos conduce al mal y a los vicios representados por el arquetipo del simio y sobre el que María -sin pecado concebida- aparece como triunfadora.

Una última reflexión acerca de este capitel es que la situación de María con su cara vuelta hacia el arcángel San Gabriel podría haber recibido la luz del sol a través del vano del transepto meridional. No podemos comprobarlo por las modificaciones estructurales del templo, pero es un hecho calculable acudiendo a las tablas de altura solar en las diferentes épocas del año, la altura del vano del transepto (conocemos la del lado norte) y la del capitel en cuestión. Fruto de esta reflexión es el artículo en el que propongo la iluminación del capitel coincidiendo con el equinoccio de primavera a modo de primitivo "milagro de la luz": Ver enlace

(1 - El personaje con serpiente que aparece bajo el foliolo izquierdo lleva un pie calzado y otro descalzo con el que pisa un libro. Esa actitud de descalzarse un pie -monosandalismo- se interpreta por algunos autores como una forma de invocación al más allá. Esperanza Aragonés. San Marín de Artáiz y el Paraíso como jardín. Conferencia en el Museo de Navarra 2017.)


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El capitel número doce está adosado a la pilastra de embocadura de la nave sur del templo, justo frente al capitel anterior de la Anunciación. Se trata de un capitel historiado de entramado de tallos vegetales de tres filamentos que se enroscan y entrecruzan con elegancia acabando en motivos flordelisados o fundiéndose entre si. Las volutas angulares con sencilla decoración incisa son el único vestigio de su origen corintio. El personaje central de esta historia es un varón joven de proporciones perfectas y cabello de "rastas" tocado tan solo con clámide que con sus pies sobre el collarino en postura quiástica toma por el pecho a un ave situada casi vertical con su mano derecha mientras que con la izquierda coje a un león por su pata delantera izquierda mientras que éste le apoya su zarpa derecha en el hombro. El león, situado en horizontal, ocupa la parte alta de la cara lateral del capitel. El entramado vegetal surge de la boca de los leones (desaparecida en el lado izquierdo). En el centro de la cara frontal del capitel otro ave (duplicada como toda la escena por mor de la simetría) parece ser continuidad de la sujetada por el hombre y enredada en la trama vegetal vuelve la cabeza hacia lo alto. La escena, que sin duda nos transmite una idea, está duplicada en este capitel buscando uno de los principios básicos del románico: el de la simetría.

El ábaco es de nuevo fruto de la unión de dos mitades, en este caso claramente desiguales. Ambas se componen de palmetas, más elaboradas en el lado izquierdo. En el ángulo de nuestra derecha, una cabecita de león viene a decorar esta media pieza. A destacar que las dos mitades del ábaco presentan motivos desiguales y que además no muestran sensación de continuidad, lo cual indica una cierta premura/descuido en su utilización.

El estilo del personaje central del capitel -el varón con clámide en postura quiástica- es magnífico, y me atrevo a contradecir a Gaillard en su opinión acerca del desnudo de Isaac en el capitel de la portada sur. Creo que este es de mejor labra y proporción y quizá lo elevado de su situación frente a la accesibilidad del de la portada sur lo hiciesen decantarse por este último. La aparición de personas, leones y aves interactuando, quizá lo puedan poner en relación con el capitel número 10 para ayudar a su comprensión. En este caso, la presencia del hombre enredado en la trama vegetal, al igual que el ave superior puede orientar hacia el deseo de elevación de su alma representada en el ave (sujeta a él o intentando libre volar al cielo) con la participación del león en tanto que ser psicopompo o conductor de almas.


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El capitel número trece se encuentra adosado al lado este del pilar anterior de los del lado sur dando frente a la cabecera del templo. Sustenta la parte posterior del arco toral meridional, uno de los cuatro sobre los cuales se alza la bóveda del crucero. Es otro de los capiteles enteramente vegetales de la catedral. Posee un único nivel inferior a base de grandes foliolos bajo los cuales hay cuatro grandes palmetas, dos en la cara frontal y una en cada una de las laterales. Los foliolos angulares en su convexidad muestran nervadura central y decoración estriada convergente en su vértice. Del centro de cada cara cuelga de un fino tallo una bola a modo de fruto. El apeo central para el ábaco está recubierto y flanqueado por alargados foliolos paralelos. La decoración de las volutas es muy cuidadosa. Muestra a lo largo de su estructura formaciones enrolladas a modo de pequeñas volutas secundarias. Bajo el extremo de las volutas hay motivos vegetales formando una estructura flordelisada. El collarino se decora con motivos que lo segmentan a modo de abrazaderas. El ábaco está constituido por dos piezas y luce una elaborada decoración con una palmeta central, a modo de flor del ábaco, y otras a sus lados mucho más elaboradas y de delicada estructura que no volveremos a ver en todo el templo. Son dos piezas pero no tomadas al azar sino realizadas para complementarse con perfección y formar la flor central del ábaco, de reminiscencia corintia.

Este capitel vegetal posee un claro guiño hacia el helecho en su fase inicial, es decir a los brotes alargados y curvados en su extremo que muestran a lo largo del tallo pequeños brotecillos enrollados de los cuales surgirán sus frondes. El helecho como símbolo de pervivencia y de resurrección es utilizado en el cristianismo a modo de símbolo de vida tras la muerte debido a que al cortar sus frondes vuelven a brotar otros nuevos del rizoma. La abundancia de esta planta en ambientes retirados es asimismo símbolo de humildad. Son abundantes las muestras de "báculos" en la escultura románica a través de los que se nos están transmitiendo la idea del helecho, aunque en lugares como Jaca o en la portada del monasterio de Veruela, por citar otro templo aragonés, son muy evidentes.


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El capitel número catorce se encuentra en altura del lado norte del pilar cruciforme anterior que separa las naves sur y central, dando vista a esta. Sustenta la parte sur del arco toral posterior, uno de los cuatro sobre los cuales se alza la bóveda del crucero. Es otro de los capiteles que poseen exclusivamente decoración vegetal. En los ángulos de su único nivel inferior hay dos grandes foliolos muy trabajados. En las superficies anteriores vemos labrados múltiples foliolos de diferentes tamaños que se despliegan con elegancia desde el collarino, formando en el ángulo una concavidad lanceolada. La cara convexa de los foliolos está asimismo trabajada cuidadosamente, no solo con incisiones paralelas, sino con una labra más profunda que aporta volumen a la pieza. El extremo del foliolo que se orienta hacia el oeste aparece dañado, probablemente como consecuencia de la presencia en su momento del coro en los dos primeros tramos de la nave central. Una pequeña y sencilla palmeta que descansa en el collarino decora el centro de cada cara. El apeo central del ábaco está sustentado por hojillas paralelas lanceoladas. Las volutas lucen sencilla decoración longitudinal incisa y ajo sus extremos, de nuevo motivos vegetales flordelisados. El ábaco, de una pieza, se decora con sucesión de palmetas enmarcadas por elementos a modo de zarcillos. Posee bolas en sus ángulos.

Esta magnífica pieza es otro de los múltiples capiteles vegetales del templo que vemos decorar sobre todo los laterales de la nave central, e incluso antes de ésta, el pórtico occidental conformando una especie de "vía sacra" cuajada de motivos vegetales.


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El capitel número quince sustenta la parte anterior del arco toral meridional y está compuesto por un capitel doble y un suplemento superior que es un fragmento de otro capitel también doble. En detalle vemos que la zona inferior es un capitel completo de doble cesta con decoración exclusivamente vegetal siguiendo el modelo corintio. El nivel vegetal inferior esta compuesto por frondes decorados con piñas que cuelgan de delicados tallos a partir de la zona central de cada uno de ellos. En la base de las cestas, descansando en el collarino encontramos una sucesión de palmetas vegetales tangentes. El segundo nivel vegetal está formado por dos frondes angulares decorados con bolas a modo de frutos y en el centro de la cara frontal, justo bajo las volutas, media docena de hojas de acanto delicadamente trabajadas. Los apeos centrales que deberían de soportar un ábaco, están decorados por medio de hojillas paralelas lanceoladas. Las volutas lucen a lo largo de su porción central una sucesión de pequeñas hojillas que enlazan con lo visto en el capitel número 13, situado justo frente a éste y reforzando a través de ellas el mensaje inherente a los brotes de helecho.

Por encima del capitel descrito encontramos la mitad superior de otro capitel de aspecto más tosco. El segmento que vemos corresponde a la porción que contiene las volutas y los apeos para el ábaco. Las volutas son toscas y planas, sin ninguna decoración y poseen bajo su rosca motivos flordelisados muy simples. Los apeos para el ábaco son diferentes entre si. El de nuestra derecha es cilíndrico y está compuesto de una sucesión de roscas superpuestas a modo de sogueado mientras que el de nuestra izquierda, también cilíndrico, se decora con pequeñas escamitas triangulares. Esta pieza procedente de otro capitel aparece fracturada a nivel de la voluta medial del lado de nuestra derecha. El ábaco se decora con una sucesión de palmetas vegetales y motivos flordelisados de sencilla hechura. En los ángulos hay bolas con una especie de pedículo triangular de vértice anterior cubriendo su porción superior.

Este capitel, junto con el siguiente que veremos, son capiteles "con suplemento". Hay una docena más de capiteles suplementados en la catedral, pero lo habitual es que se suplementen con una pieza hecha ex profeso para ese fin, incluso continuando la decoración de la cesta; en cambio en este caso los dos fragmentos proceden de piezas diferentes, una entera (la inferior) y otra, la superior, que es la mitad aserrada de otro capitel más tosco y probablemente más antiguo, dando base a la hipótesis del cambio de módulo en la catedral acaecido ante la llegada a la misma de un maestro que trabaja con un módulo más grande y esbelto, por lo cual estos pequeños capiteles no alcanzarían la altura idónea para sustentar la parte delantera de los arcos torales. Ahora bien, cuando miramos en detalle el capitel entero (inferior), vemos que tanto en este caso como en el siguiente, sus hechuras son delicadas y coherentes con lo visto para el trabajo del maestro de Jaca incluso en los motivos historiados, como veremos en el siguiente. Si es cierto que hubo capiteles toscos de menor módulo, el nuevo equipo debió de tener una doble tarea: seccionarlos para aprovechar su mitad superior y tallar capiteles enteros de módulo pequeño para alcanzar entre ambas piezas la altura del nuevo módulo.


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El capitel número dieciséis, similar estructuralmente al anterior, proporciona sustento a la parte anterior del toral norte del crucero. También lo forman dos elementos, uno inferior que es un capitel doble entero y otro superior que es la porción superior de un capitel aserrado. El capitel íntegro situado sobre la doble columna es historiado y al igual que varios otros de la catedral nos muestra interactuando a personas, leones y aves. La composición de cada cesta muestra entre vegetación una cabeza de león con la boca exageradamente abierta y tras ella el torso de un hombre que está abriendo sus belfos, no "desquijarando" sino forzando un gesto quizá de burla. Hacia el centro del capitel vemos un ave con el abdomen sogueado y su cabeza dirigida hacia arriba. De su pico abierto surge un elemento flordelisado y con sus garras atrapa pequeñas bolas situadas sobre el collarino, que luce delicada decoración de abrazaderas segmentándolo. Toda la escena está inmersa en un ambiente vegetal sugerido por tallos que surgen de la cesta contraria entrecruzándose por la superficie de la cara anterior y acabando en motivos flordelisados. En la porción superior de las cestas hallamos las volutas bien trazadas, decoradas con incisiones paralelas y perfiladas por motivos escultóricos que en la unión de ambas cestas cuelgan y se ensanchan a modo de pinjante de delicada labra. Los apeos centrales para el ábaco están decorados por alargados foliolos paralelos y su remate muestra un pequeño botón bien señalado.

La porción superior de este capitel suplementado corresponde a la zona de las volutas de otro capitel aserrado. Destacan los apeos centrales para el ábaco decorados con escamitas puntiagudas, que en el lado izquierdo están casi desaparecidas. Las volutas son planas, toscas y sin decoración y bajo ellas se esbozan motivos vegetales flordelisados. El ábaco de este capitel se compone de dos media piezas coherentes decoradas con palmetas vegetales de sencilla hechura. En el ángulo de nuestra derecha se aprecia parte de la cabecita de un león que lo decoró y que está rota. La porción izquierda está muy deteriorada pero también se intuye que tuvo otra cabecita simétrica. El deterioro tanto de la porción superior del capitel como del ábaco hablan a favor de la reutilización de ambas piezas.

El estilo general de la pieza inferior encaja bien con lo visto para el maestro de Jaca, tanto por sus detalles escultóricos como por la temática y la decoración del collarino ya vista en varios de sus capiteles. La pieza superior, más desgastada y sencilla procede de otro capitel, previo y reaprovechado para conseguir el módulo de los capiteles de la nave.


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El capitel número diecisiete se encuentra adosado al lado este del pilar anterior de los del lado norte, dando frente a la cabecera del templo. Estamos de nuevo ante un capitel historiado de corte clásico tanto por las vestimentas de sus personajes como por la organización del mismo derivado del modelo corintio y a él debe las elegantes volutas decoradas con incisiones longitudinales paralelas. Bajo sus extremos hay motivos vegetales flordelisados y también foliolos lanceolados cubriendo el semicilindro para el apeo del ábaco y sus laterales. Las figuras que veremos más adelante se encuentras acomodadas a la concavidad de sendos foliolos vegetales de gran porte, semejantes a los que veíamos en el capitel de la Anunciación, aunque aquí son de fondo liso. El ábaco es de una sola pieza y se encuentra decorado por sucesión de palmetas vegetales de elegante traza. En sus ángulos posee bolas faltando la de nuestra derecha.

La cara frontal del capitel está centrada por un clípeo en cuyo interior se muestra la cabeza y el torso de un personaje togado. En el clípeo vemos que hay cuatro manos sujetándolo. Las dos inferiores corresponden a los personajes laterales. La perteneciente al de nuestra izquierda corresponde a la mano derecha del mismo y está bien planteada en su posición anatómica, en cambio la correspondiente al personaje de nuestra derecha debe de corresponder a su mano izquierda puesto que la derecha es evidente. El artista no supo resolver el problema que se planteaba para que ambos personajes laterales sustentasen el clípeo a la vez que interactuan con la mano restante con el otro personaje lateral. Debido a esto, esa "mano huérfana" aparece por debajo de la toga del personaje pero el brazo no cruza por delante del mismo como sería lo lógico sino que parece surgir del muslo pasando por detrás del cuerpo, lo cual es anatómicamente imposible a la vista de la longitud de mano y muñeca labradas. Las dos manos superiores que agarran el clípeo son sin lugar a dudas las del propio personaje mostrado en su interior que colabora activamente para sostenerlo.

Las caras laterales del capitel muestran prácticamente la misma escena en la que aparecen dos personajes descalzos interactuando. Esa escena se muestra repetida en ambas caras como consecuencia de la obligación de simetría románica así como también ocurre que la ley de adaptación al marco les obliga a encorvarse y adaptarse a los foliolos de la estructura del capitel. En ambas vemos a un personaje anterior que ocupa una parte de la cara frontal y que sujeta el clípeo con una mano mientras que con la otra señala al otro personaje con el índice en el lado de nuestra derecha y en actitud de bendecir en el de la izquierda. El segundo personaje, situado en un plano posterior, se labra por completo en la cara lateral y da la sensación de estar sentado. En la mano más próxima a la cara frontal porta un libro que apoya en su rodilla anterior mientras que la otra mano aparece abierta y mostrando su palma.

Antes de comentar lo descrito, he de señalar que este es uno de los capiteles en que más claramente se advierte el hecho de no estar acabado y que se colocó en su lugar con premura y habiendo sido labrado tan solo en sus volúmenes generales y en algunos detalles concretos. En la palma de la mano del personaje de nuestra izquierda no se comenzaron siquiera a labrar dedos, los cabellos tan solo se plantearon en su volumen general esperando a ser trabajado para sacar los detalles al igual que ocurre con los rostros de ambos. Lo mismo sucede con las volutas de las caras laterales, especialmente en el lado izquierdo del capitel. Sin embargo las piernas situadas justo bajo el clípeo están trabajadas con gran detalle y realismo recordando a las de Isaac en el capitel de la portada meridional. Posiblemente el maestro de Jaca trabajó en el inicio de este capitel sacando sus volúmenes generales y labró con delicadeza algunas zonas de la cara frontal del capitel dejando el resto inconcluso quizá en manos de otros escultores menos hábiles.

Enjuiciar el significado de este capitel es realmente problemático. Seguro que ha de tener un mensaje; que nos ha de transmitir una idea, pero no llego a comprenderlo hasta el punto de poder asegurarlo. Las imágenes clipeatas del mundo clásico y sus réplicas en el románico muestran a personajes difuntos enmarcados por el clípeo cuya memoria se trata de honrar, siendo frecuentes en la escultura de los sarcófagos. Baste recordar el magnífico sarcófago que en San Pedro el Viejo de Huesca contiene los restos del rey Ramiro II de Aragón. Dichos clípeos suelen ser portados por genios alados o por seres angélicos en el ámbito cristiano; en cambio en este capitel, los personajes laterales es evidente que no son ángeles y también que quien aparece tras el clípeo no está muerto sino que colabora a sustentarlo con sus propias manos. Por tanto ese personaje debe de ser alguien vivo y de gran importancia en un momento en que se está edificando el templo, con su cabecera, muros y pilares edificados y con la mayoría de los capiteles acabados y colocados. Con esas premisas creo que es lícito apuntar hacia la figura del rey Sancho Ramírez para identificar al personaje del clípeo y que los personajes laterales acaso estén aludiendo, por medio del libro que portan, a la nueva ley que llega al reino a través de los benedictinos de Cluny y el nuevo rito oficial romano.

Hay otro aspecto interesante en este capitel y es que a mi modo de ver tiene grandes relaciones con el capitel número 52, La idea de "transmisión de la ley" representada en el libro que un personaje entrega a otro que lo apoya sobre su rodilla, subyace en ambos capiteles. Yendo un paso más allá, podría ser este un argumento para relacionar la figura viva que aparece en el clípeo de este capitel con el monarca Sancho Ramírez, encabezando a su pueblo y asumiendo la responsabilidad de la llegada del nuevo rito romano. La idea nos recibe en el pórtico occidental y es presentada ante el altar en primera fila de la misma línea de la columnata norte del la catedral, acaso como inicio y fin ante el altar de una misma e importante idea.


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El capitel número dieciocho se encuentra adosado al lado sur del pilar anterior de los del lado norte. Es otro de los múltiples capiteles decorados exclusivamente con motivos vegetales. La cesta está cuajada de delicados entrelazos de tallos vegetales de triple filamento que rematan por medio de numerosos motivos flordelisados repartidos por toda la cesta. En buena parte estos entrelazos y motivos flordelisados están labrados al aire componiendo varios planos superpuestos de extraordinaria belleza que más parecen obra de eboraria que trabajo en piedra. Las volutas ocupan su lugar en el nivel alto del capitel y están decoradas por medio de motivos paralelos longitudinales a modo de pequeños cordoncillos. En cada ángulo, desde el espacio entre las dos volutas que convergen, surgen sucesiones de pequeños elementos superpuestos que le dan un toque especial. El apeo central para el ábaco esta compuesto por pequeños foliolos paralelos que parecen conformar una flor en su extremo. En la zona posterior alta de las caras laterales (imágenes 18 y 18b), vemos asomar un discreto pitón jaqués, "marca de la casa", que casi pasa desapercibido bajo el apeo para el ábaco. El ábaco es liso y bajo el collarino hay una sucesión de bezantes simulando collar de perlas adornando la parte alta del fuste de la columna.

Lo que a primera vista parece un capitel vegetal más, al examinarlo en detalle y con la suficiente aproximación se revela como la obra de un escultor sin duda excepcional que sabe dar profundidad a su labra y elegancia a esos motivos vegetales que estamos viendo repetirse a lo largo de muchos capiteles del templo.


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El capitel número diecinueve es un capitel historiado que se encuentra adosado al lado septentrional del pilar anterior de los del lado norte. Formalmente se trata de un capitel suplementado aunque a primera vista sea difícil de advertirlo dada la uniformidad temática de sus dos piezas y la discreta forma de las volutas del capitel inferior que aparentan ser bolas. Este capitel inferior se labró en dos franjas; en la inferior encontramos una sucesión de nueve personas que se disponen a lo largo de las caras laterales así como de la frontal. De estas nueve, dos se representan tan solo por sus cabezas que se sitúan en los ángulos y son de un tamaño un poco mayor que las siete restantes. Estos siete personajes que ocupan las caras laterales y la central se muestran solo de cintura para arriba. Van vestidas al modo clásico con toga que en ocasiones tan solo está sugerida por un par de pliegues en ángulo recto sobre su pecho. Las caras de todos ellos guardan una gran similitud no habiendo atributos que puedan individualizar o sugerir su identidad. A pesar de ello, las actitudes de dichas figuras poseen algunas particularidades como que en la cara frontal, de las tres figuras la central se halla en posición frontal y las cuatro situadas a sus lados se hallan ligeramente giradas hacia esa figura central si bien sus miradas no se dirigen a la misma sino que parecen perderse en la lejanía. El personaje de nuestra izquierda tiene una mano apoyada sobre su hombro izquierdo y que ha de pertenecer a la cabecita angular carente de tronco dado que el personaje adyacente de la cara lateral tiene una mano apoyada en el collarino y la otra con su palma levantada al frente. En el otro extremo de la cara frontal, el personaje allí situado toma por el brazo con su mano izquierda al que tiene al lado. El personaje central se apoya con sus dos manos en el collarino al igual que hace el resto con su mano visible. Entre las manos apoyadas en el collarino vemos que existe decoración en el mismo a modo de abrazaderas que lo unen a la cesta, más apreciables en el lateral derecho del capitel (imagen 19b).
Los personajes de la cara lateral a nuestra izquierda interactuan entre ellos mirándose (Imagen 19a). El de nuestra derecha muestra la palma de su mano derecha. El resto de sus manos se apoyan en el collarino. Los de la cara opuesta (Imagen 19b) también interactuan mirándose y mostrando sus manos exteriores por debajo de las togas de las que una parece bendecir y la otra señalar con un dedo, repitiendo el gesto visto en el capitel 17 (de la imagen clipeata). Sus otras manos se apoyan en el collarino.
Sobre la hilera de cabecitas está la zona superior de este capitel verdadero en la que por encima de un fondo de foliolos vegetales paralelos encontramos ocho bolas, cuatro en la cara frontal -tresbolilladas con respecto a las cabecitas- y dos en cada una de las caras laterales. Bolas que son representación de frutos cuyo tallo se labró con delicadeza señalando un circulito en la unión con el fruto en algunas de ellas. En los ángulos hay parejas de volutas carnosas esculpidas con detalle y que a primera vista pueden confundirse con las bolas/frutos situadas a su misma altura.

En la pieza superior de este capitel doble la decoración se expresa por medio de cinco bolas -dos angulares y tres centrales- pendientes de la porción superior de otros tantos foliolos vegetales y sobre ellas las volutas clásicas, con incisiones longitudinales bien labradas y foliolos flordelisados bajo sus extremos. En las caras laterales en vez de bolas hay caritas poco sobresalientes de la cesta del capitel, en comparación con las vistas en la zona inferior. Los apeos para el ábaco son muy horizontales y muestran decoración sogueada. El ábaco se decora por medio de sucesión de palmetas vegetales perfiladas por medio de zarcillos. En los ángulos hay bolas decorativas (falta por rotura la de nuestra izquierda

Es este un capitel suplementado desconcertante, para cuya interpretación se ha señalado hacia una especie de transición entre bolas que se transforman en las cabecitas al bajar de nivel y que puede tener sentido dado que los personajes del nivel inferior podrían representar la consecuencia de los frutos de ese trasfondo vegetal del capitel, es decir, la fructificación de la idea de muerte-resurrección con una nueva generación de personas derivadas de esas ideas/frutos.
Las cabecitas de este capitel de sencilla hechura, recuerdan a las que vemos adornando algunos ábacos y también a lo visto en capiteles de los ventanales de los muros de la catedral, como el número 34, en este caso por la forma de mostrara los personajes de medio cuerpo y agarrados al collarino.


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El capitel número veinte está adosado a la pilastra de embocadura de la nave norte del templo. Es un capitel suplementado por el añadido en su porción inferior de una pieza cilíndrica que contiene el collarino. Estamos ante un capitel con decoración totalmente vegetal ejecutada con una técnica y maestría más propia de las labores de eboraria que de la escultura en piedra. Sin duda hay que volver los ojos hacia el trabajo en marfil visto en obras islámicas para buscar las fuentes de esta obra. Los tallos vegetales, de forma decididamente redondeada en su sección y con decoración de incisiones lineales paralelas, se entrecruza, suben y bajan tejiendo una delicada maraña desprendida de la cesta del capitel hasta acabar en motivos flordelisados. Las volutas del capitel que nos recuerdan su origen clásico, aparecen como prolongaciones de algunos de estos tallos y se continúan con elementos flordelisados abriéndose en abanico bajo ellas.

La pieza inferior se decora con una sucesión de palmetas tan delicadamente trabajadas como el resto de la pieza y cuyas prolongaciones vegetales se continúan con elementos de la pieza superior constituyendo un todo magnífico. El collarino también sigue la tónica de excelencia vista en esta pieza y luce una sucesión de elementos a modo de abrazaderas cuidadosamente labrados.

El ábaco, compuesto por dos piezas, nos sorprende con una decoración de palmetas vegetales realizada de modo diferente a lo visto hasta ahora por la delicadeza y filigrana empleadas para su elaboración. Los elementos envolventes de cada palmeta se forman por piezas entrelazada con forma de "X" generando una delicada presentación de las mismas. En fin, a mi modo de ver, una verdadera obra maestra que puede pasar desapercibida por la humildad de su formato totalmente vegetal que además ha llegado hasta nuestros días totalmente íntegra y sin ninguna fractura.


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El capitel número veintiuno se encuentra adosado al lado occidental del pilar anterior de los del lado norte. Es un capitel con decoración vegetal que sigue los cánones del modelo corintio con dos niveles inferiores a base de hojas de acanto y el superior con volutas y apeo para el ábaco. Las grandes hojas de acanto están labradas con delicadeza y decoradas con sucesión de palmetas vegetales en la base de cada uno de los niveles, tangentes en el inferior y a caballo entre dos foliolos en el superior. En la convexidad de estas hojas se trazaron líneas paralelas incisas convergentes en el vértice de cada una de ellas. El apeo para el ábaco, horizontal, aparenta estar sustentado por un haz de estrechos foliolos paralelos y a sus lado se insinúan pequeñas palmetas rellenando esas enjutas. Bajo la conjunción en los ángulos de las volutas emergen con fuerza sendos pitones jaqueses decorados con líneas incisas paralelas que convergen en su vértice y que como señalé, representan la espiga floral del acanto (Ver artículo).

El ábaco se decora con sucesión de palmetas vegetales delimitadas por zarcillos y bolas en los ángulos. El collarino no presenta decoración.


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El capitel número veintidós es uno de los cuatro grandes capiteles que coronan las pilastras cilíndricas de la catedral y el único circular de ellos. Se alza sobre la más anterior del lado norte y a pesar de su aparente sencillez es una maravilla de diseño a la hora de traducir con elegancia el arquetipo del capitel corintio a esta forma espacial. Se compone de una sucesión contínua de grandes foliolos lisos con nervadura central rematados en su ángulo por un elemento enrollado sobre si mismo de apariencia esférica. Estos foliolos son triángulos de amplia base y son secantes, lo cual facilita que surja la apariencia de una primera capa vegetal con aspecto de sucesión de elementos triangulares de vértice superior que ocultan parcialmente, velándola, la nervadura de cada foliolo pero dejando que se intuya por medio de una pequeña zona sobreelevada que la señala en la zona próxima al collarino. Por encima de estos dos niveles vegetales (formal y sugerido) corre una sucesión contínua de voluta enfrentadas al modo en que lo hacen en los ángulos de los capiteles convencionales, aquí inexistentes. Los extremos del enrollamiento de las volutas son muy picudos y prominentes.

El ábaco es necesariamente circular, liso y con un prominente toro circular que viene a romper su sencillez. El collarino luce una delicada decoración a base de elementos a modo de abrazaderas en este caso en forma de "X" que sugieren un entorchado del collarino. Entre ellas hay zonas rebajada de forma oval acaso aparentando que el collarino fuera un elemento forrado y ese entorchado sujetase el forro que se entreabre a intervalos.

La edificación de un coro en los tramos segundo y tercero de la nave central en 1517 que permaneció hasta que en 1919 fue retirado y trasladado a su situación actual en la cabecera, fue la causa del deterioro de algunos de las zonas mediales de los capiteles de esta zona. Este en concreto sufrió daños que se repararon con reposición a base de escayola de la zona desaparecida, como puede advertirse por el cambio de color desde el ábaco al collarino en la imagen 22a.

La búsqueda sistemática de marcas de cantería me llevó en diciembre de 2009 a descubrir en este capitel una tenue epigrafía en la que se puede leer "BERNARD" y acaso la abreviatura "us" tras ella, así como una segunda marca "B" algo ñas a la izquierda de la anterior que puede estar en relación con una segunda epigrafía menos legible. (Ver artículo). Es un hecho que puede tener trascendencia dado que se rastrea la presencia del escultor tolosano Bernardus Guilduinus en Jaca a través de un canecillo de su ábside central. Si estuvo en esa fase (de cubrir el templo) es posible que trabajase labrando alguno de estos capiteles (22b).


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El capitel número veintitrés se encuentra adosado al lado este del pilar cruciforme anterior de los del lado norte. Llama la atención su extraña forma debida en parte a la edificación del coro que hubo en la nave central que le provocó notables desperfectos. La notable fractura del lado izquierdo del ábaco así como la del collarino hablan a favor de que esos elementos sean originales, en cambio el situado bajo el ábaco que también debería de estar dañado aparece íntegro. Esa circunstancia sumada a su tosquedad lo señalan como pieza moderna. Por otra parte hay que señalar que en origen fue un capitel suplementado compuesto por dos piezas y sería la superior la más dañada y suplida por la hoy que vemos, probablemente tras el traslado del coro al ábside central en 1919.

La pieza inferior, verdadero capitel, llama la atención por su extraña forma en especial por la predominancia de líneas curvas en la zona situada sobre el collarino, diferente a todo lo visto en el templo y relacionado con la decoración del ábaco del capitel 30. Cuando se contempla ampliada vemos que corresponde al piso inferior del capitel corintio y que los grandes foliolos están compuestos por una sucesión de alargados elementos con forma de "U" que comienzan y acaban en el vértice de los foliolos contiguos enroscándose los más externos -tanto inferior como superior- en ocasiones en altura y otras en la zona inferior, de modo similar a como lo hacen en lo zarcillos que enmarcan algunas palmetas vegetales de los ábacos. El siguiente nivel muestra palmetas vegetales en el centro y ángulos así como volutas, mayores las que centran la cara anterior, mientras que en su entorno y en las caras laterales hay otras de menor tamaño. El ábaco es liso y luce una bola en su extremo derecho. Probablemente hubiese otra en el extremo izquierdo, desaparecido.

Por los detalles citados, este capitel puede ponerse en relación con el gran capitel circular número 22, muy próximo a éste en el que también dominan los trazos curvados y también con el ábaco del capitel 30, en el vano norte del cuarto tramo de la catedral, que a pesar de estar deteriorado, permite ver una labra similar, aunque más sencilla.


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El capitel número veinticuatro se encuentra adosado al lado oeste del pilar cruciforme anterior de los del lado norte. Es otro de los capiteles de temática totalmente vegetal del templo. De nuevo vemos en el mismo los tres niveles que hacen referencia al orden clásico. Los dos inferiores a base de grandes foliolos vegetales con palmetas en su zona inferior (la mitad de cada una de ellas labrada en foliolos contiguos) y decoración de piñas en el nivel inferior y bolas en el medio. Las piñas cuelgan de una aparente nervadura que recorre la convexidad de los foliolos y que está flaqueada por incisiones que van a converger en el extremo de cada uno de ellos. El nivel superior muestra las volutas (la derecha fracturada) , planas y con sencilla decoración a base de líneas paralelas incisas. El apeo central para el ábaco está compuesto por fascículos de alargados foliolos en paralelo que en altura rodean a un botón (imagen 24a).

El collarino es liso y el ábaco está compuesto por dos piezas. Luce dos cuidadas cabezas de leoncitos en sus ángulos y se decora con una sucesión de roleos formados por zarcillo formando círculos que encierran pequeñas hojas. Los roleos se reúnen en ocasiones por medio de elementos a modo de abrazaderas que recuerdan el modo de unir los vástagos de la rejería románica. Los extremos libres de los zarcillos se enroscan formando delicados detalles. Es el único ábaco de los de la catedral que posee esta decoración de roleos vegetales.


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El capitel número veinticinco es el cuarto de los grandes capiteles del templo y corona la pilastra cilíndrica posterior del lado norte. Es un magnífico capitel vegetal con cuidada decoración en la que destacan nueve grandes hojas de acanto componiendo el nivel medio del capitel a razón de una por cada ángulo y otra centrando cada una de sus caras. Bajo este nivel de hojas notablemente prominentes de la cesta del capitel hay otro nivel en el cual las hojas sobresalen menos, son cóncavas y su vértice acaba convergiendo con el vértice de las hojas del nivel superior dejando un espacio aparentemente vaciado entre ambas. Estas últimas surgen de tallos que proceden del nivel del collarino emitiendo zarcillos y desplegándose en abanico tras una zona de aparentes abrazaderas con perfil triple de "V" invertida. Del interior de estas hojas del nivel inferior surgen otras prolongaciones vegetales que van a llenar el espacio oval que queda entre cada dos de ellas. Esas prolongaciones son dobles disponiéndose de modo que, por debajo de unas abrazaderas dobles también con perfil en "V" invertida, se adosan por su abertura y también en sentido contrario, incluso llegan a mostrarse como una única prolongación abierta hacia abajo. Tanto las grandes hojas como las del nivel inferior se labraron con delicadas ondulaciones y poseen líneas incisas decorativas que a nivel de su extremo distal muestran una doble marca en forma de paréntesis "))" que acaso pudiera ser distintiva de su autor.

En el nivel superior hallamos las volutas. Van talladas con un perfil de sección redondeada y con una nervadura bien señalada en su concavidad. El extremos de las mismas se enrosca y forma una picuda prolongación que sobresale mucho del nivel de las mismas. Es sin duda un prodigio del cantero que decidió hacer una especie de "más difícil todavía". Recorriendo el exterior de la convexidad de las volutas encontramos dos incisiones paralelas como única decoración de las amplias enjutas. El apeo del ábaco es de sección poligonal de seis lados siendo el lado adyacente al ábaco de mucho mayor longitud que el resto . El collarino está constituido por una grueso sogueado que le añade el toque de distinción a la extraordinaria labor de talla. El ábaco es cuadrado y en su perfil destacan dos toros con una pequeña escocia central.

Como hechos excepcionales, decir que entre la trama vegetal descubrí una delicada culebrilla en la cara norte del capitel, la que da a la nave norte y por tanto la más difícil de fotografiar por el contrapicado (Imagen 25a). Esa pequeña serpiente surge del interior de una de las hojas secundarias que acaban en apertura, en este caso están adosadas y las aperturas van hacia afuera, surgiendo la serpiente de la medial del lado de nuestra derecha. También hay que señalar que el capitel posee una epigrafía que detecté al mismo tiempo que la pequeña serpiente (11 de diciembre de 2009). Se halla en el saliente a modo de proa situado en la cara norte en el lado de nuestra derecha y se distingue con claridad una "N" y una "S" al final de la palabra, siendo difícil su lectura por las capas de pintura y suciedad que la ocultan, Una adecuada restauración nos pondría de manifiesto, probablemente, el nombre de su autor (Imagen 25b).


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El capitel número veintiséis se encuentra adosado al lado este del pilar posterior cruciforme de los del lado norte. Los dos niveles vegetales inferiores se reducen a uno solo en este caso, estando acaso representado el inferior por una sucesión de palmetas. El foliolo central de su cara anterior es más plano y abierto que los laterales y se decora con una piña colgando de su centro. En el nivel superior, las volutas poseen hélices y ambas están decoradas con incisiones lineales paralelas. Bajo las mismas los elementos vegetales flordelisados también se decoran con abundantes incisiones que les aportan un aspecto general de colgante abanico desplegado. En el espacio superior central, bajo las hélices, hay una decoración consistente en un detalle de la zona central de dos medias palmetas, cuyos elementos exteriores están reunidos por triple abrazadera en forma de "V". El ábaco y el collarino son lisos.

Es este otro magnífico capitel vegetal como el que hay varios en la catedral y que quizá a fuerza de verlos y de no considerarlos puedan pasar desapercibidos de no describirlos uno a uno.


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El capitel número veintisiete se encuentra adosado al lado oeste del pilar cruciforme posterior de los del lado norte. Es un capitel vegetal y su decoración se disponen en tres niveles. El inferior lo ocupa una sucesión de palmetas con sus grandes foliolos dispuestos de forma muy radial luciendo en su centro una piña cuya superficie está decorada con cuadricula de pequeños rombos centrados por un circulito (excepto en el lateral izquierdo). Entre este nivel y el collarino corre una deteriorada sucesión de palmetas. En el nivel medio de nuevo hallamos foliolos palmeados muy radiales también centrados por piñas decoradas. El nivel superior está ocupado por volutas recias y carnosas, sin decoración. Los foliolos situados bajo ellas también muy someros distinguiéndose solo en el lateral izquierdo (imagen 27b). El collarino es liso así como el ábaco, que en el lado izquierdo luce una solitaria bola decorada con segmentación paralela a modo de gajos.

Este capitel, aun guardando semejanzas estructurales con los precedentes, muestra otro estilo más rudo, menos elegante. Por las hechuras de las volutas lo relacionaría con el gran capitel sobre pilar cilíndrico anterior en el lado sur (capitel número 9).


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El capitel número veintiocho se encuentra adosado a la pilastra del lado norte del muro de cierre y está muy deteriorado, especialmente en su cara frontal. A pesar de ello es posible rastrear la decoración de su cesta.

El capitel se decora con una maraña de entrelazos vegetales decorados con estrías paralelas entre los cuales vemos varias aves con sus patas agarradas a los tallos vegetales (imagen 28a). A pesar del deterioro pueden identificarse las volutas en la parte alta de la cesta. El ábaco se decora con sucesión de palmetas delimitadas por zarcillos y en su esquina derecha queda la cabecita de un león muy deteriorado pero identificable. La del lado izquierdo ha desparecido. El collarino muestra una decoración a base de abrazaderas también reconocibles, aunque deterioradas.

Probablemente la apertura del muro de poniente para abrir la capilla de la Trinidad así como la eliminación del desconocido sistema de acceso hacia la escalera intramuro del lienzo occidental -hoy suplido por un husillo adosado al interior del muro de cierre en la nave central- sean las causas del deterioro de este capitel. También hay que hacer notar que la apertura de la capilla del lado sur no dañó el magnífico capitel número 1 (en ese lado no hay husillo como acceso a la escalera intramuro), o acaso por su belleza fuese más respetado.


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El capitel número veintinueve corresponde al interior del lado izquierdo del ventanal del cuarto tramo del muro norte del templo. Se halla bastante deteriorado, tanto en su cesta como en el ábaco pero permite reconocer que estamos ante un capitel con decoración de entrelazos vegetales entre los que puede advertirse una figura humana con su mano izquierda apoyada en el entrelazo que lo aprisiona por la cintura. Viste manto al modo clásico, aunque en la zona inferior parece mostrar túnica abierta en dos dejando ver un tejido a base de líneas paraleles horizontales. El apeo central del ábaco es sogueado y la voluta de la derecha posee decoración sencilla de líneas paralelas. El collarino se decora con un pequeño sogueado en toda su extensión. En el ábaco, a pesar de su deterioro pueden identificarse vestigios de palmetas vegetales.


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El capitel número treinta corresponde al interior del lado derecho del ventanal del cuarto tramo del muro norte del templo. También está muy deteriorado pero se advierte que la decoración de la cesta se realizó a base de entrelazos vegetales formando roleos y acabados en motivos flordelisados. No hay señales de volutas, aunque pueden haber desaparecido. En el ángulo surgiendo de un círculo del entrelazo vegetal aflora una picuda estructura que pudiera ser un pitón jaqués, sin que pueda asegurarlo. El ábaco se decoró con motivos vegetales en forma de "U" a modo de palmetas, que lo relacionan con el trabajo visto en el nivel inferior del no lejano capitel número 23.


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El capitel número treinta y uno corresponde al interior del lado izquierdo del ventanal del tercer tramo del muro norte del templo. Es también un capitel vegetal decorado con entrelazos que ocupan toda la cesta. Los tallos vegetales se decoran con líneas incisas en paralelo y acaban en motivos flordelisados, Posee volutas poco señaladas y apeos para el ábaco con decoración sogueada. El collarino se decora con una sucesión de pequeños bezantes en formando una línea en su zona más sobresaliente.

Mención aparte merece el ábaco por hallarse decorado con una figura humana desnuda en posición casi horizontal motivada por la "adaptación al marco" sujetando un elemento que ocupa todo el lado derecho del ábaco. He leído que ese elemento se interpretó como alfanje, aunque a la vista de su detalle, de la forma en que el hombre lo toma y de que posee un orificio en el extremo próximo a la cara del personaje, me inclino a creer que es un cuerno que está dispuesto a sonar. La idea evoca a lo visto en otros lugares en que ángeles hacen sonar cuernos llamando a la resurrección para el juicio final, pero esta figura no posee alas (los elementos sobre su espalda son telarañas... ya se sabe el dicho, "en las alturas, las telarañas parecen molduras"). A pesar de no ser un ser angélico creo factible que el mensaje sea de llamada a la resurrección de los muertos.


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El capitel número treinta y dos corresponde al interior del lado izquierdo del ventanal del tercer tramo del muro norte del templo. El deterioro de su cesta es tal que no es reconocible su decoración y ni siquiera se advierte el collarino. En lo alto de la cesta se insinúan perfiles de palmetas y acaso la decoración fuese vegetal, pero sin poder asegurarlo. A su ábaco le ocurre lo mismo, aunque podemos advertir que se decoró por medio de roleos vegetales elegantemente trazados son sus extremos enroscados. En el ángulo del ábaco hay una cabecita de ojos redondos muy ben señalados, largas orejas y lo que parece una gran lengua que ocupa casi todo el ángulo del ábaco. Tras darle muchas vueltas, recordé una imagen similar en un capitel absidal interior la iglesia francesa de Sainte Engrâce narrando un episodio del Cantar de los Cantares que me permitió identificar a esa cabecita como perteneciente a un elefante. (Ver articulo). A este respecto es interesante señalar que la representación del elefante es un símbolo cristológico por su fuerza y por llevar sobre su lomo edificaciones que se identifican con la Jerusalén Celeste.


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El capitel número treinta y trés corresponde al interior del lado derecho del ventanal del segundo tramo del muro sur del templo. La decoración de su cesta se centra por la existencia en el ángulo de un águila en posición frontal con las alas desplegadas a los lados del cuerpo y a sus lados, entre decoración de entrelazo vegetal más evidente en la zona alta del ángulo del capitel, sendas figuras de personas en los laterales, que sujetan con sus manos el tallo vegetal situado justo sobre la cabeza del águila y que a partir de ese punto se transforma en lienzo que cubre a los personajes y que sujetan también con su mano izquierda (se adivina en el lado derecho). Estos detalles son más visibles en el lado derecho puesto que en el izquierdo falta la cabeza del personaje y está más deteriorado. En el nivel alto hay volutas muy verticales y apeos para el ábaco revestidos de estrechos foliolos vegetales. Bajo la voluta del ángulo izquierdo hay una formación que podría ser pitón jaqués, sin poderlo asegurar. El ábaco se decora con una sencilla palmeta en cada lado, elementos flordelisados en las enjutas y una cabecita humana en el ángulo.

Los lienzos recorriendo la escena evocan de inmediato al sarcófago de la Orestíada donde el lienzo toma protagonismo así como también a los numerosos personajes que en el románico vemos tras elementos ondulados, ya seas tomados como agua o como lienzos (Loarre, Iguácel, Jaca, Santiago de Compostela, etc.).


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El capitel número treinta y cuatro corresponde al interior del lado izquierdo del ventanal del segundo tramo del muro sur del templo. Es un capitel historiado y en su cesta encontramos una escena en la que interactúan tres personajes. Hay uno central situado en el ángulo del capitel que aparece destacado y señalado (realmente) como el protagonista. Con ambas manos se sujeta al collarino. Los tres van vestidos con togas al modo clásico. Los dos personajes laterales que aparecen en segundo plano en la escena, señalan con el índice de sus manos exteriores al personaje central mientras tocan su cabeza con la otra mano. En el nivel superior se sitúan las volutas decoradas con incisiones paralelas muy bien labradas y bajo sus ángulos, motivos vegetales flordelisados. Los apeos para el ábaco son muy elaborados con su superficie espiculada y acabados en círculo labrado en el extremo plano del mismo. El ábaco se decora con palmeta vegetales sencillas y foliolos flordelisados en las enjutas.

Es este un capitel cuya escena nos permite relacionarlo con el capitel número 19, por la forma de mostrar figuras de personas hasta la cintura y apoyadas en el collarino. La delicada decoración de los apeos del ábaco y las caras de los personajes laterales evocan el estilo del maestro de Jaca (La cara del personaje de la derecha guarda bastante parecido con la de la figura que aparece en el tímpano bajo el león ). Es difícil comprender el mensaje; pero como opción propongo relacionarlo con el capitel de la imagen clipeada y que acaso sea el mismo personaje destacado al que señalan los otros dos.


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El capitel número treinta y siete corresponde al exterior del lado derecho del ventanal del segundo tramo del muro norte del templo. Es otro de los capiteles vegetales del templo. Para observarlo hay que salir al claustro porque como ya he indicado adorna uno de los vanos exteriores. La cesta esta prácticamente cubierta por sendos roleos, uno en cada cara, que surgen a partir de un tallo común situado en el ángulo del capitel. Los tallos están decorados con profundas incisiones que los modelan y acaban en elementos flordelisados dejando el espacio justo para que en altura asomen las volutas y los apeos para el ábaco. Además, en la esquina posterior izquierda, junto al vano, surge entre voluta y roleo el extremo de un pitón jaqués decorado con estrías.

La decoración del ábaco de este capitel es diferente. Lejos de mostrar palmetas como es lo habitual, posee dos fieras, una en cada lado del mismo con sus cabezas próximas al ángulo. A nuestra derecha un león con la cabeza vuelta sobre su lomo, una evidente y bien labrada melena y la cola, como es habitual en el románico, saliendo por debajo de su pata trasera y descansando sobre la grupa. El otro animal muestra características diferentes, a pesar de ser semejante en volumen. Los hechos diferenciales son que no posee melena, que su cola está sobre su lomo, sin pasar por debajo de sus patas y que la cabeza en posición frontal posee ojos muy redondeados y esquemáticos y la boca cerrada pero con un extraño gesto por tener los belfos muy separados mostrando los dientes. Además posee lo que parece una gran oreja (?).

Es pues un capitel diferente, labrado con recursos que podemos ver en otros del interior, pero distinto por la forma de mostrar los roleos vegetales y la decoración del ábaco y cuando comienzo a conjeturar... el pitón jaqués lo resitúa en su momento. Los roleos contrapuestos en espiral los hemos visto ya en el ábaco del capitel 32.


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El capitel número treinta y nueve corresponde al exterior del lado derecho del ventanal del primer tramo del muro norte del templo. Es un capitel vegetal con su cesta muy desgastada; tanto que apenas se puede afirmar la existencia de foliolos en su nivel inferior. Las volutas se reconocen bien así como la terminación del apeo para el ábaco decorado con un pequeño botón. El collarino es liso y el ábaco, muy pequeño, muestra tan solo una sencilla palmeta en cada lado conteniendo solo tres hojitas en su interior.


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El capitel número cuarenta corresponde al exterior del lado izquierdo del ventanal del primer tramo del muro norte del templo. También es un capitel vegetal y se decora por medio de sendas sucesiones de palmetas en los dos niveles inferiores y volutas muy horizontalizadas en el superior. Los apeos del ábaco son sogueados y el collarino muestra signos de haber sido rehecho con escayola en su porción central, estando decorado con incisiones oblicuas en los extremos a modo de elemental sogueado. El ábaco muestra una palmeta en el lado interno y "palmeta y media" en el exterior, sencillas pero de buena labra, con detalles decorativos rellenando las zonas de sus alrededores (angulitos y elementos flordelisados).


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El capitel número cuarenta y uno corresponde al lado derecho del ventanal del transepto norte. La única posibilidad de fotografiarlo es hacer una toma ligeramente lateral/oblicua desde el patio del claustro por lo que su cara interna no es apreciable. En lo que podemos ver se advierte que es un capitel completamente vegetal con foliolos grandes en su nivel inferior que se elevan y luego vuelven a caer, retorciéndose y abriéndose en su extremo a partir de una abrazadera sencilla. Todo ello sobre un fondo de foliolos verticales, estrechos y paralelos que ocupan la cesta y que en altura llegan a la concavidad de las volutas, imbricándose con su extremidad enrollada. El apoyo para el ábaco está guarnecido con foliolos estrechos y paralelos. El collarino se decora elegantemente con una sucesión de pequeños bezantes alineados en un rebaje central del mismo como ya hemos visto en el capitel 31, interior izquierdo del ventanal del tercer tramo norte. El ábaco está decorado por palmetas de sencilla hechura.

El estilo y los recursos vertidos en este capitel lo relacionan con la escultura del gran capitel que corona el pilar cilíndrico posterior del lado norte (25) y la decoración del fondo de la cesta y de las volutas viene a representar a los brotes de helecho labrados en varios capiteles del templo (7, 13, 15, 54). El vano del transepto no es un vano mas y la decoración de sus capiteles ha de estar acorde a su destacado emplazamiento.


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El capitel número cuarenta y dos corresponde al lado izquierdo del ventanal del transepto norte. También es un capitel vegetal con un solo nivel inferior compuesto por una sucesión de cinco frondes de helecho con sus foliolos laterales oblicuos y derechos partiendo del vástago central que acaba enrollándose para formando bolas (en el extremo derecho, la bola se advierte que se labró enrollada). Por encima, en el nivel superior, las volutas están formadas también por frondes de helecho decorados con sus foliolos. Los apeos para el ábaco están forrados con pequeños foliolos rectos y poseen un botón en su extremo. El collarino es liso y el ábaco se decora con palmetas sencillas y elementos flordelisados en las enjutas.

Este capitel, como en parte lo hacía el anterior, hace un claro guiño al helecho al igual que vemos en el resto de la catedral, en especial en las deliciosas volutas del capitel 13. Helechos que evocan la humildad de la planta que crece en lo profundo del bosque y que sugiere el concepto de muerte-resurrección básico en el cristianismo por el hecho de rebrotar de su rizoma aun cuando se corten sus frondes. Hay uno semejante al interior del ábside de San Pedro de Loarre, aunque allí su simbología se refuerza con la idea derivada del Fisiólogo de la vuelta a la vida de la cría del león gracias al aliento de su padre al tercer día tras nacer muerto (Ver artículo).


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El capitel número cuarenta y tres corresponde al lado izquierdo del interior del vano situado tras el retablo del ábside norte. La imagen me la proporcionó mosen Jesús Lizalde y está tomada a ciegas cuando se llevaron a cabo obras desde el exterior del ábside para cubrir el defecto de la falta del lienzo exterior tras eliminar una construcción adosada. Por lo que se ve en la misma el capitel es vegetal, con decoración de entrelazos cuyos tallos acaban en elementos flordelisados. Posee volutas que emergen muy verticales de entre la maraña vegetal. El collarino aparentemente es liso. Y poco más que decir a partir de esta única toma.


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El capitel número cuarenta y cinco corresponde al situado en el lado izquierdo del interior del vano absidal meridional. Su cesta está completamente recubierta de un entrelazo aplanado compuesto por cuatro filamentos sin que haya elementos que lo señalen como vegetal. En su porción superior se adivinan pequeñas volutas y apeos lisos para el ábaco que se decora con sucesión de palmetas y una carita en el ángulo delicadamente tallada.

El elemento continuo del entrelazo podría aludir a todo aquello que que no tiene principio ni fin y es una representación infrecuente en la catedral.


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El capitel número cuarenta y séis corresponde al situado en el lado derecho del interior del vano absidal meridional. Es un capitel historiado que muestra en el ángulo de su cesta a un simio agarrado con tres de sus manos al collarino, mientras con la cuarta -la izquierda- apoyando el codo en su rodilla parece tocarse o protegerse los genitales. Su expresión denota sorpresa. Sobre su cabeza aparece el extremo vuelto de un fronde. Tras él a nuestra derecha hay un león con el cuerpo en vertical que aparentemente lo ataca con sus garras. Con las de su lado izquierdo toma al simio por las extremidades próximas a él, y con la anterior derecha parece atraparle por los genitales y quizá de ahí la expresión del simio. Al lado izquierdo vemos otra figura de rasgos simiescos cubierta con una toga que sujeta en sus manos/garras una bola. Hay volutas en sus ángulos decoradas con sencillas incisiones longitudinales. El collarino es liso y los apeos para el ábaco están forrados de foliolos lanceolados. El ábaco se decora con dos palmetas muy sencillas y en el ángulo posee una bola decorativa.

Este es un capitel historiado de temática animal en clave metafórica cuyo mensaje seguramente vaya en contra de los vicios representados aquí en la figura del simio.


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El capitel número cuarenta y siete se sitúa al lado derecho del vano exterior en el ábside sur. La cesta está muy deteriorada pero el motivo principal de la misma, que centra su ángulo asumiendo todo el protagonismo, se conserva en mejor estado. Se trata de una lechuza en posición frontal con las alas extendidas. El cuerpo se labró a base de pequeñas plumas con incisiones paralelas y sus garras se aferran al collarino Los ojos son grandes, redondos y le aportan un toque de personalidad. Las alas se hallan en peor estado de conservación. Es difícil describir el fondo de la cesta porque apenas se distingue. Bajo el ala izquierda parecen arrancar varios foliolos longitudinales que hablarían a favor de un fondo vegetal. También se adivinan los relieves de las zonas superiores de las volutas en los ángulos. El ábaco se decora con palmetas sencillas, elementos flordelisados y volutas en el ángulo.

El símbolo de la lechuza es por lo general de contenido negativo por ser ave nocturna que gusta de cementerios y lugares arruinados. En el sistema jeroglífico egipcio significa la muerte, la noche o el frío. En cambio en el mundo clásico es animal que representa a la sabiduría y como tal es atributo de la diosa Palas Atenea. Dada su ambivalencia, acaso haya que considerar esta escultura en combinación con la existente en el capitel del otro lado: un león de cuya boca salen lazos vegetales. Si el león es símbolo cristológico la lechuza podría ser el contrapunto; la oscuridad frente a la luz.


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El capitel número cuarenta y ocho está situado en exterior del lado izquierdo en el vano del ábside sur. La decoración nos muestra una cabeza de león en el ángulo, centrando toda la escena, de la cual surgen tallos vegetales que se ramifican y cubre la superficie de ambas caras del capitel. En los ángulos vemos volutas. El ábaco se decora con palmetas sencillas, elementos flordelisados y otra cabecita de león en en su ángulo.

Como ya he comentado, acaso haya un simbolismo combinado entre este capitel y el anterior contraponiendo al león como símbolo cristológico del que surge la vegetación que va a decorar la mayor parte de los capiteles (vegetación como símbolo de muerte resurrección, al igual que el león) con la lechuza como animal negativo, símbolo de muerte y oscuridad. La segunda cabecita de león vendría a reforzar la idea.


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El capitel número cuarenta y nueve se encuentra al exterior del ábside sur, sobre columna adosada al paramento del mismo continuación una pilastra situada en su base. Es un capitel vegetal en el que vemos sucesión de palmetas sobre el collarino y más arriba frondes vegetales que se despliegan separándose de la cesta y acabando en bolas que representan frutos. El ábaco es liso y el nivel superior aparece intencionadamente repicado y deteriorado, sin que esta circunstancia afecte a la cornisa a la que ayuda a sustentar.

Es este un capitel que me inspira muchas dudas acerca de que se encuentre en el lugar para el que fue labrado. Cuando lo vemos desde el lateral (imagen 49 a) vemos que se retalló para que su extremo no visto pudiera acomodarse a la parte alta del ábside aunque para ello hubieran de recortar y colocar en vertical la metopa situada a la derecha del mismo. Por otra parte, la zona alta donde debían ir las volutas y quizá pitones, está rebajada de modo premeditado para adecuar la pieza a este lugar. La columna sobre la que se sitúa el capitel no es estructural sino que está despegada de la fechada del ábside y es sospechosa también de ser "injertada". ¿De dónde y cuándo se tomó esta pieza para ser colocada en el ábside sur? Mi opinión es que quizá pudo haber decorado el desaparecido ábside central de la catedral y en ese momento se reutilizase acomodándolo a esta nueva ubicación, es decir a finales del XVIII. De no ser de esa ubicación, pensaba en el desaparecido ventanal del transepto sur, pero está labrado en tres de su caras y los que podemos ver en su homólogo del lado norte son esquineros y están labrados tan solo en dos caras lo cual lo inhabilita para esa procedencia.


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El capitel número cincuenta decora el lado derecho de la puerta meridional de acceso al templo bajo la lonja chica, también conocida como "puerta de Santa Orosia". Se trata de un capitel historiado, quizá de los más conocidos del templo debido tanto por su belleza formal como por la altura a que se halla lo cual facilita su contemplación. El pasaje veterotestamentario que se nos narra es el del sacrificio de Isaac (Génesis 22, 1-18).

En la escena del lado izquierdo del capitel vemos a tres personajes todos ellos descalzos y los dos a la izquierda vestidos con túnica al modo clásico mientras que el de la derecha va desnudo y con las manos ocultas a la espalda, probablemente atadas. Abraham, que es el personaje barbado central, se muestra en una posición forzada, tomando impulso para sacrificar a su hijo Isaac al que agarra por el cabello con la mano izquierda mientras que blande la espada con la derecha para sacrificarlo cumpliendo el encargo de Dios. El ángel sujeta la espada por el filo con su mano izquierda deteniendo el sacrificio. Su mano derecha señala con el índice probablemente a la escena de la otra cara donde se realizará el sacrificio alternativo. El ala exterior del ángel aparece plegada mientras que la interior se despliega sobre la cabeza de Abraham. El peinado de los tres personajes aparece dispuesto en largas tiras rizadas, que aparentan "rastas". El collarino es liso y sobre el aparecen los pies de los participantes en la escena, estando el derecho de Isaac sobre el izquierdo de su padre. En altura vemos las volutas, planas y decoradas con lineas paralelas incisas, el apeo para el ábaco decorado con sogueado y los foliolos flordelisados, ocultos en el lado izquierdo por el ala del ángel.

En la cara derecha del capitel se nos muestra la segunda parte de la fallida escena sacrificial. Abraham aparece detrás de un altar sobre el cual ha depositado a un carnero para realizar el sacrificio alternativo a la divinidad. Abraham aparece con su túnica enrollada en ambos brazos, los cabellos rizados desplegados, con la vista perdida mirando hacia nuestra izquierda y sujetando al carnero con ambas manos por el pecho y por los cuartos traseros. El carnero -prefiguración de Cristo- se muestra tranquilo sobre el altar, con sus patas dobladas y las pezuñas anteriores y posteriores en contacto bajo su abdomen y la cabeza vuelta hacia el centro de la imagen. El altar es una obra de fábrica con despiece figurado de sillares en la zona vista (inferior) y lo que parecen piezas enteras en los laterales así como en el ara que está cubierta por un manto que cae formando ondas y pliegues ocultando buena parte del mismo.

Este pasaje veterotestamentario narrado por medio de dos escenas consecutivas labradas en este caso, es de los más utilizados en la escultura y pintura románicas y viene a poner de manifiesto la obediencia ciega a los mandatos divinos. Es obra del maestro de Jaca. Las vestimentas clásicas, las posturas quiásticas o la túnica de Moisés en el lateral izquierdo tomando protagonismo remiten al estilo visto en el sarcófago de Husillos según señaló Serafín Moralejo. A este capitel se le conoce como "el capitel del canon" por ajustarse el desnudo de Isaac a las proporciones clásicas del cuerpo humano señalado por el griego Polícleto (Siglo V a. C.) por el cual el cuerpo perfecto ha de tener una altura de siete cabezas. Gaillard señaló hacia este desnudo de Isaac como "el más extraordinario de los desnudos que conocemos en la escultura románica, seguramente inspirado en algún modelo clásico".


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El capitel número cincuenta y uno decora el lado izquierdo de la portada sur de la catedral. Es otro capitel del maestro de Jaca y en el se nos narra el episodio de "la burra de Balaam" en el cual por encargo de Balac, rey de Moab, el profeta Balaam debía de ir a maldecir a los israelitas pero un ángel se le interpuso en el camino siendo solo visible para el asna que no avanzaba por mucho que la azotase Balaam. Dios permitió que el asna hablara y que Balaam viese al ángel desistiendo de maldecir a los israelitas. (Números, 22. 21-35). La cara izquierda del capitel está ocupada casi por completo por la figura del ángel que cierra el paso al asna sin que Balaam lo vea, lo cual se significa por estar al otro lado del capitel. Va descalzo, viste túnica al modo clásico que alza con su mano izquierda y cae a ambos lados de su cuerpo formando bucles mientras que con la derecha empuña una espada en alto. Posee nimbo y su cabello se representa por finas incisiones en la piedra. Las alas, desplegadas en altura como si representase estar volando, ocultan parte del nivel superior del capitel aun cuando podemos ver insinuada la voluta del lado derecho. El collarino está decorado por medio de detalles a modo de abrazaderas semejantes a las que hemos visto en otros capiteles de este taller. Entre la cabeza del ángel y la del asna emerge con fuerza uno de los pitones del capitel, decorado con numerosas escamillas triangulares.

Al lado derecho del capitel vemos a Balaam cabalgando sobre su asna. Toma la rienda con su mano derecha en alto y con la vara que porta con la izquierda fustiga al asna para que avance -sin advertir al ángel que está al otro lado del capitel- Va calzado, luce barba y pelo corto con rizos sobre la frente y sobre su vestimenta corta porta capa. A ambos lados de su figura afloran dos grandes pitones jaqueses y por encima, sencillas volutas sin decoración con elementos flordelisados bajo ellas. El apeo del ábaco es cilíndrico y a sus lados hay foliolos vegetales. El asna va perfectamente aparejada con cabezal, silla con sus sujeciones y estribo en el que va introducido el pie visto del profeta. Este capitel, como muchos de los que en esta época decoran portadas, posee una cuarta cara labrada que queda oculta. Se intuyen figuras en ella, que a tenor de los textos evangélicos han de ser dos criados de Balaam: "Iba Balaam montado en su asna y llevaba consigo a dos de sus criados..." (Números 22. 22).

En este capitel las figuras empleadas para transmitir la historia ocultan en gran parte los detalles del mismo. El trasfondo vegetal apenas tiene relevancia salvo por las volutas pero sobre todo por los bellos pitones jaqueses que nos recuerdan a la planta del acanto que originó este tipo de decoración escultórica. Otro detalle relevante es el modo en que el escultor muestra la vara con la que Balaam conduce al asna, puesto que es muy parecida a la que veremos que porta Moisés en el siguiente capitel. Como detalle a tener en cuenta, el ángel de esta escena es el único personaje nimbado que veremos en la catedral (el nimbo del personaje central del capitel 1, es dudoso que lo sea).


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El capitel número cincuenta y dos corresponde a la portada occidental de la catedral y es el primero por nuestra derecha. Es un capitel historiado en el cual el fondo vegetal habitual en la escultura de Jaca ha desaparecido para dejar paso a la historia que nos narra. Tan solo en el nivel superior las volutas decoradas con sencillas incisiones paralelas, los magníficos pitones jaqueses, superponible a los vistos en la historia de Balaam, y los apeos para el ábaco, cuya decoración reproduce la de los pitones acabando en un pequeño botón labrado en la zona en que se trunca este apeo a modo de pitón, hacen alusión al modelo clásico que lo origina. El collarino es liso y el ábaco, bastante deteriorado, se decora con sucesión de palmetas.

La cara frontal del capitel nos muestra a dos personajes vestidos con togas al modo clásico interactuando entre si. Van descalzos y el pie derecho del personaje de la derecha queda oculto en segundo plano apoyando todos en el collarino. El de la izquierda porta en su mano derecha una alargado objeto mientras muestra la palma de su mano izquierda. El pelo de nuevo evoca a las "rastas" aunque es más corto que el que hemos visto en Abraham. La pierna izquierda aparece desnuda, no cubierta por su vestidura hasta medio muslo. El personaje a la derecha, parece subordinado al anterior. Con su mano izquierda en posición baja sujeta la toga y no vemos su mano izquierda. Los pitones jaqueses laterales más el apeo del ábaco conforman un triple motivo de similares características que los enmarca y resalta.

En la cara interior del capitel vemos a otros personajes; dos en el frente de la cesta, uno más en el ángulo de la misma y aún se advierte otro asomando desde la cara oculta del capitel. Los dos personajes principales se muestran interactuando, mirándose. Van levemente cubiertos con clámides que dejan más superficie de su cuerpo descubierta que oculta. La correspondiente al de la derecha se muestra horizontalizada, acaso transmitiendo idea de movimiento mientras que la del de la izquierda cae desde su hombro. Entre ambos portan un objeto rectangular que el personaje de la derecha sujeta plenamente y el de la izquierda tan solo por el ángulo inferior de su lado mientras levanta la rodilla izquierda como queriendo ayudar a sustentarlo. Los peinados de ambos aparentan tirabuzones de sogueado, especialmente en el de la derecha. En un segundo plano y debajo de la clámide al viento del personaje en pie de la derecha vemos a otro personaje que genuflexo asiste con respeto a la escena con su mano izquierda sobre el pecho y la derecha sujetando su rodilla, al igual que parece hacerlo el que asoma desde la cara oculta. De nuevo pitones y sustento del ábaco parecen enmarcar, triangulándola, esta escena.

Por portar una vara, se ha argumentado que la imagen frontal pudiera mostrar al arquitecto de la catedral con su vara de medir, pero creo que es mucho más coherente la hipótesis propuesta por David Simon en la que identifica a los dos personaje con los hermanos veterotestamentarios Moisés y Aarón, portando el primero la vara con que obraba milagros y condujo a su pueblo. (“A Moses Capital at Jaca,” Imágenes y promotores en el arte medieval: Miscelánea en Homenaje a Joaquín Yarza Luaces, Universidad Autónoma de Barcelona, Bellaterra, 2001. pp. 209-219.) Esta pareja de hermanos vendrían a constituir una metáfora, señalando hacia los hermanos Sancho Ramírez -rey- y el obispo/infante García Ramírez. Sancho Ramírez a través del personaje bíblico seria así presentado como "un nuevo Moisés" que libera y guía a su pueblo hacia la tierra de promisión. He de reseñar que en el interior del ábside de San Pedro de Loarre hay una escena similar -con otro estilo escultórico- refrendando esta idea (ver artículo). También hay que indicar que la vara es igual que la que porta Balaam en el capitel número 51 y que utiliza para fustigar a su asna, lo cual la aleja de un posible instrumento de medida. La cara lateral nos estaría mostrando el cambio de la ley antigua a la ley nueva, el paso del Antiguo al Nuevo Testamento , señalando a través de este hecho hacia la implantación del rito romano propiciado por Sancho Ramírez que se oficializó en San Juan de la Peña en 1071, según D. Simon.

Hay otro aspecto interesante en este capitel y es que a mi modo de ver tiene grandes relaciones con el capitel número 17, el de la "imagen clipeata" que da frente a la cabecera del templo desde esta misma línea en la que se halla el de Moisés/Aarón o de Sancho Ramírez /García Ramírez según D. Simon. La idea de "transmisión de la ley" representada en el libro que un personaje entrega a otro y que es apoyado en la rodilla, subyace en ambos capiteles. Yendo un paso más allá, podría ser este un argumento para relacionar la figura viva que aparece en el clípeo con el monarca Sancho Ramírez, encabezando a su pueblo y responsable de la llegada del nuevo rito romano. La idea nos recibe en el pórtico occidental y es presentada ante el altar en primera fila de la misma línea de la columnata norte del la catedral.


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El capitel número cincuenta y tres a pesar de estar bastante deteriorado es una auténtica obra de arte del escultor principal de la catedral de Jaca. Hay al interior otro capitel en que que veremos la misma elegante forma de esculpir en el capitel número 7, el que recibe al fiel que atraviesa la portada meridional del templo y levanta la vista hacia lo alto. Se trata de un capitel vegetal clásico con sus tres niveles vegetales bien definidos. Una sucesión de palmetas apoyadas en el collarino enmarcan el conjunto. Los frondes vegetales se labraron calando la piedra entre uno y otro de modo que que parecen tocarse con levedad en sus extremos. El nivel superior está dañado y no podemos ver en detalle las volutas, pero si de su perfil así como el hecho de que se labraron líneas paralelas incisas para decorarlas como se advierte en su arranque (Imagen 53 a). El collarino es liso y su ábaco está tan dañado que no es reconocible. En las hojas más internas, semiocultas y próximas al muro, quedan restos de pintura de tono verdoso oscuro. Es un dato para pensar que quizá los capiteles vegetales del templo recibiesen ese tono como acabado.

La magnífica portada occidental de la seo jaquesa va a recibir al fiel con las claras recomendaciones que le instruyen desde el tímpano y también con las historias aleccionadoras de Moisés/Aarón y de Daniel y Habacuc labradas en los capiteles historiados que la flanquean; pero también con este capitel vegetal de labra excepcional que acaso sea una indicación para continuar hacia el altar por la "vía sacra" de la nave central flanqueada casi de modo exclusivo por capiteles con decoración vegetal al igual que ocurre en el porche que ha tenido que atravesar para llegar a este interfase entre lo profano y lo sagrado. Otra consideración a hacer es que esta portada no debió de ser la habitual para el acceso de los fieles al templo que lo hacían habitualmente por la meridional. Creo que tan solo se emplearía en momentos determinados del año litúrgico así como en el acceso de personas de relevancia y acaso sea a ellos a quien se dedican los mensajes contenidos en la misma. Portada de San Pedro versus portada de Santa Orosia, en el vocabulario habitual de Jaca.


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El capitel número cincuenta y cuatro se sitúa al interior del lado derecho de la puerta occidental. Éste, junto al número cincuenta y cinco forman un ciclo dedicado al profeta Daniel que Serafín Moralejo ya describió perfectamente en el año 1977 ("Aportaciones a la interpretación del programa iconográfico de la catedral de Jaca”, Homenaje a don José Mª Lacarra de Miguel, I, Zaragoza, 1977, pp. 173-198.). En la cara interior del capitel vemos a tres personajes que interactuan. Los laterales van desnudos y el principal viste que clámide agarra con ambas manos a una gran serpiente a la que toma por su mitad distal mientras su cabeza se dirige hacia el personaje a nuestra derecha. Ambos personajes laterales se representan con una gestualidad que indica sorpresa y miedo y que según Moralejo está tomada de la nodriza del sarcófago de la Orestíada. El personaje central pisa los pies de los dos personajes laterales. En la cara oculta existe otra figuras, aparentemente agachada. El collarino es liso y desde él arrancan dos gruesos pitones jaqueses. En el nivel superior vemos volutas con sus hélices presentando ambas decoración a modo de escamitas y bezantes que las relacionan con los brotes de helecho de otros capiteles existentes al interior del templo.

En la cara exterior del capitel vemos a dos personajes descalzos vestidos con clámide. Los dos dirigen su mirada hacia el exterior de la cesta. El de nuestra izquierda sujeta al otro por la cabeza mientras acerca una espada corta a su cuello para degollarlo. La cara del de nuestra derecha está desfigurada por deterioro y fractura de la piedra. Pueden apreciarse sus manos; con la izquierda toma la clámide y se oculta el sexo mientras que la derecha aparece a la altura del pecho, pero sin mostrar signos de defensa con ninguna de las dos. También el que porta espada es mostrado pisando el pie del otro. Las volutas y hélices están muy deterioradas, advirtiéndose tan solo su perfil.

Este capitel nos muestra lo dicho en la Biblia, en el libro de Daniel en los pasaje en que se describe la treta de Daniel para desvelar la impostura de los sacerdotes de Bel a fin de hacer creer al rey Ciro el Persa que bebe y come por la noche, así como el ardid empleado por el profeta para dar muerte a un gran dragón (o serpiente) diciendo que lo haría "sin usar piedra ni palo" haciéndole ingerir bolas hervidas de pez, grasa y pelos con las que lo hizo reventar y les dijo "mirad lo que venerabais". Lo babilonios se amotinaron diciendo que el rey se había hecho judío porque había "derribado a Bel, matado al dragón y degollado a sus sacerdotes". El rey Ciro amenazado de muerte por su pueblo no tuvo más opción que arrojar a Daniel al foso de los leones. La muerte del dragón y la acción de degollar a los sacerdotes son las escenas mostradas en este capitel (Daniel, 14, 1-31), cuya narración veremos continuar en el siguiente.


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El capitel número cincuenta y cinco se sitúa al exterior del lado derecho de la portada occidental y en él continúa la historia referente al profeta Daniel iniciada en el anterior con su pugna por desenmascarar a los sacerdotes del templo de Bel. En la cara interna el protagonismo lo toma sin lugar a dudas el ángel que transporta a Habacuc para alimentar a Daniel al que han arrojado al foso de los leones. Su figura con las alas desplegadas siguiendo el contorno de las volutas es espléndida. Viste toga al modo clásico -como el resto de los personajes- y lo vemos en conversación con Habacuc al que toma por los cabellos para transportarlo por el aire desde Judá hasta Babilonia con la comida que había preparado para los trabajadores de sus tierras. Lleva el índice de la mano derecha extendido, señalándole el lugar hacia el que han de ir. A la izquierda del ángel hay otro personaje que porta lo que podría ser gavilla de trigo, y aun hay al menos otro más en el lado oculto del capitel. Deben de corresponder a los trabajadores de Habacuc aludidos en el texto sagrado. Habacuc, con la cabeza girada parece escuchar al ángel. No se ven sus pies, ocultos tras el collarino y porta un pan redondo sobre su mano izquierda mientras posa la derecha en la rodilla de Daniel, como vemos en la imagen 55 b. El collarino es liso y las volutas lucen decoración a base de líneas paralelas incisas. El apeo del ábaco posee la misma decoración de escamitas triangulares que vemos en los pitones que afloran por detrás de la cabeza del personaje de la izquierda y de la de Habacuc.

La cara exterior del capitel nos muestra la continuación de la escena. Destaca la figura de Daniel que está sentado y recibiendo con su mano derecha -tomándolo desde arriba- el pan redondo que le trae Habacuc. Su mano izquierda aparece levantada y con la palma abierta sobre el pitón de ese lado que carece de decoración superficial. A la derecha de Daniel, por debajo del nivel de sus rodilla asoman las cabecitas de dos leones certificando de modo discreto el lugar donde se halla el profeta. Las volutas poseen decoración a base de líneas incisas paralelas y bajo ellas elementos flordelisados. El apeo del ábaco está muy desgastado. La fractura del collarino destruyó los pies de Daniel, pero en el lado de nuestra izquierda queda un dedito que permite asegurar que también va descalzo.

La historia que comenzó en el capitel anterior, concluye en éste con la alimentación de Daniel en el foso de los leones al que fue arrojado y en el que milagrosamente sobrevivió a las fieras, pero Daniel tenía que alimentarse y ahí entra en el relato el profeta Habacuc y el Ángel que lo transporta "con la velocidad del espíritu" desde Judá a Babilonia. El texto bíblico habla de una cazuela con pan mojado en su interior y aquí solo se representa un pan redondo, probablemente a modo de símbolo eucarístico. (Daniel, 14, 32-38).


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Los capiteles que decoran la Lonja Mayor previa a la gran portada occidental o puerta de San Pedro -en lenguaje coloquial local- son bastante semejantes entre si, aunque presenten algunos hechos diferenciales. Los encontramos coronando las semicolumnas que apean las dobladuras de los cuatro grandes arcos que componen el porche, dos de los cuales, los interiores, están cegados y los otros dos abiertos (el del lado norte fue abierto en las obras de 2014).

Los tres primeros mostrados (Hay un cuarto que no podemos ver: XX) los presento de modo que los situados a la izquierda son los mas alejados de la portada occidental (56-58) y corresponden a los dos vanos del lado norte. Los mostrados en la segunda fila (59-62) corresponden a los de los dos vanos del lado sur y van en orden numérico decreciente para mantener la situación de ser más externo el más a la izquierda y poder valorar los emparejamientos. Los capiteles más próximos a la portada en el lado norte sufrieron el deterioro consecuente a la edificación de la capilla de la Trinidad. Uno de ellos no existe o está oculto por el muro (XX) y del otro (58) tan solo vemos un pequeño fragmento.

El capitel número 56 está deteriorado en su cara frontal y ángulo derecho como consecuencia de que el vano en el que se halla estuvo cegado hasta fechas recientes (2014). se decora con grandes foliolos lisos provistos de nervadura central. Las volutas están bastante deterioradas y los apeos para el ábaco poseen superficies muy lisas y en la anterior luce una hexafolia. El collarino es liso así como el ábaco que presenta añadidos de restauración de color más claro y que muestra un pequeño bocel en su zona superior..

El capitel número 57 está suplementado por la parte inferior. La decoración también presenta grandes foliolos lisos con nervadura central que se enrollan en su extremo a modo de bola con el enrollamiento muy bien señalado. El foliolo central de la cara anterior luce en altura, en vez del enrollamiento, una cabecita de león de líneas muy sencillas con los belfos abiertos mostrando los dientes cerrados. La volutas están muy bien labradas y poseen un engrosamiento lineal en su concavidad que se pone de manifiesto en sus espirales terminales. Los apeos para el ábaco poseen caras lisas sin decoración. El ábaco también es liso a excepción de un pequeño bocel inferior. El collarino, liso, está labrado en una pieza diferente. A pesar de haber estado semioculto por el mismo muro de cierre del vano que el precedente, su conservación es magnífica.

El capitel número 58 es el más próximo a la portada de los del lado norte. Apenas vemos un pequeño fragmento del mismo que permanece in situ semioculto por el muro sur de la capilla de la Trinidad. Vemos parte de una voluta, similar a la del capitel 57 así como el apeo para el ábaco también decorado con una hexafolia como el 56. El ábaco es totalmente liso y posee un engrosamiento continuación de la que hubo en la concavidad de la desaparecida voluta.

El capitel número 62 es el más exterior de los del lado sur del pórtico. Es también un capitel suplementado en su porción inferior. Dentro de su sencillez está mejor planteado que el resto. Posee foliolos angulares grandes con nervaduras en ambas caras. En su convexidad se labró, apenas sugerido, el nivel inferior vegetal del capitel que aparenta desdoblamiento del foliolo. A partir de su ángulo se perfila una línea curva formando una curva que va a continuarse con su simétrica del otro ángulo conformando una elegante línea curva en "U". Desde el valle de la "U" surge el foliolo central que es más pequeño y está mejor trabajado a pesar de ser liso. Las volutas son más finas y elegantes que las de el resto de los capiteles del porche. El apeo para el ábaco es alargado y presenta superficies lisas. Ábaco y collarino no poseen decoración.

El capitel número 61 es similar al resto en su planteamiento a base de grandes foliolos lisos con nervadura central y doble plano en los angulares. Están mejor trabajados en este caso en su convexidad que muestra acanaladura central. Las volutas presentan también nervadura en su concavidad. El apeo para el ábaco, de nuevo posee una hexafolia. El ábaco es liso y posee bocel inferior y el collarino no presenta decoración

El capitel número 60 es otro capitel suplementado por abajo de estructura vegetal a base de grandes foliolos lisos con nervadura tanto en su concavidad como en su convexidad en este caso. Los foliolos se enroscan en su extremo formando una bola menos delicadamente trabajada que en el capitel 57. Las volutas también poseen nervadura en la concavidad. El apeo para el ábaco es liso. El ábaco posee un bocel central y el collarino es liso.

El capitel número 59, deteriorado en su porción superior, posee semejante decoración a base de grande foliolos vegetales lisos con nervadura central y protuberancias a modo de bolas en su extremo por el enrollamiento de la misma. La voluta se decora con nervadura en concavidad y el apeo del ábaco es liso. El ábaco presenta bocel inferior y el collarino muestra decoración a base de sogueado. En este caso vemos solo medio capitel porque el muro que ciega el vano y que es medianero con dependencia del templo, permanece en su sitio. Lo mismo que en el anterior. Este capitel es el más próximo al muro de poniente de la catedral, con el que articula.

Esta gran estructura que prolonga la nave central y su "vía sacra" a poniente, posee un carácter penitencial, algo en lo que coinciden todos los autores. Su edificación adosada a un muro occidental de la catedral ya concluido es evidente y debió de retrasarse algo en el tiempo con respecto al resto del templo, al menos con respecto a sus paramentos, porque en el plano decorativo, lo que nos están señalando los detalles de estos grandes capiteles es hacia el mismo estilo de los escultores que labraron los grandes capiteles del interior del templo. Hay detalles como la decoración a base de grandes foliolos con nervaduras, en ocasiones tratadas con elegancia como en el capitel 62 en el que sus volutas también se esculpieron con elegancia señalando hacia lo visto en el capitel que corona la pilastra circular anterior del lado norte (22), el que se posee la epigrafía de "BERNARD". La decoración de sogueado en el collarino del 59 nos dirige hacia el otro gran capitel sobre pilastra circular del lado norte (25). En fin, que creo que los escultores que labraron y colocaron -acaso apresuradamente en ocasiones- los grandes capiteles del templo fueron los que labraron estos, de modo más sencillo, acaso más acorde con el carácter de humildad esperado para un espacio penitencial en el inicio de una "vía sacra" que traspasada la portada occidental encaminase a los fieles a través de un pasillo decorado por capiteles vegetales, pero de mucho mejor acabado dado que ya se ha hecho la penitencia y se está en el interior, camino del lugar sagrado.


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El capitel número sesenta y tres corresponde al lado izquierdo del ventanal exterior del segundo tramo del templo. No es fácil observarlo ni fotografiarlo porque hay que buscarlo desde el interior de la Lonja Chica a través de una zona trasparente de su cubierta. El capitel repite la idea del absidal exterior izquierdo: una decoración de entrelazos vegetales acabados en elementos flordelisados saliendo de la boca de un león. Las volutas poseen decoración a base de líneas paralelas incisas, el apeo del ábaco con foliolos alargados y paralelos y el ábaco con palmetas de hechura sencilla. El collarino es liso.


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El capitel número sesenta y cuatro está situado frente al anterior y corresponde al lado derecho del ventanal exterior del segundo tramo del templo. Su cesta se decora exclusivamente con entrelazos vegetales rematados en elementos flordelisados, las volutas son gráciles y decoradas con líneas incisas y los apeos del ábaco con escamitas triangulares. Por debajo de la unión en el ángulo de dos volutas vemos emerger un pitón jaqués. Uno más de los muchos del templo. El ábaco se decora con palmetas sencillas y el collarino es liso.


 

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Tras pasar revista a los capiteles estructurales de la catedral, todavía quedan cuatro esculturas más por describir. Cuatro pequeñas esculturas completamente desconocidas para el gran público e incluso para muchos de los aficionados al arte románico debido tanto a su elevada disposición como a la deficiente iluminación directa que reciben y al hecho de pasar a desaparecer cuando se encienden la iluminación del templo. Me refiero a las figuras de los Tetramorfos que ocupan los vértices de las cuatro trompas sobre las que se alza la cúpula del crucero. Las dos situadas al lado sur reciben cierta iluminación del ventanal del transepto norte pero las del lado norte permanecen en penumbra por la desaparición del vano del transepto sur causada por la edificación de la capilla de San Miguel. Esto con las luces del templo apagadas y una iluminación exterior propicia porque cuando se encienden las luces del templo desaparecen debido a que los focos para iluminar la bóveda están dispuestos justo encima de estas esculturas con lo cual la luz deslumbra e impide siquiera advertir que existen.

La imagen número sesenta y cinco ocupa el ángulo noreste del cuadrado formado por los arcos torales y nos muestra la imagen del evangelista San Mateo representado aquí por su cabeza y por su mano derecha mostrando la palma a un nivel inferior y sin ninguna conexión con la cabeza. La cabecita es de muy sencilla hechura. Lleva peinado a base de pequeños rombos formando círculos concéntricos que en el círculo mayor, sobre su frente se convierten en triangulitos. Los rasgos faciales son muy sencillos y de ruda ejecución.

La imagen número sesenta y seis ocupa el ángulo sureste del cuadrado formado por los arcos torales y corresponde a la representación del evangelista San Lucas por medio de su tetramorfos, es decir, el toro. Lo que vemos es una cabeza de toro ocupando la porción superior de la pieza. El cuerno a nuestra izquierda está roto y por lo demás los rasgos son de tremenda sencillez, como en el caso anterior.

La imagen número sesenta y siete ocupa el ángulo suroeste del cuadrado formado por los arcos torales y corresponde a la representación del evangelista San Juan por medio de un águila, que es como se muestra la imagen de su tetramorfos. En este caso, la escultura aun siendo de sencilla hechura, es más elaborada que las anteriores. El águila está posada sobre una percha cilíndrica, su cuerpo está cubierto de plumaje representado por pequeños rombos y en las alas se simulan plumas por medio de elementos alargados diagonales en altura y paralelos al cuerpo en el resto. El ala de nuestra izquierda así como parte del cuerpo en ese lado aparecen sin decoración no pudiendo asegurar si es que no se concluyó o que ha sufrido deterioro en algún momento.

La imagen número sesenta y ocho ocupa el ángulo suroeste del cuadrado formado por los arcos torales y corresponde a la representación del evangelista San Marcos por medio del león que lo simboliza en el tetramorfos. Se ha representado con su cuerpo como si estuviese echado y con la cabeza girada por completo en posición antinatural, para sugerir que su mirada va hacia abajo. Los ojos, siendo también muy rudos, presentan un poco más de elaboración que lo visto hasta ahora. La nariz es más humana que leonina y los labios son tremendamente gruesos y alargados. Las guedejas asoman en su frente y caen simétricas a los lados del cuello hasta mitad del lomo. El rabo pasa por debajo de su pata derecha y descansa sobre sus cuartos traseros acabando en una borla triangulas decorada con sogueado.

Son cuatro pequeñas esculturas que en lo simbólico refrendan el hecho de que el círculo de la bóveda está representando a la divinidad y por tanto el hecho de que estos símbolos la rodeen la identifican con un gran Pantocrator incluso sin la figura de Cristo. En lo formal, me desconciertan por el hecho de la tremenda rusticidad de su labra que puede calificarse de torpe y el hecho de disponerse en altura y ser poco visibles, no es justificación, dado el gran detalle y realismo de muchos de los canecillos que vemos al exterior y que están a muy superior altura.

 

CONCLUSIONES

1- A pesar de que los capiteles historiados son los más conocidos y sobre los que más se ha escrito, constituyen una minoría en la escultura inicial de la catedral de Jaca representando el 28,3 % de los 53 considerados en este estudio (15 de un total de 53). Además, la distribución sobre la planta del templo nos evidencia que su ubicación no es aleatoria sino que se situaron de modo estratégico en los dos portales del templo así como en el transepto y que es desde esos lugares clave desde donde lanzan sus mensajes. los lleguemos o no a poder recibir (Imagen a). Mensajes que transmiten ideas acerca de la obediencia hacia la voluntad divina y el cumplimiento de sus mandatos (Moisés/Aarón -52-, Daniel -54 y 55-, Abraham -50-), acerca del modo en que Dios detiene lo que va en su contra o en contra de su pueblo (Balaam -51-), acerca de la posibilidad o no de sucumbir a la tentación (capitel 6), al deseo de las almas de volar libre de ataduras hacia el-cielo como su destino final (capitel 12), acerca del triunfo de María sobre el pecado y la oscuridad representado en el momento en que San Gabriel lleva a cabo la Anunciación; oscuridad que probablemente se viese metafóricamente vencida en el equinoccio ( 20-22 de marzo) por medio del rayo de luz que entrando por la desaparecida ventana del transepto sur la iluminase nueve meses antes de la fecha de la Navidad constituyendo un tempranísimo "milagro de la luz" (ver monográfico).

Como hipótesis he señalado hacia el paralelismo existente entre los mensajes de los capiteles primero y último de la linea norte (capiteles 52 y 17). En ambos vemos la escena de la transmisión de la nueva ley en forma de libro y en ambos hay figuras que pueden ser alusivas al rey Sancho Ramírez. En el caso del portal occidental, refrendada por los trabajos de David Simón que vincula las figuras de Moisés/Aarón con la del monarca y de su hermano el obispo infante García, mientras que en la imago clipeata se nos muestra a un personaje relevante presentado ante el altar exaltado por estar dentro de un clípeo pero que está vivo pues contribuye a sujetarlo con sus manos mientras en los laterales se escenifica la transmisión de la nueva ley.

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2- La temática más frecuente en los capiteles del templo es la decoración vegetal siguiendo las más de las veces el modelo corintio clásico. Su número es de 43 y en porcentaje suponen el 67% (Imagen b). Hojas de acanto mostradas bajo formas diferentes, palmetas vegetales, entrelazos están creando un ambiente vegetal evocador del concepto de muerte-resurrección, de la fructificación a través del fruto una vez desaparecida la planta que lo origina. En novedosa la propuesta que he lanzado acerca de los pitones jaqueses como espiga floral del acanto. Por otra parte, la alusión al helecho a través de volutas que se adornan con gérmenes de pequeños foliolos o escamitas representando la misma idea como en los capiteles 1, 7, 13, 15, 41 o 54. La representación del helecho es evidente en los capiteles 41 y 42 del ventanal del transepto norte, helecho como símbolo de resurrección, de planta que resurge desde su rizoma aunque se corten sus frondes.

Al mapear un detalle como es el de los ábacos lisos o decorados con alguna forma de moldura, pero sin palmetas, veo que se agrupan a ambos lados de la nave central, incluyendo su prolongación que es el pórtico occidental (imagen c). Puede interpretarse como forma de señalar la "vía sacra" hacia el altar central aunque también puede interpretarse como un signo de tener que concluir con premura una obra coronando las columnas y pilastras que delimitan ambas naves mientras que muros laterales y decoración del transepto ya se había decorado convenientemente en este sentido antes de surgir la urgencia por acabar. En total suman 18 ábacos y representan un 28% del total.

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3- En contraposición a la decoración lisa de los ábacos, la forma más frecuente de decorarlos es a base de palmetas más o menos elaboradas y así vemos su distribución en planta (imagen d) en la cual las hallamos concentradas en portadas, cabecera y transepto, situación complementaria y lógica comparada con la vista para los ábacos lisos (imagen c). Su total es de 31 elementos representando el 48,4% de los ábacos valorables.

d

 

4- Continuando con la temática vegetal he de reseñar mi propuesta de considerar a los pitones jaqueses, "gros piton" en palabras de Gaillard desde 1938, como las espigas florales del acanto antes de que se abran sus flores, fase en la que la semejanza con estas estructuras es evidente. Además de tener sentido en el contexto formal vegetal del acanto, resulta que toma carta de naturaleza dada su amplia distribución en Jaca, no solo ya como pitones completos sino como vestigios de los mismos, ya desvinculados de la idea original, pero evocándola, al igual que ocurrirá en muchos otros lugares de la ruta jacobea, especialmente en lugares bajo la influencia de Jaca. Es de nuevo el propio Gaillard quien en fecha tan temprana como 1938 que señaló a estas estructuras como "uno de los motivos más característicos de los escultores de Jaca". En la catedral hallamos 17 capiteles con pitones jaqueses, lo que supone un 26,5% del total.

e

 

5- Los capiteles dobles suplementados situados en el frontal de la cabecera del templo (15 y 16) que señalaba como composición a base de "capiteles antiguos" de menor módulo, han de ser reconsiderados bajo otro punto de vista dado que cuando se analizan en detalle, como he hecho, se advierte que la decoración del collarino (15) o la decoración de las volutas evocando brotes de helechos (16) corresponden a detalles que vemos en la escultura del maestro de Jaca por lo cual esos capiteles enteros que componen la parte inferior de los capiteles doble suplementados fueron realizados por ese mismo maestro o su taller, por lo cual tan solo la porción superior sería reaprovechada de piezas previas. La cantidad de capiteles suplementados, incluso con piezas creadas y decoradas ex profeso para ese fin a lo largo de todo el templo (14 capiteles; 21,8%) hacen que se pueda poner en tela de juicio la idea del "cambio de módulo" (capiteles 2, 4, 6, 9, 10, 11, 15, 16, 19, 20, 23, 57, 60, 62). Tan solo los capiteles de cabeceras, muros laterales y portales escapan a esta circunstancia.

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6- Los capiteles dañados y restaurados a base de piezas de escayola para restituir su primitivo volumen se agrupan en una zona muy concreta del templo (8, 9, 14, 22, 23). De no conocer esta circunstancia, pueden pasar desapercibidos a una primera aproximación a los mismos. La causa de esta circunstancia fue la edificación de un coro en los tramos segundo y tercero de la nave central en 1517 y que se mantuvo en esa situación hasta 1919 en que se trasladó a su actual situación tras la demolición del ábside central románico y su sustitución por el actual, obra dirigida y decorada por fray Manuel Bayeu entre 1791 y 1792 según consta en el libro de gestis de la catedral de Jaca (ver monográfico).

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Huesca; 11 de septiembre de 2018

Antonio García Omedes

de la Real Academia de San Luis


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