LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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LOS CAPITELES DE LA CATEDRAL DE JACA.

CAPITELES DE LA LONJA CHICA


 

La portada meridional de la catedral de Jaca está protegida por un pórtico cubierto edificado alrededor del año 1600 y decorado con siete capiteles procedentes de la propia catedral. Su estructura quiere remitir a lo visto en la arquitectura vista en los claustros, lo cual puede que sea una indicación acerca del origen de la mayoría de sus esculturas. Se compone de un podio de sillares de tres lados, corrido, alto y estrecho con acceso único en su lado sur sobre el cual se alzan basas columnas y capiteles para sustentar en altura una estructura de madera a dos vertientes componiendo arquería muy rebajada que da apeo a cubierta de madera con un amplio alero y tejado de piedra. El espacio entre columnas está cerrado por medio de una elaborada verja de forja. El lateral oriental de este espacio lo compone el muro de la sacristía de de la capilla de San Sebastián, al cual se adosan dos de las columnas. Esta estructura ocultó el vano del cuarto tramo meridional del templo, quizá cegado por esa causa. El vano del segundo tramo queda parcialmente visible en altura a través de un espacio diáfano de la Lonja Chica.

Victoriano Navarro publicó en 1963 un artículo en la Revista Argensola en el que refiriéndose a la portada sur de la catedral dice "en el siglo XVII se construyó un falso atrio (lonja pequeña) para el cual fueron utilizados columnas y capiteles procedentes, la mayoría del claustro románico primitivo. Este atrio permaneció casi por completo murado hasta el año 1929, en que por instancia de los sindicatos de Jaca y Zaragoza, excelentemente acogida por el entonces obispo de Jaca, excelentísimo señor do Juan Villar, y el cabildo, fueron deshechos los tabiques para dejar solas las columnas, quedando al descubierto los hermosos capiteles, ofreciendo el magnífico aspecto que hoy contemplamos."

 

Los capiteles que vamos a ver en este espacio y cuya distribución y numeración vemos en la imagen bajo estas líneas son bastante uniformes en su forma general, excepto el de David y los Músicos. Salvo éste, los otros seis son capiteles labrados por sus cuatro caras esculpidos para alzarse sobre columna y sustentar estructura. Dos son de temática vegetal pura, otros dos muestran arpías, otro nos muestra halcones y sus halconeros y otro, historiado, narra episodios de la vida de San Lorenzo. El capitel de David y los Músicos posee un módulo de mayor tamaño que el resto. La pieza que vemos es una copia del original, que se expone en el Museo Diocesano, pero la columna y la basa son las correspondientes al mismo, dato verificable por que ambas poseen una cresta posterior a modo de saliente que prolonga la existente en la cara posterior del capitel.

La estructura protege la portada meridional del templo o puerta de Santa Orosia la cual se halla a un nivel notablemente inferior al del pavimento de la ciudad actual. La estructura de esta portada se remodeló, especialmente en lo referente a su tímpano en el que vemos dos timpanillos románicos recolocados. Es probable que esa remodelación se acometiese a inicios del XVII al tiempo que la edificación de la Lonja Chica.

 


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El capitel número 65 que vemos hoy en la Lonja Chica es una réplica del original que se expone en el Museo Diocesano del cual es pieza destacada por su excepcional calidad. El hecho de estar expuesto a la meteorización por su ubicación exterior motivó que se trasladase al Museo Diocesano siendo sustituido por una réplica del mismo. En el antiguo museo se situó adosado al muro que cerraba el vano de acceso a la sala capitular. Gracias a las obras de modernización del espacio museístico (2002-2010) fue restaurado y reubicado en el mismo el día 18 de abril de 2011 y fue oficialmente presentado el 13 de mayo de ese año. Gracias a la restauración y a su nueva situación pudo verse su cara posterior, que había permanecido adosada al muro, y pude comprobar que está parcialmente decorada y con huellas de haber servido de parteluz ante una portada reforzada con grandes clavos cuyas cabezas se alojaron en esas huellas (Ver artículo monográfico).

El capitel con su ábaco mide 73 cm de altura, correspondiendo 16 cm. de altura al ábaco. La parte alta del ábaco tiene una longitud de 80 cm. y una profundidad de 48 cm. La medida del capitel de su profundidad es de 40 cm en su parte superior y 34 en el collarino. La anchura de la "cresta" de su cara posterior, que se continúa con otra idéntica en columna y basa es de 14 cm. Las muescas circulares que vemos en su cara posterior tienen de promedio 7 cm de diámetro y los intervalos entre los centros de las mismas dan medidas entre los 16 y 19 cm.

En lo formal es una pieza excepcional del maestro de Jaca centrada por el rey David rodeado por once músicos, cuatro en el lado izquierdo, cinco en el derecho y una en cada ángulo del capitel flanqueando al rey quien se muestra sentado en una silla curull de la cual vemos los remates en forma de cabezas y zarpas de leoncitos. Está barbado y tocado con una corona poligonal, probablemente hexagonal con piezas más estrechas en los cuatro ángulos, que se decora con sucesión de bezantes en altura, gemas en su centro y un entorchado, probablemente almohadillado en la zona inferior. El rey toca una fídula de arco que apoya sobre su rodilla izquierda. Viste saya decorada con brocado en su extremo y en el cuello y por encima una capa. El calzado está delicadamente trabajado, se apoya sobre el collarino y con su pie izquierdo pisa el pie derecho del músico que está a nuestra derecha con el que parece interactuar para comenzar la melodía al tiempo que aquél alza su mano derecha para dar la señal de inicio al resto de los músicos.

El capitel deriva del modelo corintio al que nos remite por medio de sus volutas decoradas con incisiones. El apeo para el ábaco luce decorado sogueado en tres de las cuatro caras y a sus lados, en la cara frontal, vemos elementos vegetales flordelisados. En la cara posterior, que hemos podido ver tras su restauración y traslado (imagen 65 c) podemos advertir la decoración a base de dos volutas planas que arrancan de lo alto del inicio de la cresta posterior del capitel, que muestra señales toscas de su trabajo. Las volutas lucen también dos incisiones paralelas y bajo su extremo enroscado vemos tres foliolos vegetales componiendo un elemento flordelisado. El espacio entre ellas, al igual que el de la cresta posterior, muestra el trabajo tosco de las herramientas del cantero así como dos líneas paralelas de trabajo señalando la anchura de la mencionada cresta a lo largo de toda la pieza. El resto de los detalles de los músicos que acompañan al rey David están explicitados en este monográfico.

Sin duda es un capitel diferente en su formato, con un perfil en que sus caras anterior y posterior aparecen casi paralelas con una cara posterior que debería de permanecer oculta y que sin embargo fue decorada y que muestra, al igual que su columna de la Lonja Chica, marcas de las cabezas de clavos de la puerta ante la cual estuvo. Hay unanimidad entre los profesores de historia en aceptar mi hipótesis según la cual el capitel fue parteluz situado ante una portada. Yo apunto hacia la occidental, como apeo del tímpano y alguno como Francisco de Asís García apuesta por situarlo en la meridional.

El ábaco luce una sucesión de roleos vegetales formando círculos dentro de los cuales se despliegan foliolos radiales. Las esquinas anteriores están decoradas por medio de bolas parcialmente cubiertas en su porción superior por una prolongación picuda de los mencionados roleos.

En definitiva, una pieza tan magnífica y emblemática como el propio tímpano de la portada occidental con el que comparte material pétreo y veteado blanco como pudo comprobarse en la restauración y que a mi entender estuvo sustentándolo en forma de remate en altura de parteluz.

La imagen antigua que completan este relato corresponde una fotografía de 2001, antes de la restauración del museo diocesano (Imagen 65d) y muestra la situación del capitel ya en el interior desde 1990 hasta su ubicación en lugar destacado del mismo en 2011.

 


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El capitel número sesenta y seis es de temática totalmente vegetal. Su decoración se distribuye en dos niveles. En el inferior encontramos ocho elementos vegetales. Cuatro picudos foliolos uno por cada esquina y otros cuatro, redondeados ocupando la cara central del capitel y asomando en medio de cada dos de las esquinas. Los foliolos picudos poseen acanaladura en su convexidad y en la concavidad muestran superpuesto un segundo foliolo más pequeño a modo de dobladura. Sus bordes así como la nervadura central de cada uno de ellos se prolonga haciendo resalte en el collarino. También existe este resalte en la unión de los foliolos angulares que centra las caras y se produce por medio de una suave línea curva con forma de "V" de la cual parece emerger otro foliolo con su extremo enroscado a modo de bola. El nivel superior está compuesto por volutas angulares planas que se enroscan y sobresalen en su extremo bajo el cual emergen unas pequeñas prolongaciones curvas. Los apeos para el ábaco son planos y se decoran con motivos curvos que parecen deslizarse sobre el foliolo central de cada cara hacia la bola de su extremo. El ábaco es liso y presenta un resalte a modo de toro perimetral.

 


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El capitel número sesenta y siete es también de temática vegetal pero de mayor elaboración artística que el precedente. En este caso son tres los niveles que vemos de los cuales el nivel medio es de similar hechura al nivel inferior del capitel 66 si bien en este todos los foliolos acaban con bolas enrolladas en sus vértices y poseen una sola nervadura central. Es el nivel inferior el que lo diferencia del anterior capitel tanto por ser un añadido con respecto a aquél como por su elaborada decoración que revela imaginación y virtuosismo por parte del escultor. Posee también una sucesión de foliolos enlazados por sus bordes externos con suave perfil en "V" tras los cuales surge otra fila de foliolos así como dos elaborados brotes vegetales dirigidos horizontalmente hacia ambos lados para enlazarse a modo de nudo con los contiguos. En este nivel en vez de las bolas enrolladas del superior vemos en su lugar unas elaboradas filigranas vegetales colgando de sus extremos. El nivel superior nos muestra las consabidas volutas, sencillas en este caso y sin incisiones decorativas. Los apeos para el ábaco muestran una curiosa forma, imitando un plegamiento hacia la línea media de unas hipotéticas prolongaciones existentes sobre las enjutas. El ábaco, liso, es semejante al previo aunque un poco más elaborado en la forma de labrar su toro central, como era lógico. La cara del capitel orientada al oeste presenta deterioros en alguna de las bolas y en el ábaco, además de mostrar un color rojizo que señala a haber sido probablemente afectado por el fuego (Imagen 67).

 


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El capitel número sesenta y ocho está situado al lado occidental del acceso a la Lonja Chica y es un capitel historiado. En cada uno de sus ángulos encontramos una pareja de aves con la cabeza vuelta hacia el ángulo reuniendo en él sus picos. El espacio entre ambas está decorado con un elemento angulas saliente con motivos modo de pequeños segmentos de círculo de concavidad superior a excepción de uno en que la decoración muestra una linea ondulada con prolongaciones enrolladas a modo de zarcillos surgiendo desde los picos de las aves (Imagen 68a, lado izquierdo). Bajo la confluencia de las colas de cada dos aves hay un motivo vegetal globuloso con su tallo penetrando en el centro del mismo. Las patas de las aves están libres de plumaje mostrando unos alargados tarsos, lo que las identifica como rapaces. En la cara del capitel que da a la plaza del mercado, estas patas llegan y se aferran al collarino (Imagen 68a). En la cara occidental aparece entre ambas un personaje con la cabeza protegida por un gorro redondeado, con guantes en ambas manos sobre las que se posan las garras de las aves. Viste una faldilla de cuidados pliegues y lo que es más importante: su pierna derecha aparece amputada por debajo de la rodilla y lleva una prótesis con tope en su extremo distal (Imagen 68). En la cara opuesta, la que da al este, vemos otra figura entre las dos aves que muestra similares características salvo que en este caso posee ambas piernas. También lleva guantes sobre los que se posan las aves. En la cara que da al interior de la Lonja Chica, la figura humanas está tan solo representada pos su cabecita y las aves se aferran al extremos superior de sendos elementos verticales que aparentan ser perchas o posaderos para las mismas. En el nivel superior, las volutas son lisas y las de las caras en que hay figuras humanas enteras están perfiladas a lo largo de su concavidad. El espacio entre las volutas y las aves está decorado en algunas de las caras con elementos arqueados o con filigranas incisas, siendo la cara del personaje cojo la más decorada. Los apeos para el ábaco muestran una curiosa forma a base de acabado globuloso en su porción inferior y el situado al interior está decorado con incisiones verticales. El ábaco es liso y de hechura muy similar a la del capitel vegetal más sencillo (66).

Es curiosa y muy poco frecuente la representación de halconeros en el románico. No estamos ante señores que lleven a su ave de cetrería en el puño, al modo de la representación de "mayo caballero" de los mensarios, sino que en este caso quienes parecen estar representados son los criados que cuidan de ellas, los cetreros que cubren su cabeza con una prenda acaso de cuero. Uno de ellos es cojo y acaso esté transmitiendo la idea de que para esta labor no importe su defecto (Mas información y detalles en este monográfico).

 


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El capitel número sesenta y nueve está situado frente al anterior en el lado derecho del acceso a la Lonja Chica y en sus caras nos narra varios episodios de la vida de San Lorenzo (ca 258). El relato se inicia en la imagen 69 en la que vemos interactuando a dos personas. A nuestra izquierda en papa San Sixto, identificable por la epigrafía existente en la voluta situada sobre su cabeza ("S.SISTVS"). Cubre su cabeza con un gorro gallonado y bendice con la diestra mientras muestra un libro abierto al personaje situado a nuestra derecha, San Lorenzo, quien alza las palmas de las manos abiertas en señal de aceptación. Son reseñables los detalles que señalan sin lugar a dudas al escultor denominado como "maestro de Doña Sancha" por ser el sarcófago de la condesa su obra principal, entre otras (capitel de la Anunciación en Santa Cruz de la Serós, tímpano de la Epifanía en San Pedro el Viejo de Huesca, etc.) como los rostros mofletudos de los personajes, su peculiar cabello liso o el cuidadoso plegado de las vestiduras, como podemos ver en este caso bajo el libro y la mano izquierda de San Lorenzo. En la siguiente cara del capitel, centra la escena la figura de San Lorenzo (imagen 69a) quien con la mano derecha apoyada sobre una gran cruz entrega un objeto envuelto a dos personajes que lo reciben con respeto. A continuación (Imagen 69b) vemos como el santo es conducido preso ante el emperador Valeriano que es mostrado con las piernas cruzadas como símbolo de autoridad mientras muestra el índice alzado al santo y con su mano izquierda hacia la siguiente escena; el martirio. A destacar un detalle poco tenido en cuenta por su tamaño como el hecho de que la decoración de la corona del empesador está hecha a base de pequeños arquillos apeados en columnitas bajo los que se labraron diminutos elementos flordelisados. En la siguiente cara del capitel, la que da al interior de la Lonja Chica y por ello menos apreciable debido al contraluz, vemos el inicio del martirio del santo. Un sayón vuelto hacia el emperador, de quien recibe la orden toma con su mano izquierda por el pelo al santo mientras lo azota con un flagelo con su derecha. El santo va vestido y sus manos bajas señalan la aceptación del martirio. El ábaco es liso y al igual que otros ya vistos posee un sobresaliente toro perimetral en medio de dos zonas lisas.

Estas escenas están labradas sobre la cesta del capitel, que aparece lisa en los espacios vacíos, pero en altura podemos ver, recordando su origen corintio las volutas que son lisas y con sus enroscados vértices prominentes, a excepción de las de la escena donde aparece San Sixto, en donde están perfiladas en su concavidad. Por debajo de ellas suelen aparecer foliolos vegetales. En cuanto a los apeos para el ábaco, hay dos lisos y otros dos decorados con foliolos vegetales que aparentan surgir y alzarse desde la cesta (imágenes 69 y 69c). En la escena del martirio vemos roleos a sus lados. También como recuerdo al origen vegetal del capitel, posee dos foliolos rematados en bolas en sendas esquinas opuestas del mismo (entre 69 y 69a y entre 69b y 69c).

Este bello capitel de mano del maestro de Doña Sancha tiene la particularidad de poseer epigrafía señalando a uno de los personajes del mismo, el papa San Sixto, y por ello son identificables las escenas del prendimiento e inicio del martirio de San Lorenzo. En la imagen 69a, la gestualidad del santo y de los personajes que reciben el objeto envuelto dan pie a suponer que se trata de la entrega del santo Grial para que esos discípulos lo trasladen hasta Huesca, según narra la tradición. Otro aspecto de esta narración es que se halla incompleta puesto que falta la parte más representativa del martirio del santo como es el tormento en la parrilla por lo que hay que pensar en que hubiese un segundo capitel completando el ciclo que no ha llegado hasta nosotros o que no llegase a labrarse. El sarcófago de Doña Sancha, obra principal del autor de este capitel fue mandado labrar por el Rey Pedro I para contener los restos de su tía, Doña Sancha, hija de Ramiro I muerta en 1097, por lo que podemos estimar que el capitel pudo ser también esculpido en los inicios del siglo XII.

 


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El capitel número setenta está situado en el ángulo sudeste de la Lonja Chica y su ubicación implica que la parte superior de una de sus caras esté empotrada en el muro de la sacristía de la capilla de San Sebastián, además de quedar oculta esa cara del mismo. La temática que decora el capitel es sencilla. Nos muestra a cuatro aves con cara humana situadas una en cada una de las esquinas del mismo. Las cabecitas aparecen cubierta por un ajustado gorro. El cuerpo es pequeño, alargado y redondeado, sobresaliendo en su centro la quilla esternal. Las patas son largas y acaban en tres largos dedos vistos con los que se agarran al collarino. Las alas aparecen extendidas y en ellas se labraron dos filas de plumas cortas y otra de plumas más largas. La cola se representa como un triángulo por detrás de las patas que en este capitel no posee decoración al contrario de lo que veremos en el siguiente. En el nivel superior vemos las volutas, gruesas redondeadas y con su extremo enroscado sobresaliente. Poseen un realce muy marcado en su concavidad. Los apeos para el ábaco se han transformado en elementos decorativos con más volumen en su zona inferior que en la de sustento del ábaco. El perfil de su ábaco también liso, difiere de los vistos. Posee dos escocias separadas por una zona central provista de dos molduritas paralelas. Su notable deterioro confirma su autenticidad.

 


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El capitel número setenta y uno está adosado al muro de la sacristía de San Sebastián que como en el caso anterior oculta su porción superior enterrada en el mismo así como impide la visión directa de esa cara. La temática es idéntica a la vista en el capitel anterior: cuatro aves con cabeza humana situadas una en cada esquina de la cesta. Las cabecitas humanas de esas aves son mucho más elaboradas que las vistas en el anterior así como también se advierte una mayor elaboración en el resto de los detalles que traducen una mano más experta. Los ajustados gorritos del capitel anterior dejan paso aquí a cascos, sencillos pero más realzados. Las alas poseen dos niveles de plumas pequeñas y otros dos de mayor tamaño. La cola, también triangular, está trabajada con líneas verticales simulando el plumaje. Los apeos para el ábaco poseen también un mayos volumen en su zona inferior que aparece trabajada como si de bolas enrolladas -sencillas o dobles- se tratase. En alguna de las caras, como la que da al interior de la Lonja Chica, vemos bajo el apeo del ábaco una sucesión de líneas incisas curvadas paralelas a la que forman la unión de las dos volutas, recordando la estética de la forma de unirse algunos de los foliolos en los capiteles vegetales de este espacio. El ábaco posee una moldura tórica perimetral centrando dos zonas lisas. Este es un capitel similar al anterior si bien, como ya he mencionado, de mucha mejor hechura.

Este capitel y el anterior aparecen en algunos tratados como "capiteles de los hombres-pájaro" pero pienso que los seres aquí representados son sirenas, en su versión clásica de sirena-ave que ha compartido denominación con las sirenas-pez y que se ha prestado a confusión con las arpías, aunque en esos seres podemos hallar cuerpo de dragón y patas provistas de pezuñas. Sirenas pues que forman entre los dos capiteles un ciclo cuyo significado podría hacer mención a las tentaciones que sus cánticos producían en los marineros, bien señalados en la Odisea cuando Ulises hubo de recurrir a tapar los oídos de sus hombres con cera y a atarse él al mástil para no sucumbir a sus tentadores cánticos.

Hay otro punto de vista, recurriendo a la mitología egipcia, en la cual también aparece la figura de un ave con rostro humano denominada "Ba" representando la parte espiritual de cada persona que abandona el cuerpo tras la muerte en un concepto bastante semejante al del alma en el cristianismo. Quizá estas esculturas pudieran ir en ese sentido, especialmente si consideramos mi hipótesis de la influencia egipcia en la génesis del tímpano de la portada occidental a partir del ideograma del dios egipcio Aker (ver monográfico). Desde ese punto de vista, estos capiteles tendrían un sentido funerario, representando alma preparadas para elevarse al cielo.

 


Es probable que los capiteles de la lonja chica procedan del desaparecido claustro de la catedral cuya arquería fue demolida en el siglo XVII (excepción hecha del capitel del rey David, como ya se ha comentado). Hay en el museo diocesano capiteles de doble cesta a los que también se considera procedentes del claustro, pero es lógico pensar que para decorar este atrio se utilizasen tan solo los capiteles de cesta única. El estilo visto en los capiteles de temática vegetal de la lonja chica comparte muchos detalles con algunos de los grandes capiteles de la lonja mayor e incluso con los dos grandes capiteles que coronan pilastras circulares en el lado norte del interior del templo, por lo cual es lícito pensar que el momento de su labra no debió de distanciarse mucho de la de aquellos. Incluso los ábacos lisos están labrados al estilo de aquellos. Desde ese punto de vista, quizá estuvieran en la primera zona del claustro que se construye y decora y que bien pudo ser la más próxima al lado norte de la catedral. La delicada decoración de los capiteles de la sala capitular así como de otros que debieron de estar en su proximidad como el capitel del sátiro o el de la iglesia de Santiago, nos lleva ya a un momento algo más avanzado de la escultura románica. La presencia en la lonja chica de un capitel del maestro de Doña Sancha aporta una cronología acaso extrapolable al resto y que llevaría hacia el inicio del siglo XII dado que la condesa murió en 1097 y su sarcófago debió de ser labrado no mucho después de esa fecha. Por otra parte, este maestro está trabajando en San Pedro el Viejo de Huesca labrando el tímpano de la Epifanía más tarde de 1117, fecha en que se inician las obras de reedificación del monasterio por los benedictinos. Para la cronología de los capiteles del sátiro y de la iglesia de Santiago, ( y por extensión los de la sala capitular) Prado Vilar propone la fecha de 1105-1110 relacionándolos con la muerte del conde Sancho Ramírez quizá como promotor de los mismos.


Huesca; 11 de octubre de 2018

Antonio García Omedes

de la Real Academia de San Luis


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