LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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SAN JUAN DE LA PEÑA. VOTO A SAN INDALECIO - 2013


San Indalecio es uno de los siete varones apostólicos convertidos por el Apóstol Santiago el Mayor y designados obispos con la misión de evangelizar Hispania. (Torcuato, Indalecio, Segundo, Tesifón, Cecilio, Eufrasio y Ersikio).

En el siglo XI, reinando Sancho Ramírez y siendo Sancho el abad del monasterio pinatense fueron descubiertos de modo milagroso los restos de San Indalecio en Urci y trasladados al monasterio de San Juan de la Peña en 1084. Según lo escrito por Juan Briz Martínez en 1620 ("Historia de la fundación y antigüedades de San Juan de la Peña", existe un privilegio del rey Sancho Ramírez que concluye así: "Era MCXXII. Fuit traslatatum corpus Sancti Indaletii Episcopi in monasterio Santi Ioannis de Pinna a quinto kalendas aprilis".

En el año 1187, 237 pueblos del entorno de Jaca hicieron voto solemne de acudir una vez al año con sus cruces al monasterio en la infraoctava de Pentecostés para agradecer al santo su protección y rogar por sus cosechas. El voto fue confirmado por el papa Julio II en 1508.

Con el tiempo fue decayendo el fervor y en 1735 tan solo acudían 35 pueblos. En 1940 el voto está a punto de desaparecer como consecuencia de la exclaustración de los monjes que llevaron las urnas con las reliquias de los santos Voto y Félix y San Indalecio a la catedral de Jaca, donde permanecen en su altar mayor junto a las de Santa Orosia.

En 1980 se formó la Hermandad de Caballeros de San Juan de la Peña y se retoma el Voto a San Indalecio. De los 239 pueblos iniciales tan solo quedan hoy 98 pues el resto han desaparecido o se han despoblado.

El domingo 9 de junio de 2013, a pesar de la climatología adversa las cruces de un buen número de pueblos del entorno de Jaca han subido de nuevo para renovar el Voto a San Indalecio. Cruces parroquiales traídas por gentes de esos lugares; incluso de algunos que estando despoblados, sus descendientes se esfuerzan en que no desaparezca este vínculo con sus antiguos moradores. Cruces parroquiales y astiles portados por parroquianos que miran al cielo esperando ver si se puede bajar en procesión al monasterio viejo desde la pradera de San Indalecio. No ha sido posible y este año la bajada se ha hecho en autobús.

Quiero hacer una reflexión acerca de este acto de hoy: Cuando visitamos los monumentos románicos lo que vemos no es sino un "esqueleto" de lo que fueron. Vemos sillares desnudos y esculturas magníficas, en efecto; pero nos olvidamos muchas veces de que no vemos lo fundamental de los mismos. Su razón de ser: La liturgia.

Faltan los monjes, sus rezos, sus cantos, la música, las procesiones dentro del templo, las pinturas de sus paredes, etc.

Es por esto que hoy he subido con ilusión al monasterio porque a pesar de haberlo hecho en muchas otras ocasiones, nunca había asistido a una liturgia que le haga , aunque sea de forma parcial y transitoria, recobrar su razón de ser.

Una vez en el monasterio viejo se arman las cruces se visten sus portadores y se concentran en el espacio ante el panteón de nobles. La cruz de Botaya, destacada por ser este lugar la parroquia de la que depende el monasterio que no es sino ermita de esa iglesia. Mosén Benito Solana, párroco intemporal de la misma ejerce la función de recibir en su territorio a los peregrinos procedentes de las distintas parroquias.

Junto a él, el Sr. Obispo de la diócesis Huesca-Jaca, D. Julián Ruiz que ha presidido la liturgia en este histórico lugar.

Una doble fila de astiles coronados por las cruces parroquiales forman pasillo a los celebrantes que ocupan su lugar en el ábside central de la iglesia de San Pedro, lugar donde en 1071 se trocó el rito hispanovisigodo por el oficial romano, dando lugar al inicio del Románico en Aragón.

Sin duda una ceremonia de hondo significado que vuelve a dar sentido al templo. La música a cargo de mosén Jesús Lizalde dirigiendo el coro, ha completado este acto.

Concluida la ceremonia, las cruces de nuevo salen al espacio ante Panteón de Nobles y allí son despedidas por las autoridades, por el Sr Obispo y por el párroco de este lugar, mosén Benito. De nuevo en autobús ascienden al monasterio nuevo para celebrar una comida de hermandad.

Los "Indalecios", algunos con sus vestiduras blancas, portan la cruz envuelta en bolsa de plástico para evitar que se moje. Un año más se ha cumplido el Voto. El año próximo de muevo estas cruces volverán a San Juan de la Peña. Quizá portadas por las mismas personas, quizá por otras diferentes; porque el Voto trasciende de las personas. Obliga a los pueblos.

 


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