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LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO Webmaster: A. García Omedes - Huesca (España) |
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UN CAPITEL PROCEDENTE DE NÁJERA EN SAN PEDRO DE JACA.
LOS PITONES JAQUESES COMO MOTIVO FLORAL DEL ACANTO
En el interior del ábside meridional de la catedral de Jaca, en funciones de peana para la imagen de la Virgen del Pilar, hay un capitel descontextualizado (Imagen 1). Como consecuencia de su belleza de formas fue utilizado como emblema de la "Asociación Sancho Ramírez" hasta que, conocido su origen, se cambió por el actual (el capitel claustral conservado en la iglesia de Santiago de Jaca mostrando la cara que representa al arcángel san Miguel provisto de espada y flor de lis). Así se puede comprobar en el logo de las portadas de la Revista "La Estela" desde el número 1 (Febrero de 1999) hasta el número 24 (Junio de 2010). El siguiente número (25) de diciembre de 2010 ya luce el nuevo emblema de la Asociación, esta vez si, con un capitel de Jaca.
El capitel en cuestión procede de la localidad de Nájera como documentan varios autores, entre ellos Minerva Sáenz que dice del mismo lo siguiente:
"Fue llevado allí (a Jaca) por Íñiguez Almech para compararlo con otros, e inexplicablemente se quedó en ese lugar. Es un capitel que apareció como relleno en un muro del claustro del monasterio riojano, al reparar la capilla de la Vera Cruz o de los López de Haro, que estaba medio hundida por un desprendimiento de los acantilados próximos. Sólo está tallado por tres de sus lados, pues se hizo para adosar a una pilastra, y es corintio degenerado con hojas rematadas en volutas: en la mitad inferior posee varias hojas que más que acantos parecen palmetas; en la superior, caulículos enrollados en voluta o espiral; en los laterales, pitones salientes en punta; y en el centro, un muñón. Según Íñiguez, se podría fechar en el siglo XI, como los capiteles de la catedral de Jaca y los de la colegiata de San Isidoro de León, con los que guarda bastantes similitudes en la manera de tallar las hojas en forma de palmeta, los caulículos, los pitones y el muñón."
(Minerva Sáenz. "El primer románico en La Rioja durante el esplendor del reino de Nájera-Pamplona (1000-1076)"; XV Semana de Estudios Medievales pp. 417-418, 2004).
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Francisco Íñiguez Almech (1947-1958), eminente arquitecto dedicado a la restauración del patrimonio monumental fue nombrado en 1932 Arquitecto Restaurador Jefe de la Segunda Zona del Tesoro Artístico, quedando bajo su control Álava, Burgos, Guipúzcoa, Huesca, Logroño, Navarra, Soria, Vizcaya y Zaragoza. Entre sus muchas distinciones, fue nombrado en 1930 Académico Correspondiente de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza y 30 años después, en 1980, Académico de Honor de dicha entidad por toda una vida dedicada a la restauración del patrimonio arquitectónico. En 1935 publicó en el número 117 de la revista Aragón el artículo "La restauración de la catedral de Jaca" (año XI, pp.: 99-101).
A la vista de estos datos es lógico pensar que el traslado del capitel en cuestión procedente de una de las zonas bajo su control como arquitecto restaurador tuviese lugar en la década de los años treinta del pasado siglo. Aparentemente, la motivación de comparar este capitel con otros de Jaca fue la causa de su traslado, como se apunta en la publicación de M. Sáenz y muy probablemente la causa fuese que Íñiguez se viese impactado por las múltiples coincidencias estilísticas de esta pieza con algunas de las presentes en la catedral de Jaca.
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El capitel está labrado por tres de sus caras (Imagen 2). Su perfil en la porción superior del mismo aparece muy "cuadrado" a causa del gran volumen de los exagerados pitones jaqueses que decoran sus esquinas y que parecen asumir el protagonismo de la pieza. El estilo general, como ya apunta Minerva Sáenz, procede del capitel corintio aunque muy modificado ya que falta la estratificación en dos niveles inferiores a base de hojas de acanto que han sido sustituidas malamente por media docena de palmetas muy apuntadas a razón de dos por cada una de las caras con su base en la zona inferior del capitel carente de collarino. En las tres caras del capitel se labraron volutas y hélices corintias decoradas con sucesión de escamas al igual que veremos en los pitones. En el espacio generado por las hélices, el escultor trazó un esbozo de gran hoja vegetal con nervaduras a la que trató de dar apariencia de volar fuera de la cesta, sin conseguirlo.
Los pitones angulares, como ya he dicho, son de gran volumen siendo el elemento más aparente del capitel. Están decorados por pequeñas escamas, de mayor tamaño en su base y más gráciles conforme van aproximándose a la punta. En algunas podemos ver pequeñas estrías sobre su superficie, como en el del lado izquierdo de la imagen 2.
Las caras laterales del capitel repiten el esquema descrito si bien con ejecución más descuidada en la que se pierde la simetría volutas-hélices/palmetas (Imágenes 3 y 4). En la palmeta posterior de la imagen 3 podemos ver que tan solo se labró la mitad como resultado de una imprevisión en su diseño. Los pitones son más discretos, menos aparentes que los vistos en los ángulos de la cara frontal y las hojas vegetales entre las hélices están realizadas de modo más descuidado. Volutas y hélices no poseen la decoración de escamitas que hemos visto en la cara frontal.
La imagen 5 muestra el repicado de la cara posterior del capitel. En origen con sus tres caras labradas debió disponerse adosado a una pilastra o a un muro, aunque esto no ha de descartarse que pudiese haber servido como decoración de una portada, puesto que en este momento temprano del románico vemos que los capiteles que coronan las columnas acodilladas de las portadas tienen decoradas sus tres caras libres, aunque una de ellas quede siempre oculta.
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Hasta este punto he reseñado las circunstancias que han acompañado al capitel de Nájera para que a fecha de hoy se halle decorando el interior del ábside sur de la catedral de Jaca y también he hecho una descripción formal del mismo, una ekphrasis, para resaltar sus hechuras que, aunque de entrada lo hacen aparentar muy cuidado, lo cierto es que se trata de un capitel que estilísticamente "es corintio degenerado" en expresión de Minerva Sáenz.
Vamos ahora a ver los detalles de un capitel de la catedral de Jaca que encontramos nada más acceder al interior del templo por su puerta meridional y que a mi juicio es el modelo perfecto para el procedente de Nájera.
De entrada he de advertir que dada su situación de adosado al lado meridional de un pilar cruciforme ha de ser fotografiado en contrapicado en su cara frontal aparentando ser menos estilizado de lo que en realidad es (Imagen 6). Cuando se fotografía su cara lateral, la posibilidad de poder tomar distancia en la nave sur permite que sus proporciones en la imagen fotográfica sean más reales y acordes con el gran módulo que el maestro de Jaca aportó a la escultura de este templo (Imagen 7).
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En este magnífico capitel el maestro de Jaca nos hace ver que su fuente de inspiración es sin lugar a dudas el capitel corintio, como es lógico, dado que estamos ante la obra de un escultor cuya fuente de inspiración está en el mundo clásico. Thiasos marinos y dionisíacos, así como la decoración de sarcófagos cuyos ecos llegaron hasta este lugar fueron algunos de elementos que lo motivaron en su labor. Se trata de un capitel de gran módulo, mejor dicho, es "medio capitel" puesto que se labró para ser adosado al pilar y de este modo tuvo que componerse. Si lo imagináramos completo añadiéndole otra mitad igual a la existente, el capitel resultante podría haber coronado un gran pilar circular.
El planteamiento general es profundamente clásico: dos coronas de hojas de acanto en la parte inferior del capitel -más altas y estilizadas las de la segunda corona- decoradas con palmetas en las bases de las grandes hojas que en su desarrollo llegan a contactar en sus vértices quedando francamente desprendidas de la cesta a base de ser labradas en altorrelieve. Nervaduras y foliolos están trazados con maestría y simetría.
Del centro del capitel emergen volutas sin hélices, dos en la cara frontal y una en cada una de las laterales (recordemos la idea de "medio capitel") que se enroscan en su extremo. Estas volutas están decoradas con una sucesión de escamitas tanto en su tallo central como en los acompañantes, En medio de las volutas surge del centro del capitel un grueso tallo fasciculado también decorado con escamas que remata en una superficie plana en la que se labró un trébol de cuatro hojas. A ambos lados en altura, en las enjutas entre volutas y tallo central se esculpieron sendas flores de seis pétalos con botón central.
El collarino del capitel es sin duda una delicada obra a tono con lo visto hasta ahora. Con cadencia rítmica encontramos una serie de elementos que lo segmentan deprimiéndolo un poco como si fuese un elemento blando y éstos lo oprimiesen, En los tramos generados vemos decoraciones a base de pequeños bezantes y elementos lineales o figuras geométricas.
Dejo para el final la descripción de los dos magníficos pitones de ángulo o "pitones jaqueses" que surgiendo desde la profundidad del capitel e incurvándose por detrás de la segunda corona de hojas de acanto llegan hasta el ángulo donde se reúnen las volutas de las caras central y lateral. Su superficie está cuajada de pequeñas escamitas elegantemente distribuidas que no dan lugar a una sensación de estriación tan clara como en el capitel de Nájera.
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Recientemente he propuesto la identificación de estas estructuras con las espigas florales del acanto antes de que sus flores lleguen a abrirse (ver artículo monográfico) lo cual es una aportación novedosa en este campo (Imagen 8). Creo que es el maestro de Jaca, con su magnífico oficio de escultor quien aporta esta novedad. Nadie hasta ese momento ha representado la espiga floral del acanto, quizá porque en su fase floral, la altura alcanzada así como la dificultad para labrar sus florecillas lo imposibilitaban. Estos detalle podemos verlos en la pintura pero no en elementos esculpidos (Imagen 9).
Considero de máxima importancia el tema puesto que es un hecho diferencial en el primer románico que nos aporta un dato más para juzgar acerca de la cronología de la escultura a lo largo de la ruta jacobea. Hay pitones de ángulo en Santiago de Compostela, san Isidoro de León, Nogal de las Huertas, San Zoilo de Carrión, Frómista, Nájera, san Martín de Uncastillo, san Pedro de Loarre, san Pedro de Jaca, santa María de Iguácel, san Adrián de Sásabe, santa Fe de Morlaas o san Pedro de Simacourbe, siendo Jaca y su área de influencia la zona en que más veces hallamos estos pitones de ángulo por lo que aparentemente es la zona de origen de los mismos siendo el resto receptores de esta idea escultórica.
El capitel de Nájera viene a reforzar esta idea dado que en el se esculpen unos tremendos pitones de ángulo, elegantes sin duda, pero fuera de contexto, dado que no están puestos en relación con la planta que los origina: el acanto. Quien talló el capitel recibió la idea de una zona sobresaliente y puntiaguda, pero no comprendió el origen de la misma, al igual que creo que ocurrió con la mayoría de los pitones vistos más allá de Jaca. Incluso en la propia catedral de Jaca, hay pitones de ángulo colocados en las cestas de capiteles historiados o con tramas vegetales diferentes al capitel corintio. Aparecen como un elegante motivo copiado del modo de hacer del maestro de Jaca pero ya están sacados de contexto y se han olvidado de su verdadero origen: la espiga floral del acanto.
Otro dato interesante es la decoración de los pitones de ángulo, siguiendo el modelo del elegante capitel de Jaca, es decir con su superficie cuajada de pequeñas escamitas recordando la hechura de la espiga floral antes de abrirse (Imagen 8). Este hecho lo encontramos cinco veces en la catedral de Jaca (el capitel en cuestión, el que muestra el episodio de la burra de Balam, y en tres de los cuatro que decoran la portada occidental; Moisés/Aarón y los dos del ciclo de Daniel y Habacuc); dos en Santiago de Compostela (del ciclo de santa Fe); uno absidal muy deteriorado en san Pedro de Loarre; uno en san Martín de Frómista en el vano central del ábside mayor; y uno en san Pedro de Simacourbe mostrando el pasaje del sacrificio de Isaac.
El resto de los pitones angulares son estriados, de mayor o menos profundidad, pero ya sin la decoración de escamitas, quizá señalando ya el olvido de su significado como espiga floral del acanto.
En el capitel de san Pedro de Jaca hay un detalle que se aparta del capitel corintio (Imagen 12) y es que las volutas no poseen sus correspondientes hélices. Esto ocurre en muchas otras ocasiones, pero la circunstancia de que además estén decoradas con escamitas, evoca con fuerza lo que ocurre con los frondes del helecho antes de que se desplieguen por completo, es decir, cuando surgen del rizoma como tallos con su extremo enrollado (Imagen 10). Puede ser un detalle decorativo secundario sin mayor significado, pero soy de los que creen que en la época románica prácticamente todas las formas tenían su simbolismo aunque no logremos comprenderlo. En este caso, el hecho de labrar el acanto con sus flores está apuntando hacia una idea funeraria de muerte-resurrección puesto que en Grecia, origen del capitel corintio, esta planta tenía carácter funerario y era usada para evocar la inmortalidad. Vitruvio señala para el origen del capitel corintio al escultor de Corintio llamado Calímaco (432-408 a de C) quien al ver que una planta de acanto había crecido alrededor de una cestilla colocada sobre la tumba de una joven en la que se depositaron algunos de sus recuerdos más preciados cubriéndola con una losa para preservarlos, lo dibujó y tradujo a la piedra con las formas de lo que conocemos como capitel corintio (Imágenes 11 y 12).
En ese contexto, las volutas, que recuerdan de modo muy realista a los brotes de helecho, podrían estar refrendando esta idea de inmortalidad, de muerte-resurrección, puesto que el helecho por rebrotar desde su rizoma -aunque se corten sus hojas- posee ese simbolismo (Imagen 10). Como en otros de sus bellos capiteles, el maestro de Jaca nos está transmitiendo a través del arte del mundo clásico la idea de muerte-resurrección, de continuidad de la vida tras la muerte, concepto básico en la filosofía cristiana que a buen seguro le fue encargada por quienes impulsaron la escultura de la catedral de Jaca.
En resumen, que este capitel traído por Íñiguez a Jaca desde Nájera es una prueba más de que el origen de los pitones jaqueses o pitones de ángulo se originaron en Jaca y que desde aquí sirvieron de modelo difundiéndose a su área de influencia y a muchos otros templos de la ruta Jacobea aunque las réplicas de la idea sean mucho más imperfectas en el plano formal que en el capitel al cual considero modelo y punto de partida para la extensión de este detalle, disipándose la primitiva idea de brote floral relacionado con el acanto y apareciendo el pitón como mero elemento decorativo.
Puede que esta consideración sea un punto más a la hora de enjuiciar el progreso del arte románico desde el este hacia el oeste en la ruta jacobea, sin perjuicio de que en ocasiones, influencias concretas puedan llegar a contracorriente dado que es obvio que las ideas transitaron en ambas direcciones.
Quiñones Costa, A.M. "La decoración vegetal en el Are Español de la Alta Edad Media: su simbolismo" Univesidad Complutense de Madrid 2002. Tesis Doctoral
Moneo Vallés, J.R. "Sobre el concepto de arbitrariedad en arquitectura" Discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. 2005. Madrid
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Huesca a 17 de agosto de 2018.
Antonio García Omedes,
de la Real Academia de San Luis
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