LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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DECORACIÓN PICTÓRICA DEL TEMPLO ROMÁNICO


Desde que leí un artículo de Antonio Olmo Gracia sobre "Los revestimientos cromáticos en la iconografía arquitectónica medieval. Estudio de algunos casos de coincidencia en la baja edad media hispana" he empezado a ver con otros ojos algunos detalles del templo románico. El mencionado artículo forma parte del volumen coordinado por Carmen Gómez Urdáñez "Sobre el acabado de la arquitectura histórica" editado por Prensas de la Universidad de Zaragoza. 2013.

Es un dato conocido que el templo románico en su imagen original no era como estamos ahora acostumbrados a ver. Hemos decidido que la piedra vista es bella, que aporta nobleza al edificio por el trabajo que comporta la labra de los sillares y la preciosista labor en ocasiones de sus marcas de cantería. Pero no eran así en origen.

El templo románico recibía un acabado a base de un enfoscado de sus paramentos, ocultando la piedra y sellando las juntas. Sobre este acabado se superponía la decoración pictórica.

Cuando hablamos de pintura románica nos vienen a la mente imágenes de gran difusión como el conjunto del panteón real de San Isidoro de León o el Pantocrator de San Clemente de Tahull. Estas son sin duda grandes obras; pero esto no es extrapolable a la mayoría de los templos.

Según expone el Dr. Olmo, la decoración básica del templo acabado consistía en pintar con rojo almagre un falso despiece de sillares sobre el enfoscado blanco. Esta combinación proporcionaba luminosidad al templo a la vez que rompía la monotonía del color de base uniforme.

Refiere que los modos básicos consisten en dibujar líneas sencillas para simular el despiece; o dobles las verticales, o dobles tanto las horizontales como las verticales.

A mediados de Agosto de 2013 he vuelto a visitar la ruinosa iglesia de San Pedro de Villamana en el valle de La Solana. Hacía diez años que no estaba aquí y en principio no ha cambiado demasiado. Quizá mas vegetación ha crecido en sus muros y en el espacio interior. Por otra parte hay signos de que las casas que permaneces más o menos en pie están siendo habitadas.

Villamana es otro de los daños colaterales de un pantano que nunca pasó de proyecto. Jánovas fue una idea que no cuajó; pero ello no impidió que la Solana se deshabitase. Su parroquial se hundió. Tras el encalado del ábside apuntaba la existencia de decoración pictórica. Manuel Iglesias relata que el ábside resistió para dar tiempo a arrancar la pintura a finales del verano de 1974. Fue pasada a lienzo en el taller barcelonés de Gudiol Ricart y hoy, esa obra en colores blanco, negro, rojo y sepia sobre base de estuco es una de las joyas del museo Diocesano de Barbastro-Monzón.

Manuel Iglesias señala la existencia de dos momentos edificativos en el templo. En el primero se edificó cabecera y presbiterio y más tarde se amplió la nave hacia los pies.

Revisando las imágenes de la ruina del cilindro absidal del templo me llamó la atención algo en lo que no había reparado. Quizá el haber leído a Antonio Olmo tenga que ver en ello. Me refiero a una líneas rojas que aparentan sinopias de pintura arrancada; pero cuando se compara esa zona donde se hallan con la misma zona de la pintura pasada a lienzo, como se puede ver en las imágenes sobre estas líneas, se ve bien a las claras que no guardan ninguna relación.

Entonces... ¿Qué son esas líneas rojas del cilindro absidal?. A estas alturas ya habréis comprendido, lectores, que no son otra cosa que la decoración correspondiente al acabado de la primera fase del templo. En ese momento, se enfoscó el interior y se decoró con un despiece figurado de sillares con pintura de almagre rojo.

Más tarde, ya en el siglo XIII, se acometen obras de ampliación del templo. Es posible que hubiese un momento de bonanza económica que lo permitiese. Se alarga la nave, se abre un vano en el lado sur de la cabecera y sobre las viejas pinturas lineales añadieron una base de estuco y pintaron el Pantocrator que conocemos.

Al arrancarlo, la decoración pictórica inicial vuelve a quedar vista en algunos lugares, certificando la sucesión de fases tanto en la edificación como en el acabado del templo.

La imagen sobre estas líneas es activa. Colocando el cursor sobre la misma se resalta una zona del estucado que oculta la decoración inicial. Es evidente que se decoró del modo más sencillo que indica Antonio Olmo; con líneas sencillas tanto en lo horizontal como en lo vertical.

También el la bóveda de cuarto de esfera apuntada edificada con piedra toba para aligerar la estructura, pueden rastrearse pequeñas zonas con restos de la misma decoración. La imagen es activa y señalo los lugares donde he comprobado restos de almagre rojo. Toda la cabecera se decoró del mismo sencillo modo. No debió entonces poder llegarse a nada más.

Otro de los detalles que vi en esta visita fue la aparición de una de las cruces de consagración del templo. En mi primera visita no la advertí porque estaba bajo una capa de enfoscado que al caer la ha dejado expuesta. Se halla a mitad del lado oriental del interior de la puerta. Su sencillo trazado impregna el revoco y la propia piedra. Esta zona corresponde a la ampliación del templo, por lo cual ha de corresponder a la segunda consagración del mismo. Es contemporánea, pues, del Pantocrator, del vano absidal sur y del tímpano con crismón trinitario.

Volver a mirar con información nueva, supone ver más y mejor. Supone comprender. Supone conjeturar acerca de momentos edificativos y por tanto de circunstancias socio económicas en relación con el gasto acometido en el templo.

En su trabajo, señala Olmo una serie de lugares en los que aparece este sencillo tipo decorativo. Mostraré alguno de ellos. Bajo estas líneas, las dos primeras imágenes corresponden a San Isidoro de León; a la panda del claustro que linda con el panteón. Puede verse en el detalle el despiece de sillares figurados trazado con líneas sencillas.

La tercera imagen de esa fila corresponde a las pinturas procedentes de Osia. En la base del cilindro absidal coexisten decoración lineal de despiece e imágenes de lienzos. En este caso las líneas son dobles.

En el claustro de San Juan de Duero en Soria, también podemos apreciar decoración de despiece figurado en la arquería del mismo. Las dos primeras imágenes bajo estas líneas lo documentan.

La tercera corresponde a una escena de la vida de San Andrés, procedente de Yaso en el Somontano oscense. Se hallan en el Museo Diocesano de Huesca. La torre en la que es encarcelado San Andrés muestra decoración de despiece figurado, con líneas sencillas horizontales y dobles verticales. Afirma Olmo que los pintores reflejan en sus obras la realidad de lo que ven a su alrededor, y por tanto debió ser así la decoración exterior de algunos edificios medievales.

También es muestra de ello, la decoración de la fortaleza representada en la torre del castillo de Alcañiz (Primera imagen bajo estas líneas). Alternan decoraciones de líneas rojas o negras; tanto sencillas como dobles, representadas con minuciosidad al igual que señala la cubierta de los edificios con líneas curvas señalando tejas. Sin duda es reflejo de lo que el artista vió.

A continuación vemos la ventana de lado occidental del transepto norte en Villanueva de Sigena (Huesca). De nuevo la decoración lineal, algo más elaborada, hace acto de presencia.

Y no solo decoración lineal sino que el falso despiece en ocasiones se rellena con color; como en la porción inferior central del cilindro absidal de San Miguel en Daroca. Allí alternan sillares falsos de color rojo y negro.

Por fin, un último ejemplo ya gótico: la escena de la circuncisión de Cristo del retablo de Pallaruelo de Monegros, obra de Martín de Soria expuesta en el Museo Diocesano de Huesca. Lo habitual es fijarse en la escena central; pero cuando se analiza toda la obra se advierte la minuciosidad con la que el pintor nos narra cómo está decorada la cubierta de la estancia donde transcurre la misma.

Una nueva forma de ver el arte. detalles de arte a través de obras de arte; o decoración que surge de las ruinas de un templo al arrancar sus pinturas superficiales. Todo ello nos transmite mucha información que hay que ser capaces de recoger, analizar y procesar.

Villamana en la Solana se resiste a desaparecer del todo. Hay habitantes nuevos. Sus obras cuelgan de los pinos llenando el bosque de sonidos al ritmo del viento que las agita. Su templo herido de muerte, todavía nos rinde servicios a los amantes del arte. Desaparecerá; pero a través de la palabra escrita y de la imagen capturada, no lo hará del todo.


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