Tras contemplar
las dos Lonjas del exterior del templo entramos en el mismo para deleitarnos
con su espacio, ritmo y la decoración escultórica de sus
capiteles. Comienzo
con la imagen de un capitel "recolocado". Se halla en el interior
del ábside sur, el único ábside completamente original de la catedral. El capitel en cuestión sirve
de peana a la imagen de la Virgen del Pilar. (Imagen
1 y 7). Es en sí mismo la esencia del Maestro de Frómista-Jaca.
En gran número de sus capiteles (aquí y en otras iglesias
del entorno, como Sásabe) afloran en sus esquinas
entre las imágenes labradas, los pitones
jaqueses. Este capitel es particular
por no ser figurativo sino que toman en él carta de personalidad
los cuatro grandes pitones angulares sobre una base de palmetas y coronado
de volutas y decoración vegetal. Fue
traído hasta aquí desde la desaparecida iglesia románica
de Santa María de Nájera, siendo este el eslabón que
une Frómista con Jaca hasta donde llega el maestro de Frómista-Jaca.
(Prado-Vilar. "Saevum Facinus.." Revista Goya Nº 324. 2008) (Ver monográfico sobre los "pitones jaqueses").
Es un elemento escultórico magnífico
y esencial. No es casualidad
que la activa asociación jaquesa "Sancho Ramírez"
lo adoptase como icono, aunque en la actualidad, quizá por haber conocido que este elemento no es jaqués lo hayan sustituido por el capitel de la iglesia de Santiago.
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Al interior
la catedral se estructuró en una planta basilical rectangular compuesta
por tres naves que acaban en sendos ábsides al uso y con un crucero
que no destaca en planta en el que se halla la magnífica bóveda
que corona la catedral (ver
planta). La anchura de los pies de la catedral es mayor que en la cabecera donde oculta parte de los arcos de embocadura de los ábsides, detalle que para Bango implica que la cabecera estaba ya hecha y que cuando comenzaron a edificar desde atrás, tuvieron que achicar la anchura de esa zona para ajustarla a lo preexistente (Bango 2020).
Las naves
se delimitan (Imágenes
2 y 3) por medio de dos filas seis arcadas en
las que alternan pilares cruciformes y otros tantos en cada lado, proporcionando
apeo a los arcos formeros. Dichos pilares
cruciformes con sus semicolumnas adosadas se prolongan en altura en la
nave central, diseñados para sustentar arcos fajones que soportaran
una bóveda de medio cañón que no se llegó a
construir. (Imagen 3). Solo el primer
arco fajón existe -en las tres naves- siendo original el abovedamiento
del crucero y la cabecera de las naves en su unión con el transepto.
Los brazos laterales del transepto
se cubren con bóveda de medio cañón perpendicular
al eje de las naves. Probablemente
la obra se cerrase precipitadamente con cubierta de madera, idea que
refuerza el hecho de que algunos de los grandes capiteles fueron colocados
sobre sus pilares sin ser acabados de labrar. La actual bóveda de
crucería data del XVI.
En la Imagen
5 se aprecia la nave sur con su arco fajón
original y el ábside, cuyo exterior es el único conservado
como ya vimos. Dicho ábside
está delimitado del transepto por una magnífica reja románica
de forja (Imagen 4)
solo comparable a la que existía en Iguácel y que se halla muy cerca:
en el Museo Diocesano. Son rejas que
se conformaban a base de fragua, martillo y yunque por los "ferreros".
No hay soldaduras -no se conocían en esa época- sino que los
diferentes elementos se unen mediante gruesas grapas metálicas de
forja ajustadas en caliente. Ferreros,
canteros y fusteros; oficios básicos en
la edificación del templo, que sin duda dieron origen a apellidos
utilizados en la actualidad.
El altar de este ábside
está soportado por dos bellos capiteles y que no son fáciles de contemplar pues las más de las
veces los manteles que visten el altar los cubren por completo. (Imágenes
6, 8 y 9). Uno de ellos muestra un delicioso desnudo
masculino de aspecto clásico, motivo por el que fue "castigado
de cara a la pared" (Imagen 9). Es el capitel del
sátiro, estudiado por Prado-Vilar. Ambos capiteles esperan su momento
para ser restaurados y reubicados en el Museo Diocesano donde ya esperan
sus peanas (Ver monográfico del capitel del sátiro).
Detrás
del altar, una imagen moderna de la Virgen del Pilar se eleva sobre el capitel
de pitones, que para mi -como ya he dicho- encierra
la esencia del Maestro de Jaca.
La imagen
11 muestra una vista interior del ábside
sur que guarda en conjunto la mayor originalidad. Los suaves contrastes
de luces y sombras añaden el toque justo a esta bella edificación
románica. Realzan así de forma extraordinaria su bóveda,
ventanal, presbiterio e imposta.
El cilindro
del ábside sur se centra por ventanal decorado por medio de arquivolta
de baquetón al igual que al exterior. Apea en dos capiteles labrados
que dado el fuerte contraluz son difíciles de observar. Haciendo alguna
filigrana en la toma de las imágenes y en el procesado de las mismas,
las muestro con los números 10 y 12. El del lado
norte (Imagen 10) se decora con motivos geométricos entrelazados y su ábaco
por medio de palmetas y una cabecita en el ángulo, motivo que se
verá repetido en capiteles del interior de Iguácel. Al lado opuesto
(Imagen 12), un curioso motivo: el mono agachado en el ángulo, como después
se verá en Loarre o Frómista, iconografía de la lujuria.
Tras él, un leoncito y al otro extremo una figurilla humana completan
la decoración de su cesta.