-SUSÍN. PARROQUIAL DE SANTA EULALIA (Cont.)- |
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El templo original, del que resta la
cabecera y probablemente el perímetro de su nave, corresponde
al estilo del "Románico del Gállego", grupo
de iglesias localizadas con mayor intensidad entorno a San Pedro de
Lárrede, arquetipo de todas ellas. Son templos que en su momento Durán
Gudiol señaló como mozárabes, quizá más
en honor a las diferencias que sin duda poseen y que los hacen diferentes, aunque no convenga tal definición. En buena parte el modelo es lombardo y a él
remite su arquitectura carente de decoración escultórica
compuesta por sillarejos y decorada a base de arquillos ciegos y lesenas
que le aportan los juegos de luces y sombras propios de ese estilo.
Su hecho diferencial más aparente, que comparte con los otros diecisiete templos de este estilo,
es la existencia bajo la cornisa de una sucesión de baquetones
en ordenada disposición que le aportan esa impronta específica.
También algunos matices que pueden apuntar hacia lo oriental, como los
vanos rehundidos en alfiz. En cambio las falsas herraduras de sus
vanos, conseguidas a base de biselar las sobresalientes impostas, remiten
sin duda al origen hispano visigodo de arcos de herradura antes que a los
modelos islámicos.
Desde la década de los 80 del siglo pasado, autores de la Universidad de Zaragoza como Fernando Galtier, García Guatas o Juan Francisco Esteban Lorente superaron la teoría mozárabe para este grupo de templos definiéndolos como templos con clara influencia lombarda en su arquitectura pero con mentalidad románica en su volumen interior y con algunos detalles como los baquetones que les aportan un toque diferencial. Fernando Galtier apunta hacia la década de los 60 del año mil como fecha probable para su edificación. Templos impulsados por el rey Ramiro I en los que podemos apreciar detalles decorativos como las palmetas de la portada de San Juan de Busa (interpretadas durante tiempo como escritura islámica) o algún bezante de su interior que nos están remitiendo a un modelo que no es otro que la catedral de Jaca, ya iniciada en su proceso edificativo. El uso de grandes sillares bien trabajados alternando con filas de otros de menor altura y en muchas ocasiones trabajados no a maza sino a tallante y puntero (como en el muro sur de Lárrede) vuelven a remitir a la ya iniciada seo jaquesa.
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En el siglo XVII, probablemente por ruina de la nave original, se edificó la actual relegando la cabecera románica a
funciones de sacristía, acceso a un desaparecido coro y a la
torre que se alzó desde su interior perforando el cascarón
absidal. Afortunadamente en esta transformación no se desmoronó esta bella cabecera que hoy contemplamos
como "empalada por una torre" que aprovechó el muro
sur del presbiterio como sólido apeo de su lienzo meridional.
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Vemos en la imagen 8 la
cabecera del templo desde el este. Como es habitual en el modelo serrablés
se alza sobre podio y enmarca entre dos molduras tóricas una
serie de cinco lienzos verticales (en este caso) rehundidos entre lesenas
rematados en altura por otros tantos arquillos ciegos. En la parte alta
del lienzo central se halla su único vano. Es aspillerado de doble derrama
y con un medio punto dovelado enmarcado por el arquillo ciego central. Más allá, entre la moldura
tórica superior y una doble fila de lajas escalonadas que sustentan
la cornisa, luce el emblemático friso de baquetones de las iglesias
del Gállego. El cilindro absidal articula con el
presbiterio por medio de una estilizada lesena que confiere a esta zona
un perfil en planta a modo de triple arista.
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En el presbiterio sur y justo bajo el alero encontramos una ventanita geminada que es una auténtica delicia. Rehundida en
el mismo y más allá del enmarque de un arquillo de medio punto dovelado, muestra
sus dos luces rematadas en altura por pequeñas herraduras con
el perfil típico del Gállego. El parteluz se compone de
de dos piezas cilíndricas. En la superior se labraron impostas
biseladas. La inferior es de superficie lisa y posee un diámetro mayor en su porción
inferior que en la superior (Imagen 10).
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Sin duda es templo para recorrer despacio
sintiendo sus matices y particularidades; pero vuelvo a hacer hincapié
en no dejar de lado el entorno en que se halla. Sus pocas casas, sus
bordas y callejuelas dibujadas con sillarejo. chimeneas al modo de siempre
sobre los tejados de piedra, etc. Un entreabierto balcón decorado con visillos
nos habla de la labor de mano femenina despejando la sensación de abandono. En esa casa se dispuso verja decorada acorde con la abundante simbología que hallaremos
en las reutilizadas piedras del templo (Imágenes 14 y 15). Doble espiral en "S" que hunde sus raíces
en la cultura ibérica con matices celtas. Símbolo de la
dualidad de las cosas y de vida eterna. Símbolo indiscutible
de Susín.