LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO
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-CIUDAD DE JACA-
(LA JACETANIA)
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"Sepan todos los hombres que están hasta Oriente, Occidente, Septentrión y Meridional, que yo quiero construir una ciudad en mi villa que es llamada Jaca"
Corría el año 1077 y el rey, Sancho Ramírez, quien ya había asumido el reino de Pamplona y trocado el rito mozárabe por el romano, dictaba esta declaración de intenciones a sus escribas. La pequeña villa de Jaca era un predio agrícola del linaje que gobernaba esta tierra que tras haber languidecido sus raíces ibérica y romanas fue revitalizada con la llegada de un nuevo Señor: Ramiro I (Mostrado en la imagen de su estatua) por deseo de su padre Sancho III el Mayor de Navarra. A falta de villa notable en su reciente reino, designó a Jaca por hser parte de su patrimonio personal. Su hijo Sancho la elevaría a capital del reino edificándola al estilo de lo que había visto en Roma cuando se hizo vasallo del Papa. Así se entiende su distribución al modo romano con dos vías principales que se cruzan en ángulo recto siguiendo los puntos cardinales: cardo y decúmano. El decúmano lo conforma la calle Mayor y el cardo está formado por las calles Zocotín y Ramón y Cajal. Colocando el cursor sobre la imagen aérea inferior tomada del Sig-Pac se superpone el perfil amurallado de la ciudad de Sancho Ramírez. En amarillo: la Catedral. Rojo: Las Benitas/Palacio real. Azul: Iglesia de Santiago. En azul claro: cardo y decúmano. Durante las obras llevadas a cabo en el invierno de 2006-2007 se puso de manifiesto uno de los cubos de la muralla perimetral que rodeaba el recinto. Corresponde al situado frente a la calle Seminario. La imagen bajo estas líneas es de la arqueóloga Julia Justes. El "Libro de la Cadena", en la imagen de inicio de pagina, es una transcripción en latín del siglo XIII del fuero otorgado por Sancho Ramírez en 1077 a los habitantes de Jaca. Este fuero fue modelo para otras ciudades medievales y germen del derecho aragonés. Se conserva en el Ayuntamiento de Jaca y la cadena que le da nombre es de un metro de longitud, aun conservada, y servía para evitar su robo.
Corría el año 1077 y el rey, Sancho Ramírez, quien ya había asumido el reino de Pamplona y trocado el rito mozárabe por el romano, dictaba esta declaración de intenciones a sus escribas. La pequeña villa de Jaca era un predio agrícola del linaje que gobernaba esta tierra que tras haber languidecido sus raíces ibérica y romanas fue revitalizada con la llegada de un nuevo Señor: Ramiro I (Mostrado en la imagen de su estatua) por deseo de su padre Sancho III el Mayor de Navarra. A falta de villa notable en su reciente reino, designó a Jaca por hser parte de su patrimonio personal. Su hijo Sancho la elevaría a capital del reino edificándola al estilo de lo que había visto en Roma cuando se hizo vasallo del Papa. Así se entiende su distribución al modo romano con dos vías principales que se cruzan en ángulo recto siguiendo los puntos cardinales: cardo y decúmano. El decúmano lo conforma la calle Mayor y el cardo está formado por las calles Zocotín y Ramón y Cajal. Colocando el cursor sobre la imagen aérea inferior tomada del Sig-Pac se superpone el perfil amurallado de la ciudad de Sancho Ramírez. En amarillo: la Catedral. Rojo: Las Benitas/Palacio real. Azul: Iglesia de Santiago. En azul claro: cardo y decúmano.
Durante las obras llevadas a cabo en el invierno de 2006-2007 se puso de manifiesto uno de los cubos de la muralla perimetral que rodeaba el recinto. Corresponde al situado frente a la calle Seminario. La imagen bajo estas líneas es de la arqueóloga Julia Justes.
El "Libro de la Cadena", en la imagen de inicio de pagina, es una transcripción en latín del siglo XIII del fuero otorgado por Sancho Ramírez en 1077 a los habitantes de Jaca. Este fuero fue modelo para otras ciudades medievales y germen del derecho aragonés. Se conserva en el Ayuntamiento de Jaca y la cadena que le da nombre es de un metro de longitud, aun conservada, y servía para evitar su robo.
Su magnífica situación, bien comunicada hacia Francia y Pamplona en pleno Camino de Santiago hacían de Jaca un enclave idónea como lugar de paso y comercio. El castro real fortificado se situaba en lo que hoy es el convento de las Benedictinas "Las Benitas". La iglesia de San Pedro "el viejo" -para distinguirla de la actual Catedral- se situaba por detrás de ésta, y en torno a la iglesia de Santiago había surgido un burgo espontáneo de mercaderes. En el invierno de 2002 se excavaron los cimientos de la antigua iglesia de San Pedro El Viejo, a poniente de la Catedral. Pudimos volver a contemplar la planta del viejo templo de cabecera plana, anterior en el tiempo a la Catedral. A partir de esta configuración el rey diseñó la ciudad al modo romano. Cardo y decúmano. Calles paralelas y recinto amurallado. Trasladó su palacio a situación más céntrica donde hoy se sitúa la torre del reloj.
En torno a 1080 el rey otorgò Fuero a la ciudad del cual nos llega noticia por una copia del siglo XIII que se conserva en Ayuntamiento de Jaca. Al final del reinado de Sancho Ramírez se estima su población en unos 1.000 habitantes, la mayoría ultrapirenáicos. Jaca es visita obligada para el amante del románico. Todo el Camino de Santiago está cuajado de monumentos que se inspiran en su precursor estilo. Es imprescindible asimismo la visita a la catedral de San Pedro y a su magnífico Museo Diocesano. El emocionante encuentro en soledad con el sarcófago de Doña Sancha en Las Benitas (la religiosa que atiende la puerta cuenta a quien lo quiera escuchar lo que en la guerra ocurrió cuando quemaron "Sancta María Baxo Tierra") o la silenciosa contemplación del capitel de San Miguel en la iglesia de Santiago, son momentos que se disfrutan en sosiego, entre otras cosas, porque de no coincidir con algún grupo escolar o visita guiada, no es mucho el gentío que pueda turbar nuestros pensamientos. La cultura sigue siendo atractiva para una inmensa minoría.
En torno a 1080 el rey otorgò Fuero a la ciudad del cual nos llega noticia por una copia del siglo XIII que se conserva en Ayuntamiento de Jaca. Al final del reinado de Sancho Ramírez se estima su población en unos 1.000 habitantes, la mayoría ultrapirenáicos.
Jaca es visita obligada para el amante del románico. Todo el Camino de Santiago está cuajado de monumentos que se inspiran en su precursor estilo. Es imprescindible asimismo la visita a la catedral de San Pedro y a su magnífico Museo Diocesano. El emocionante encuentro en soledad con el sarcófago de Doña Sancha en Las Benitas (la religiosa que atiende la puerta cuenta a quien lo quiera escuchar lo que en la guerra ocurrió cuando quemaron "Sancta María Baxo Tierra") o la silenciosa contemplación del capitel de San Miguel en la iglesia de Santiago, son momentos que se disfrutan en sosiego, entre otras cosas, porque de no coincidir con algún grupo escolar o visita guiada, no es mucho el gentío que pueda turbar nuestros pensamientos. La cultura sigue siendo atractiva para una inmensa minoría.
Si se desea bullicio, nada como el Primer Viernes de Mayo, fiesta participativa donde las haya. Festejo popular de exaltación de la primavera con los hombres adornados de tocados floridos y clavel en la boca en duro contraste con cerradas barbas. Un "Conde Aznar vencedor de invasores", escuadras de trabucos atronando con sus descargas alrededor del mayor de los monumentos románicos: la catedral de San Pedro de Jaca que lanza gozosa sus campanas al vuelo. Gallardetes, banderolas, timbales y trompetas. Autoridades civiles y militares. El Obispo -de nuevo de Jaca y Huesca- sucesor de aquél obispo-infante García... y alrededor de la fiesta todo el que vive, siente o quiera a Jaca. Cuando se prueba, se repite. El asunto de las cabezas de los moros es una "fateza". Dejen los gobernantes en paz las tradiciones y aplíquense a desarrollar todo aquello para lo que temporalmente los contratamos. En algunas ocasiones parecen olvidar de que no son "amos", sino empleados interinos a nuestro servicio.
Si se desea bullicio, nada como el Primer Viernes de Mayo, fiesta participativa donde las haya. Festejo popular de exaltación de la primavera con los hombres adornados de tocados floridos y clavel en la boca en duro contraste con cerradas barbas. Un "Conde Aznar vencedor de invasores", escuadras de trabucos atronando con sus descargas alrededor del mayor de los monumentos románicos: la catedral de San Pedro de Jaca que lanza gozosa sus campanas al vuelo. Gallardetes, banderolas, timbales y trompetas. Autoridades civiles y militares. El Obispo -de nuevo de Jaca y Huesca- sucesor de aquél obispo-infante García... y alrededor de la fiesta todo el que vive, siente o quiera a Jaca. Cuando se prueba, se repite.
El asunto de las cabezas de los moros es una "fateza". Dejen los gobernantes en paz las tradiciones y aplíquense a desarrollar todo aquello para lo que temporalmente los contratamos. En algunas ocasiones parecen olvidar de que no son "amos", sino empleados interinos a nuestro servicio.
La historia fue. Las tradiciones son y los políticos serán muy pronto historia. Recomiendo encarecidamente la lectura sin prejuicios del artículo de Pérez Reverte al hilo del tema. Y después, olvídenlo y disfruten de la fiesta, de la acogida del Alto Aragón, de sus tradiciones y de su magia. Volverán, seguro. Allí nos veremos.
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