LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO
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-BOTAYA. MONASTERIO DE SAN JUAN DE LA PEÑA (Cont)-
(LA JACETANIA)
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PANTEÓN DE NOBLES - TUMBAS REALES.- En esencia las iglesias románicas no son otra cosa que mausoleos. Verdaderos edificios funerarios que se fundamentan sobre restos de difuntos reconocidos como santos. Además de las reliquias de los santos depositadas en su fundciónse van sumando enterramientos de religiosos, nobles o miembros de la extendida clase del "pueblo llano y soberano", convirtiéndose en verdaderos depósitos de osamentas. En las iglesias románicas, a poco que se indague aparecen enterramientos por doquier: en las criptas, bajo los pavimentos, dentro de los muros y por supuesto en los cementerios situados bajo su protección. Traducen una creencia consistente en asegurarse el más allá cuanto más cerca del lugar mágico -que es la iglesia- se consigan situar los despojos del creyente. Gracias a ello contamos con un buen número de enterramientos por encargo de numerosos nobles "que compraron el pasaporte al más allá en clase preferente" a base de mejorar los templos o enriquecerlos con magníficas pinturas funerarias bajo arcosolios, como felizmente ocurriera en San Miguel de Foces (Ibieca). También los claustros y los muros de las iglesias son un lugar idóneo para instalar laudas funerarias que a la vez que recuerdan lo efímero del paso por la vida sirven de acicate al observador para elevar preces por el titular. Si en la inscripción figura la fecha, es un dato cronológico excelente.
PANTEÓN DE NOBLES - TUMBAS REALES.-
En esencia las iglesias románicas no son otra cosa que mausoleos. Verdaderos edificios funerarios que se fundamentan sobre restos de difuntos reconocidos como santos. Además de las reliquias de los santos depositadas en su fundciónse van sumando enterramientos de religiosos, nobles o miembros de la extendida clase del "pueblo llano y soberano", convirtiéndose en verdaderos depósitos de osamentas. En las iglesias románicas, a poco que se indague aparecen enterramientos por doquier: en las criptas, bajo los pavimentos, dentro de los muros y por supuesto en los cementerios situados bajo su protección. Traducen una creencia consistente en asegurarse el más allá cuanto más cerca del lugar mágico -que es la iglesia- se consigan situar los despojos del creyente. Gracias a ello contamos con un buen número de enterramientos por encargo de numerosos nobles "que compraron el pasaporte al más allá en clase preferente" a base de mejorar los templos o enriquecerlos con magníficas pinturas funerarias bajo arcosolios, como felizmente ocurriera en San Miguel de Foces (Ibieca). También los claustros y los muros de las iglesias son un lugar idóneo para instalar laudas funerarias que a la vez que recuerdan lo efímero del paso por la vida sirven de acicate al observador para elevar preces por el titular. Si en la inscripción figura la fecha, es un dato cronológico excelente.
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Una vez hemos entrado en el monasterio accedemos a un descansillo (Imagen 2) desde el cual si descendemos iremos a la Sala del Concilio y a la iglesia mozárabe, ya vistas. Si tomamos la escalera ascendente saldremos a un espacio abierto delimitado por el muro del evangelio de la iglesia, el museo (antiguas celdas monásticas) y el muro exterior del panteón real Esta escalera la mandó edificar el abad Setzera y queda memoria del hecho en una lápida situada en el muro a nuestra izquierda, por encima de la imposta decorativa, nada más acceder desde la escalera al panteón de nobles, La lectura de su epigrafía es esta: "Don Pedro de Setzera, abad de este lugar, mandó construir esta escalera de piedra en 1301. Y tu fiel quienquiera que seas que subes y bajas por esta escalera, ruega por él y di devotamente un Padre Nuestro y Ave María con Requiem Eternam"
A través de la escalera del abad Setzera se accede al panteón de nobles situado en la terraza superior (Imagen 1) en el que hay dos filas de enterramientos orladas con ajedrezado jaqués y tímpanos esculpidos, algunos de muy bella factura. En total son veintidós y están dispuestos en dos filas: doce en la superior y diez en la inferior. Las lápidas a modo de tímpanos van orladas por medio punto de dovelas y por fuera poseen una orla de ajedrezado jaqués en las del nivel superior que es sustentado por pequeñas columnitas, cariátides o leones (Ver imágenes al comienzo y fin de esta pagina). La fila inferior decora sus lápidas por lo general con guardapolvo decorado con bezantes. Tras este muro se sitúa el panteón real con acceso por el lado izquierdo de la iglesia superior.
Los motivos esculpidos en las lápidas son de buena hechura. Algunos tan bellos como el grifo que se sitúa sobre estas líneas. También hallamos cruces de Iñigo Arista, la más elaborada de las cuales corresponde a la lápida de Fortuño Blázquez muerto en 1082. Otra luce un gastado caballero sobre su caballo, otra palmetas, varias crismones trinitarios y otra más una "rueda de carro" antecedente formal de los crismones. También hay un escudo heráldico de los Abarca.
Por encima de estos nichos hay abundantes laudas funerarias y en el lado izquierdo del acceso al templo podemos encontrar la lápida del enterramiento del Conde de Aranda, D. Pedro Abarca de Bolea, natural de Siétamo que fuera Capitán General de los Ejércitos de España bajo el reinado de Carlos III. Sus restos se trasladaron a Madrid en 1798. Fue el último noble que aquí se inhumó. Su lápida así lo recuerda (Imágenes 1 y 5)
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Los detalles de los 24 nichos de este panteón así como de las pequeñas cariátides en las que apean los arquillos ciegos de ajedrezado jaqués pueden verse a buena resolución en este artículo de opinión de mi sitio web: VER ENLACE.
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