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Una de las primeras cosas que llaman la atención cuando se visita la ermita restaurada es el hecho de la elevación de la misma con respecto al plano inferior en el que se hallan los restos del antiguo seminario (Imagen 1). He comprendido (en parte) la causa al recorrer el perímetro del templo. Cuando se contempla desde el sur, vemos un vano situado hacia los pies. Está cerrado con verja pero a su través se puede advertir que hay una sala abovedada por medio de medio cañón elevado desde corto paramento recto en cuyos sillares hay marcas de cantería (he distinguido una de tipo "diábolo"). Frente a la portada, en el muro opuesto hay un tosco vano que da acceso a un paso excavado en la propia roca del que no llego a distinguir detalles desde el exterior. Tampoco he podido ver cómo acaba hacia el este (Imágenes 10 a 13).

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Otro de los elementos que han aparecido en el templo tras la restauración, es el muro del presbiterio norte, oculto hasta ahora tras una edificación añadida. Así podemos confirmar las apreciaciones de Manuel Iglesias con respecto a la existencia de los arquillos ciegos apeados en ménsulas decoradas (Imágenes 5 y 6).

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Destacan los contrafuertes externos que se han mejorado (Imágenes 4 y 9). Su ritmo irregular responde a la misma anomalía al interior. Los tres primeros tramos son más o menos de la misma amplitud, mientras que los dos posteriores son de mayor longitud. Ello condiciona la posición de los contrarrestos exteriores adecuados a las pilastras del interior (Ver planta). Estoy convencido de que ello es consecuencia de que el templo fue erigido sobre una estructura anterior que ha quedado bajo el mismo, como si fuese una cripta. Las estructuras de la misma han propiciado los apoyos de la edificación superior y también su ritmo.

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En la imagen 14 se advierten los grandes sillares sobre los que se alzó la actual plataforma. Probablemente correspondan a los restos del castillo que se alzó en este estratégico lugar. Las primeras referencias se remontan a tiempo de Pedro I a finales del siglo XI una vez lo tomó a los musulmanes en 1099. Al frente del mismo dispuso al abad Galindo. En 1220 este lugar, junto con Monzón y 27 poblaciones más, fueron entregados a los templarios, dando origen a la encomienda templaria de Monzón (Información del panel local)

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En el arranque del espolón que corona la cresta rocosa, que hoy constituye un extraordinario mirador sobre el Cinca, podemos advertir la existencia de un aljibe que debió de servir de acumulo de agua del primitivo castillo de este lugar (Imágenes 15 a 17).

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