El friso escultórico
situado en el interior del ábside sur es una verdadera maravilla. Probablemente
el elemento más importante del mismo en el plano artístico. En él se narran pasajes
de la vida de Cristo. Desde la Anunciación a nuestra izquierda hasta
la Huida a Egipto en el lado opuesto. Pequeño en tamaño
-apenas alcanza diez centímetros de altura- pero de una notable belleza
y perfección en su labra que denota la mano de un artista de gusto
clásico. A decir de "Peridis" en su visita de Diciembre
de 2005 para grabar una serie de TVE sobre el Románico en Aragón,
el escultor es un "Fidias". Los detallitos de los Reyes Magos a Caballo, la carita
del ángel que les advierte de no volver a informar a Herodes, el
propio Herodes que tiene un aire al Pantocrator de Santiago de Carrión
de los Condes... En fin. No pases de largo sin admirarlo. Todo el lado norte y central del friso,
hasta la presentación en el templo, se muestra sobre un fondo continuo
de carnosas hojas que voltean y cobijan fruto en los extremos.
El estado de conservación
en general es muy bueno. No han sufrido vandalismo como en otros templos.
Únicamente ha sufrido erosión notable el lado norte a causa de las humedades que escurren de
las bóvedas.
Y una vez más la
"rareza" de este templo. Es totalmente excepcional el hecho de
que haya tres tejados independientes a dos aguas para cubrir otras tantas
naves paralelas. Esa es causa de que en el encuentro de las naves, se acumule
agua y filtre. Lo normal hubiera sido cubrir
todo el templo con un solo tejado a dos aguas, o elevar la central y las
laterales cubrirlas con un solo tejado inclinado al exterior. Quienes recibieron
el encargo de acabar el templo de forma prematura, y cubrirlo no se arriesgaron
a hacerlo "bien". El peso podía ser superior a lo aceptable
y hundirlo. Debían de acabarlo, sin reparar ya en "detalles". Y en esta visita que describo,
con TVE de testigo, el agua filtraba de forma abundante por los encuentros
de las bóvedas, chorreando sobre el pavimento y los bancos.