El
5 de Febrero de 2003, festividad de Santa Águeda, volví
a visitar el templo amablemente acompañado de D Andrés
Bergua Pérez, vecino de Rasal (solo están de continuo media
docena de vecinos en el pueblo), que me facilitó el acceso a su
interior. Al
entrar, la primera sensación (¡y la lamentable realidad!)
es de total abandono. Parte del falso techo próximo al altar se
ha desplomado quedando vista la techumbre de madera con grandes agujeros.
Escombros por toda la nave, humedades y desconchones de pintura completan
el cuadro.
La
cabecera se halla perfectamente camuflada bajo un sucio encalado, por
delante vemos un tosco y desvencijado retablillo ocultando el ventanal. Esta cabecera posee un presbiterio atrofiado con imposta biselada, que le da aspecto de
falsa herradura. Tras él hay un ábside de tambor muy peraltado
cubierto con bóveda de cuarto de esfera.
(Imágenes 2 a 4)... y también algo
más.
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Tomando
imágenes de la imposta presbiteral, que le da aspecto de falsa
herradura, advertí
la imagen de la cabeza de una figura en la que hasta entonces no había
reparado (Imagen
4). ¡Vaya
sorpresa!. Es uno de los símbolos del Tetramorfos que aflora
en la zona en que ha caído la cal que lo oculta (Imágenes 1, 5 y 6).
A
nuestra izquierda se advierte un sector de la mandorla que contiene a Cristo en Majestad;
quien a buen seguro se halla esperando bajo la capa de cal a que sea liberado
su rostro. Me llamó la atención de inmediato los tonos de
la mandorla: rojo y amarillo intensos. Sabía
que los había fotografiado en algún otro lugar. Consultando
en casa mis imágenes, lo halle: en la cripta norte de Roda de Isábena. Además, el estilo algo "naif" de los tetramorfos,
encaja con lo visible de Rasal. Las pinturas apuntadas son de notable antigüedad.
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El estado
de deterioro de la nave es preocupante. Como se aprecia en la imagen 7, se ha desplomado parte del falso
techo. La humedad y churretones de suciedad caen por la embocadura absidal
sur. Algunos de los sillares de la clave del presbiterio se están
saliendo de su lugar. La pila
bautismal, sencilla, arrinconada bajo la escalera del coro da fe de que
hubo población estable en el lugar, que tenía descendencia
y la cristianaba aquí.
Es el templo
del románico del Gállego más alejado del origen de
dicho arte y del que apenas hay diecisiete ejemplares.
Su cabecera esconde un tesoro pictórico que pugna por gritar donde
está. Se ubica a pie de carretera, con apenas cien metros de pista practicable,
lo que lo hace fácilmente restaurable con no excesivas inversiones.
No sería difícil frenar su deterioro, restaurarlo y dignificarlo.
Desde aquí clamo por ello.
A mi clamor, se sumó el 8 de
Febrero de 2003, David de la Garma, "webmaster" de ARTEGUÍAS,
en la sección de "Restauraciones" de su sitio web. Espero que
entre todos consigamos resultados.