Al interior del templo, lo primero que llama la atención es la brevedad de su espacio. Tras un cilindro absidal al uso cubierto por bóveda de cuarto de esfera y centrado por vano aspillerado, encontramos un presbiterio corto y más allá una exigua nave que a pesar de lo menguado de su tamaño fue dividida en dos parte por medio de sendas semicolumnas adosadas rematadas en altura por capiteles en los que apea un arco fajón.

Las imágenes obtenidas antes de la restauración del templo muestran que se hallaba encalado a excepción de la bóveda de la nave y presbiterio y la zona por encima de las impostas en el hastial de poniente. También un zócalo oscuro a media altura de la nave. Existía también una pequeña estancia de madera adosada al lado suroeste de la bóveda de la nave que guardaba la maquinaria del reloj (Imagen 9) y a la que se accedía por dos tramos de escalera de madera. Actualmente se ha eliminado y la maquinaria podemos verla en la parte posterior de la nave (Imagen 11).

Los capiteles que coronan las semicolumnas son de sencilla hechura. El del lado sur muestra líneas simulando perfiles simples de hojas rematadas en los ángulos por resaltes a modo de remate de caulículos. El del lado norte es semejante pero más sencillo aun, pues no pose líneas en su cesta. Este estilo de sus capiteles apunta hacia un momento tardío en el románico. La hechura de los mismos es cisterciense y me evoca a lo visto en el monasterio cincovillés de Cambrón o el la sala adosada al templo de El Tormillo.

A pesar de lo leído acerca de este templo que lo sitúa en los inicios del siglo XII, lo que veo no me encaja con ello y creo más bien que sus formas corresponden a un momento avanzado del XII si no ya de principios del XIII.

Una imposta biselada recorre cabecera y laterales de la nave. Abundan las marcas de cantería en sus sillares y ahora que se ha liberado de la cal que los recubría es más fácil observarlas. En la imagen 19 muestro un esquema con las que yo he visto en el templo. Las imágenes 20 y 21 corresponden a un sillar en altura del muro norte, lejos de la posibilidad de grafiteros y en el que hay una extraña y elaborada marca que evidentemente no es de cantero.

Excavadas en la propia roca y en el lado norte, hallamos varias oquedades que desde antiguo se han utilizado como bodegas (Imagen 22).

En definitiva un interesante templo románico alzado sobre los restos de una plataforma rocosa utilizada durante el periodo de ocupación musulmán como castillo y de cuya estructura se valió para alzarse sobre sus murallas y en ocasiones sobre depósitos excavados en la roca. La hechura de su escultura y el estilo de cabecera plana al modo de lo visto en la iglesia del castillo de Monzón me llevan a creer que su fábrica hay que situarla a finales del siglo XII o principios del XIII. La restauración, sin duda necesaria, quizá haya sido excesiva y poco respetuosa con el edificio original. El "invernadero" de metal y vidrio que cubre el aljibe desentona casi tanto como la estructura metálica por la que se accede a una terraza sobre el templo sin duda influida por la antigua denominación de "torre-ermita".