LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO
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-PERTUSA. PARROQUIAL DE SANTA MARÍA (Cont.)- |
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12A través de una portada renacentista, situada simétricamente con respecto a la que da acceso al templo, se accede a lo que mosen Manuel llama eufemísticamente "los claustros". Sin duda es claustro, pero su estado de abandono es realmente lamentable. Ruina, trastos viejos y maleza le añaden un toque a mitad de camino entre lo romántico y lo siniestro (Imágenes 2 a 4). Durante alguna de las obras de restauración del templo aparecieron catorce canecillos que fueron colocados en fila a modo de moldura en lo alto de una estancia del lado norte del claustro, quizá pensando que de ese modo se colocaban a salvo. Lo cierto es que la ruina que afecta a esa zona hace pensar que quizá no fue una buena idea (Imagen 4).
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No hay certeza del lugar del cual proceden estos elementos decorados. Evidentemente son de diverso momento que los que decoran el alero del templo. Aquellos son lisos y carentes de decoración. Por otra parte, su estilo tardío que reproduce arquetipos ya vistos en otros lugares, como la bailarina contorsionista y los músicos o el centauro sagitario y los monstruos, los llevan a un momento ya próximo al XIII
El estado de conservación no es muy bueno pero a pesar de ello, son de notable interés. El rostro del canecillo que abre pagina muestra un delicado trabajo de labra y una expresividad que lo sitúa ya en un momento protogótico. Cliqueando sobre cada uno de los canecillos de las imágenes 5 y 6 se abren a mayor tamaño.
El interior del templo muestra sus notables dimensiones. La gran altura de las bóvedas de lunetos nos hablan de tiempos mejores. Es obra del XVIII, momento en el que se añadió al cimborrio su bóveda elíptica alzada sobre pechinas. En la actualidad todo ello pide a gritos una atención que le aporte su antiguo esplendor. La cabecera inicia en sus laterales el arranque de un semicírculo, probablemente siguiendo la planta del original, que se ve truncado por el retablo. Tras el mismo no hay ningún espacio original. Solo un tabique de ladrillo que es visible desde la sacristía situada tras el mismo. La cabecera original desapareció.
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Hacia los pies del templo se edificó un añadido a modo de coro bajo tras reja de madera. En altura se halla el magnífico órgano del siglo XVI por el que siente debilidad el mosen (Imagen 10). En esa zona debió de hallarse la portada original del templo.
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Cuando desde la nave miramos hacia la cabecera del templo, algo hay que llama nuestra atención. Una luminosidad extraña poco más allá del lugar donde acaban los bancos destinados que los fieles sigan la liturgia, que se interpone entre ellos y la cabecera.
Es... es... ¡Es la chapuza de Pertusa!. Vamos a verla. Preparaos para sentir vergüenza e indignación ante la obra de los restauradores.