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LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO Webmaster: A. García Omedes - Huesca (España) |
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-UNCASTILLO. ERMITA DE SANTA QUITERIA EN SIBIRANA (Cont.)- |
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La imagen 1 muestra la cabecera del templo en la que destaca pintado en rojo sobre el fondo encalado un friso decorativo de ajedrezado jaqués muy bien realizado y conservado (Imagen 6). Se sitúa a la altura de la unión del medio punto del ventanal con sus jambas (Imagen 2). Digo friso y no imposta porque por encima de este elemento continua el paramento vertical sin que haya atisbo de que los constructores del templo hubiesen intentado siquiera cerrar con bóveda el ábside. Desde el principio lo diseñaron para ser cubierto con techumbre de madera todo él, lo cual es poco frecuente. Es posible que el constructor fuese consciente de sus limitaciones para acometer la obra de cubrir con bóveda el ábside y no quiso arriesgarse ante la posibilidad de un desplome.
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La triste imagen 3 muestra la mesa del altar rota entre escombros, enrona y desperdicios de turistas y "escribidores" de paredes... Laus Deo. La imagen 5 muestra el interior de la puerta, a través de la que se contemplan las torres de Sibirana. A continuación adosado al ángulo suroeste del templo se halla el resto de la pila bautismal (Imagen 4),
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La imagen 6 muestra un elemento del friso de ajedrezado jaqués perfectamente realizado y conservado... todavía. Desde el interior del templo se aprecia el derrumbe parcial de su muro sur, que ha hecho desaparecer casi por completo el ventanal de derrama interna que en él había (Imagen 7). Aún tuvo el templo otro ventanal, hoy cegado, en lo alto del muro de poniente (Imagen 8).
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Los templos en ruinas permiten la oportunidad de comprender mejor la estructura interna de sus muros y de cómo se construyeron. Llevado de mi deformación profesional, diré que es algo así como una autopsia (etimológicamente "ver por uno mismo") en la que no hay nada que "abrir" sino tan solo mirar, pues la desidia junto a la meteorología han hecho la labor.
Indagando en la estructura interior del presbiterio sur, al que se le ha derrumbado su lienzo exterior de sillares, llamó mi atención en la tierra existente entre los ripios del interior del muro el afloramiento de un hueso que aparentaba ser una vértebra cervical humana (Imagen 9). La extraje con cuidado de entre el arenoso mortero y en efecto se trata de una vértebra cervical, probablemente la 3ª y por su tamaño correspondiente a una mujer. Presenta lesiones degenerativas artrósicas de la carilla articular superior derecha lo que hace pensar en edad avanzada de la persona. No había más huesos en su proximidad, ni se trataba de un espacio definido de inhumación por lo que me inclino a pensar que lo ocurrido fue que se emplease tierra de un cementerio previo para la elaboración de la argamasa del muro.
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Ya en alguna ocasión he comentado la idea que muestra a los templos románicos como verdaderos mausoleos fundados sobre restos de personas consideradas santas por la Iglesia y con enterramientos por doquier, cuanto más cerca del templo mejor; pero el hecho de emplear -aun de forma involuntaria- restos humanos en la elaboración de sus muros, es rizar el rizo.
Sobre estas líneas muestro el crismón trinitario que, encalado, decora el tímpano de la puerta sur. Es de sietes brazos de tipo oscense con pequeño brazo central. Todos sus símbolos se hallan en posición ortodoxa.