Una vez
dentro del templo podemos admirar su elaborada cabecera provista de arquería
a dos niveles y abundante decoración. Seis recias semicolumnas
apeadas en un banco corrido, sobresaliente a modo de plinto individual
para cada una, se elevan por encima del nivel de los capiteles de
los tres ventanales absidales. (Imágenes
1 y 2). Bajo los
ventanales, una imposta biselada segmenta el ábside en
dos mitades. La superior contiene tres ventanales decorados con una arquivolta
y sus correspondientes columnitas y capiteles e intercalados, dos lienzos
sin ventanal pero con una fina moldura arqueada al igual que si los hubiese.
De estas arcadas de medio punto arranca la bóveda, pasando de su contorno poligonal a una típica cúpula de cuarto de esfera románica.La mitad
inferior (Imagen 2) posee siete arcadas ciegas (número mágico). Cinco
corresponden al ábside y dos al presbiterio. Se componen de dos
arquivoltas decoradas con bocel y molduras cóncavas. A
través de un ábaco corrido, situado por encima de las semicolumnas, apean
en capiteles hoy desprovistos de su fuste.
Estas mismas
arcadas se continúan por ambos muros de la nave hasta el hastial
occidental (muro carente de toda decoración y con aspecto "diferente")
lo cual le da un bello ritmo constructivo. Es un hecho poco frecuente.
De manera más tosca se intentó en San Miguel de las Cheulas en la localidad cincovillesa de El Frago y de forma muy similar y más perfecta, pues se decoró
con arquerías también el muro oeste (las existentes hoy son restauraciones), en la sala de Doña Petronila sita
en el Palacio Real de Huesca, que es obra del mismo taller que San Gil de Luna. Los dos grupos de columnas
que separan la cabecera de la nave y conforman el arco triunfal, se rematan
en altura por un grupos de capiteles que representan
escenas ligadas a la vida de San Gil en el lado norte.
Recurro
a la siempre fidedigna fuente de José
Luis Aramendía quien me aporta
el fruto de sus investigaciones para esbozar una pequeña explicación
a la iconografía de tímpano y capiteles en relación
a san Gil Abad:
Los pasajes de
la vida del Santo fueron transcritos por Guillermo de Berneville a mediados
del XII. Al parecer san Gil vivía retirado en una gruta con la sola
compañía de una cierva. (Otra
vez la figura de la cierva, tantas veces repetida en a lo largo de la historia;
desde la de Sertorio hasta la corza blanca de los Becker). A fin de agasajar a Carlomagno, el señor de Montpelier organizó
una cacería en la que participaba el obispo de Narbona. En el acoso
a la cierva una flecha hirió al Santo. Al toque del olifante se
reunieron la partida de caza viendo que el herido era San Gil, al que pidieron
todo tipo de disculpas. (Esta es la escena que se muestra en el tímpano de la puerta norte
con un personaje tocando el olifante y el obispo postrado ante la vegetación
que cubre la cueva).
Al
interior del templo, sobre las columnas del arco triunfal izquierdo, hay escenas
del santo entregando su capa a un mendigo paralítico que sanó
al ponérsela. Un episodio con comensales. La curación de un
hombre mordido por una serpiente. El santo, increpando a un personaje ante
su palacio, al cual un demonio habla al oído que quizá sea la representación
de Carlomagno, con el Santo revelándole su pecado (Imagen
4). También vemos parte de la historia de la cacería de la cierva
en la que se hirió al santo: un jinete con ave de cetrería acosa a la cierva y a un cervatillo. Un perro
le muerde el lomo. En el extremo del capitel, está el santo con báculo, hacia él se dirige la cierva. El Santo está bastante oculto por el capitel contiguo y ni siquiera
mi buen amigo Aramendía lo vio (Imágenes
4, 5, 8 y 11).
Una vez que hubimos intercambiado imágenes se hizo
la luz y José Luis consiguió distinguir al santo Abad, con un poco de imaginación y
alegría por las dos partes (Imagen 11).
El capitel que oculta parcialmente
a San Gil y lo hace estar realmente emboscado, como si se hallase dentro de su cueva, muestra a dos dragones
mordiéndose las patas de hechuras parecidas a las del muro de cierre
prematuro de Santiago de Agüero, que por ese motivo quedaron al exterior (Imagen 12).
El la
imagen 5 se muestra el episodio de la curación
del paralítico al que san Gil entrega su capa. Ese fue el primero de sus milagros.
A continuación vemos al santo tras una mesa hablando con sus amigos,
que le increpan por repartir sus bienes entre los pobres (Imagen
6). El milagro de la curación de un hombre
mordido por una serpiente se muestra en la imagen
7. En la imagen 8 se entrevista con Cesáreo, obispo de Arles, ante las puertas
de su palacio. El episodio de caza con el acoso de la cierva que se refugia
en la cueva de san Gil, se muestra en las imágenes 9, 10 y 11; y por fin en la
imagen 12 vemos una pareja
de dragones alados mordiéndose recíprocamente las patas.