Cuando nos adentramos en el parador, la recepción queda a nuestra izquierda y la cafetería a la derecha. Más adelante un corredor interior nos encamina hacia las habitaciones hacia la izquierda y hacia el restaurante a nuestra derecha. Desde este corredor, que recuerda galería claustral, podemos contemplar el patio interior de la fortaleza en el que destaca elegante el torreón gótico adosado a los pies del templo cisterciense (Imágenes 1a 4).

Desde las plantas superiores del parador las vistas del patio interior adquieren una dimensión diferente. Elevarse del nivel del suelo ofrece nuevas perspectivas a los elementos ya vistos.

El pequeño claustro gótico adosado al lado sur del templo se nos muestra con otra perspectiva, así como las zonas ajardinadas o los árboles en flor que adornan estos días de primavera lo que fuera zona militar. El sosiego es una cualidad que destaca notablemente cuando se pasea por este lugar. Hasta los pasos se vuelven más quedos. Todo adquiere un ritmo diferente. Las prisas han quedado extramuros.

El castillo de Alcañiz es sin duda uno más de los muchos conjuntos religioso-militares de Aragón desde los cuales se fraguó y perpetuó la reconquista del solar del reino. Sus hechuras y su historia difieren de los más tempranos (Loarre, Muro de Roda, Montearagón.. pero su espíritu y su intencionalidad siguen siendo las mismas para aquellos monjes-soldado empeñados en lograr el mismo fin.

La iglesia ocupa el ángulo nordeste de la fortificación. Su planta es sencilla. Rectangular de cinco tramos acabada en cabecera recta como podemos ver en la imagen 9. Dos son sus portadas. Una muy sencilla, de tipo civil, que abre en el muro sur y da acceso al claustro -cegada con alabastro en la actualidad- y la portada principal abierta en el muro de poniente al abrigo de la planta baja del torreón gótico (Imágenes 10 y 11). Esa portada monumental sigue con fidelidad los cánones románicos clásicos. Posee dos arquivoltas decoradas por baquetón en su ángulo libre y guardapolvo de notable anchura decorado con ajedrezado jaqués de cuatro filas de tacos que se continúa en los ábacos de sus dos parejas de capiteles. La zona interior de esta portada ha sido "rebajada" eliminando parte de su estructura probablemente para aportarle mayor amplitud. Por comparación con la portada contigua al torreón, que abre al claustro, debió de tener jambas rectas y una arquivolta más.

Una característica especial de esta portada que le da un toque de exclusividad y de belleza es el hecho de que cuando se edificó el torreón gótico en el que queda englobada recibió, al igual que aquél, un tratamiento pictórico que nos ha llegado en buena parte y que muestra de modo magnífico cómo debieron de ser en origen la mayoría de los templos románicos en los que hoy, bien por los agentes atmosféricos o bien por considerar que la piedra vista es bella, han sido desprovistos de este singular acabado.

Los capiteles cistercienses de cesta lisa adquieren una nueva dimensión cuando la vegetación decorada, los dientes de sierra y los taqueados coloristas nos los muestran decididamente engalanados. También la gruesa columna que sustenta el arco de entrada sur al atrio recibió decoración. Aquí es un monstruoso y enorme demonio sacando la lengua para aumentar su fealdad, que tiene entre sus garras el alma de un condenado. Este modo de decorar me evoca de modo decidido a lo visto en el absidiolo sur de la iglesia de San Juan en Uncastillo.

A propósito del detalle de la fealdad acrecentada por sacar la lengua, más adelante veremos como en esta planta baja del torreón volvemos a ver ese mismo gesto en la cabeza de un moro. En ambos casos lo gestual indica rechazo e identificación con el mal.