PATRIMONIO E INTERNET.-
La difusión del patrimonio
cultural, artístico y etnológico está
pasando por un buen momento en cuanto a ediciones editoriales
se refiere. Iniciativas institucionales y privadas están
teniendo gran difusión y, lo más importante,
gran aceptación entre el público lector.
José Luis Acín, los Biarge,
Severino Pallaruelo o Antonio Naval
son sólo una pequeña muestra de la gran
cantidad de autores que con la calidad de sus trabajos
consiguen hacer difusión de la riqueza patrimonial
que Aragón tiene y, gracias a esta puesta en
conocimiento, consigue que el lector conozca y por tanto
llegue a proteger y considerar como suyo este patrimonio.
Los libros cumplen su cometido, en eso estamos de acuerdo,
pero existe un medio que cada vez tiene más difusión,
Internet, que, en cuanto al patrimonio se refiere, está
infrautilizado. Y no me refiero a la gran cantidad de
páginas web que catalogan el patrimonio de nuestra
tierra, páginas del tipo "texto y fotos"
que no dejan de ser eso, un mero catálogo de
lo que en una determinada zona el usuario puede encontrar,
libros "volcados" en la Red. Me refiero a
que no se utilizan como debieran las técnicas
que hoy en día las Nuevas Tecnologías
nos ofrecen para difundir el patrimonio por esta vía.
Los libros utilizan todas sus posibilidades para ofrecer
al lector información de lo que esta buscando:
guías turísticas, libros de investigación
o de difusión, reportajes fotográficos,
mapas...En Internet también se debería
aplicar todas las posibilidades que las Nuevas Tecnologías
ofrecen para mostrarnos lo que estamos buscando.
EMPRESAS Y PATRIMONIO.-
Salvo honrosas excepciones en España y por supuesto
en Aragón, al contrario que en EE.UU, no existen
empresas dedicadas únicamente a la difusión
del patrimonio cultural por medio de Internet y las
Nuevas Tecnologías, sencillamente porque no es
rentable. En este país los museos e instituciones
culturales cuentan con unos fondos económicos
muy limitados y las partidas de que disponen son utilizadas
mayormente para ediciones de libros y catálogos,
sin tener en cuenta lo que una empresa especializada
en cultura e Internet podría ofrecer.
Estas empresas disponen en sus equipos de trabajo de
una serie de especialistas específicos como son,
cartógrafos, fotógrafos o técnicos
en patrimonio. Las visitas virtuales requieren de fotógrafos
con experiencia en panorámicas de 360º o
panorámicas cúbicas, un cartógrafo
ha de estar familiarizado con la cartografía
GPS y su utilización en la Red, aparte de estar
al día en cuanto a la tecnología Flash
se refiere y la posibilidad de realizar mapas interactivos,
los técnicos de patrimonio aplican el rigor investigador
a la hora de dotar de contenidos propios a estos sitios
web, además de editores y realizadores de vídeo
digital, un sistema en auge debido a la gran proliferación
de sistemas de transmisión de alta velocidad
que hoy en día existen. Con todos estos métodos
se consigue que el usuario se adentre por los recovecos
de un monasterio y acceda a las fichas de sus obras
de arte, o que un senderista se decida a realizar una
ruta determinada, o que alguien consulte una base de
datos de alojamientos y pueda planificar sus vacaciones
sin moverse de casa.
Pero son las instituciones y empresas las que han de
tomar conciencia de la importancia de esta vía
de comunicación. Los libros siguen siendo necesarios,
pero deberían ver en Internet un medio complementario
para adentrarse por lo ofertado en el libro pero seduciendo
al usuario "virtualmente".