"Hace un
par de noches tomé al asalto una librería
virtual, así, a puro huevo y a golpe
de ratón, con dos cojones y sin bajas.
El botín:
impresiones electrónicas de unas cien
obras de la literatura tanto pasada como contemporánea,
que estoy plenamente convencido de que me pertenecen
por derecho.
Hasta ahí los hechos y mi bandera con
calaveras, tibias y demás, supongo que
lo que le diría al señor juez.
A partir de aquí, mi versión completa
de los mismos:
Para aquellos
de ustedes que sean más moralistas o
suspicaces les precisaré que no hay nada
ilegal en el fondo del asunto, ya que los documentos
son para uso escolar, y está autorizada
su distribución (uno puede ser un pirata,
pero no es tonto, y sabe lo que coge, y de dónde
lo coge). Los títulos son de naturaleza
dispar, desde "El Principito" hasta
"La Republica según Platón"
, pasando por clásicos de Dumas (padre,
por supuesto), Julio Verne, Shakespeare (la
voluntad y la memoria a veces flojean), Miguel
de Cervantes... Así hasta un total de
más de cien.
Algunos de estos
libros ya los he leído, otros los poseo
en papel, en ediciones de mayor o menor calidad.
Gracias a ellos y a quienes los escribieron
he visto como vapuleaban a un jovencísimo
D'Artagnan en la puerta de una taberna en Meung
, he paseado por las calles del Madrid de los
Austrias con hierro hasta en las suelas de los
zapatos, he visto asomar por la proa de la goleta
"Hispaniola" la maldita isla del tesoro,
a un tal Julio Cesar conquistar las Galias y
a un tal Bonaparte defenderlas y expoliar a
sus vecinos del sur, he visto y sentido cosas
que a otros les llevó varias vidas aprender
y plasmar.
Me han hecho
la mayor parte del trabajo y por ello guardo
eterna gratitud: leyendo El Principito comprendí
que a veces las mujeres lloran simplemente por
que lloran. Leyendo a Shakespeare, que muchos
hombres no lo hacen por que no han aprendido
lo suficiente. He escapado del castillo de If
y montado la de Dios es Cristo al regresar al
sitio del que la envidia, los celos, la mediocridad...
arrancaron a Dantés. He visto la sombra
del buitre planear tantas veces por tantos campos
de batalla perfectamente descritos en letras
e ilustraciones, que jamás pisaré
uno.
En esos libros
está la respuesta, la clave de por qué
que nuestros congéneres han tropezado
en la misma piedra tantas veces, que la piedra
está a punto de ponernos una denuncia
por agresión. En todas estas obras se
recogen tantos puntos de vista, de política,
de filosofía de religión, de tantas
cosas, que si dejan que les hablen, si les prestan
atención , se lo pensarán dos
veces antes de pronunciar la frase "tengo
razón".
Una vez digerida esta reflexión, lo siguiente
que se experimenta es una mala hostia considerable:
¿Dónde están esos libros?,
¿Quién los tiene?...
Permanecen ocultos
en librerías en las que nunca podremos
plantearnos pagar lo que piden, mortalmente
heridos a golpe de cigarrillo y fluorescente
en bibliotecas, tras ser tomados como rehenes
para trabajos que gente que no los leyó
encarga a gente que aun no está en edad
de leerlos.
Me los han escondido,
los he pedido y me han dado horas de televisión,
de violencia gratuita. Me los han intentado
cambiar por ropa, por coches, por mil cosas...
pero ya no más. Hoy por fin son míos.
Los tengo aquí todos ordenados por autor,
y me permito el lujo de frotarme las manos pensando
no en lo que sé, sino en lo que sabré;
por que me los pienso calzar todos, damas y
caballeros. Años tengo para hacerlo,
y unas ganas terribles.
Me hacen pensar
que mis abuelos y los abuelos de mis abuelos
no vivieron en balde, sino que lo dejaron todo
apuntado, fechado y firmado para que lo utilizásemos
como mejor creyésemos.
Agradezco en
lo que vale a quien corresponda la puntual información
acerca del tiempo, los resultados deportivos,
la vida privada de los demás miembros
del rebaño, la alta costura en París
y el salón del automóvil, y no
se me ofendan ni me tilden de ingrato, pero
metansela en el culo, yo por fin tengo lo que
quería...
Hace un par de noches tomé al asalto
una librería virtual, así, a puro
huevo y a golpe de ratón, con dos cojones
y sin bajas. El botín: impresiones electrónicas
de unas cien obras de la literatura, tanto pasada
como contemporánea; que estoy plenamente
convencido de que me pertenecen por derecho,
y si después de leer mi versión
de los hechos no me entienden, o me reprueban,
sinceramente: me importa un cojón de
pato."