Procede de la iglesia no hace mucho hundida
en El Tormillo,
situada a continuación de la iglesia parroquial.
En la actualidad sirve de entrada a la iglesia de San
Martín en Lérida que, cerrada, fue abierta
de nuevo al culto en 1893, pudiendo ser fecha de referencia
para el traslada de la portada procedente de El Tormillo.
Fue el Obispo de Lérida
José Messeguer (1889-1905) quien mandó
trasladar esta portada desde la iglesia del Tormillo
a la de San Martín en Lérida.
La portada, tal como se puede apreciar por la fotografía,
es de cuatro arquivoltas de arco de medio punto, con
arquillos la segunda y cuarta y puntas de diamante la
tercera. Es obra datable alrededor del siglo XIII.
El Tormillo fue parroquia
adscrita a la diócesis de Lérida hasta
el reajuste parcial de diócesis que se hizo en
los años cincuenta. Con anterioridad, durante
su episcopado, el Obispo Messeguer se propuso reunir
en un Museo Diocesano obras destacadas que había
en las diferentes iglesias de su demarcación,
que como es sabido comprendía buena parte del
Alto Aragón. Fue entonces cuando fueron recogidas
de algunos pueblos de la provincia de Huesca obras tan
importantes coo el frontal de Berbegal y el retablo
de Monzón, entre otros, y numerosas piezas que
en algunas ocasiones estaban arrinconadas, peligrando
su conservación.
Los restos de la iglesia
de Santiago de El Tormillo, donde estuvo la portada
están a continuación de la iglesia todavía
abierta al culto, en la que no hace mucho aparecieron
importantes frescos románicos que vienen a completar
la serie de trabajos que enriquecen las comarcas del
Alto Aragón y que se extienden por el Somontano
y Sigena.
La iglesia de Santiago era de una nave de cañón
de cinco tramos sobre arcos fajones apuntados, a su
vez apoyados en columnas semiempotradas, rematadas por
capiteles lisos en los que únicamente destacaban
unas "vieiras" o conchas santiaguistas toscamente
esculpidas. El interesante edificio medieval, desprovisto
de cualquier función de la que hubiera podido
beneficiarse el pueblo, estaba abandonado. Su imagen
resultaba tan sorprendente como patética y no
podía menos que dejar atónito a cualquiera
que temiera por su seguridad personal si es que le traía
indiferente la de los demás.
Resultaba difícil
explicar cómo se sostenía en pié,
pues todo el esquinazo de los pies, hacia el norte,
estaba en el aire, siendo sostenido por la estructura
del edificio en vez de servirle de soporte, desafiando
en consecuencia las más elementales leyes físicas
sin que, para asombro de cualquier visitante, a nadie
en el pueblo se le ocurriera, al menos colocar unos
cuantos puntales provisionales que sustituyeran al inevitable
y urgentísimo socalce.
El pueblo, impasible a la espera quizá de que
alguien lo hiciera, oyó cómo se desmoronaba
el muro norte de la iglesia una noche de febrero de
1982 arrasando consigo toda la bóveda. Por entonces
se estaba preparando el expediente de declaración
de Monumento, con la idea de transmitir el asunto a
la Administración en la creencia de que así
podía salvarse el edificio.
En el muro opuesto
al derruido, el de mediodía, que de momento aún
se mantiene en pie, estuvo hace ya casi cien años
la portada trasladada a Lérida. En su lugar se
puso una especie de "parche" de dos arcos
de ladrillos, material y solución que, además
de ser sustitutorios, nada tenían que ver con
la obra original.
La portada puede contemplarse
ahora en la pequeña iglesia de San Martín
de Lérida, situada en el barrio del mismo nombre,
a poniente del cerro donde se levanta la Seo por donde
se accede a ella. Había sido iglesia del Estudio
general de Lérida y, cerrada, fue abierta de
nuevo en la fecha arriba recogida. Desde 1972 se destinó
a Museo Diocesano de escultura que en la actualidad
está cerrado.
Es indudablemente
criticable la forma en que se desgajó la portada
de su emplazamiento original, pero, en ningún
caso, se justifica la desidia del pueblo para dejarse
hundir el edificio.