Dos de los
más bellos capiteles del templo flanquean la portada de la Lonja
Chica. El oriental, representa
el Sacrificio de Isaac,
a quien vemos desnudo en el ángulo sobresaliente del capitel, mientras
que Abraham es detenido en su acción por un ángel al tiempo que otro (sin descartar que pueda ser el propio Abraham) prepara el
sacrificio alternativo de un carnero sobre el ara ritual en el frontal del
capitel.
Para muchos autores, es la obra
maestra del estilo jaqués. Su estado de conservación es excelente,
apenas empañado por la falta de un pequeño fragmento del hombro
izquierdo de Isaac. Los peinados
de Abraham e Isaac son muy elaborados y poco frecuentes. Hoy los denominaríamos
"rastas". A juicio de Gaillard es "el
más extraordinario de los desnudos que conocemos en la escultura
románica, seguramente inspirado en algún modelo clásico".
Se le conoce también bajo la denominación del "capitel
del canon" por ajustarse las medidas humanas a los modelos clásicos
del canon de belleza.
En la imagen de aproximación, el detalle de la labra de la cara de Abraham
nos muestra su cuidadosa realización.
Llama la atención el peinado en forma de "rastas". La barba
adopta una disposición semejante.
El capitel occidental, representa
un raro tema en la iconografía románica: "La
Burra de Balam", adornado con los emblemáticos
"pitones jaqueses" en dos de sus esquinas. Estos "pitones", como cuernos estriados y curvados hacia adelante y abajo son "la
marca de la casa" del Maestro de Jaca, junto
con los sogueados en la parte central alta de cada capitel y las bolas
jaquesas, que aparecen incluso en las basas de las columnas.
Estos capiteles, al igual que otros en las portadas de el templo, poseen una tercera
cara, prácticamente oculta. Quizá sea consecuencia de que se labraron antes de saber en qué lado de la portada fueran a situarse. De este modo serían "polivalentes" y podrían colocarse tanto al lado derecho como al izquierdo.
El artista representó
con gran cuidado los arreos de la burra incluido el largo estribo en que
mete su pie Balam. Asimismo es destacable la perfección del ángel
que lo detiene con su espada en alto. Es este un motivo muy raro
en la iconografía románica. Solo lo he visto repetido,
en forma muy similar a la jaquesa, en la preciosa portada de San Zoilo de Carrión
de los Condes (Palencia). El episodio
descrito en el capitel hace referencia a la historia del Antiguo Testamento
(Números, 22; 21-36) protagonizada por Balam, adivino de Mesopotamia
que fue llamado por el rey moabita Balac para maldecir al pueblo de Israel.
"Levantose Balam
de mañana, aparejó su asna y se fue con los príncipes
de Moab. Pero Dios estaba indignado de que fuese y el ángel de Yavé
se puso delante de él en el camino, para cerrarle el paso. Iba montado
en su asna y llevaba consigo a dos de sus criados. El asna al ver al ángel
de Yavé parado en el camino con la espada desenvainada en la mano,
se salió del camino y echó por el campo, y Balam se puso a
fustigarla para retraerla al camino. Entonces el ángel se puso en
un estrecho entre las viñas, entre la pared de un lado y la pared
de otro; y al verle el asna echose contra una de las paredes, cogiendo entre
ella y la pared la pierna de Balam. Este se puso de nuevo a fustigarla.
El ángel de Yavé volvió a ponerse en una angostura,
de donde ni a derecha ni a izquierda podía desviarse; y al verle
el asna se echó debajo de Balam, quien enfurecido la fustigó
más. Abrió entonces Yavé la boca del asna, que dijo
a Balam: Qué te he hecho yo para que por tres veces me hayas fustigado.
Y Balam respondió: ¿Por qué te burlas de mi? Si tuviera
a mano una espada, ahora mismo te mataría. Y el asna dijo a Balam
¿No soy tu asna? Tu me has montado desde que soy tuya hasta hoy.
¿Te he hecho yo nunca cosa semejante? Y el respondió: No.
Entonces abrió Yavé los ojos a Balam y éste vio al
ángel de Yavé, que estaba en el camino con la espada desenvainada
en la mano. Balam se postró, echándose sobre el rostro, y
el ángel le dijo ¿Por qué por tres veces has fustigado
a tu asna? Es que he salido yo para cerrarte el camino, porque es malo ante
mi el que llevas. El asna me ha visto y ha querido apartarse luego de delante
de mi las tres veces; si ella no me hubiera esquivado, te hubiera matado
a ti, dejándola a ella viva.
(Números 22:21-34)