LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO
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-CASBAS DE HUESCA. MONASTERIO DE Nª Sª DE LA GLORIA (Cont.)-
UTM 30T 736510 4671113 560 m.
La contemplación en perspectiva del monasterio desde el lado sur nos aporta una idea perfecta de los grandes cambios que sufrió el mismo en el siglo XVII (Imágenes 1 y 2). En lo que respecta al templo monástico se aprecia de modo claro que tanto la nave como el transepto y la cabecera fueron recrecidos por medio de estructura de ladrillo. En lo tocante a lo alzado sobre el transepto, la arquería le aporta un aire de casa-palacio aragonés.
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El perfil del transepto original es evidente en la imagen 2 puesto que en ese momento la vegetación no lo ocultaba. A ese mismo tiempo corresponde la toma de la imagen 3 del vano que abre en el lado sur del transepto. Se decora con arquivolta dotada de capiteles y columnillas frente a la existente al otro lado de la nave transepto, que no es sino una sencilla aspillera.
Como comentaba al inicio de la pagina, uno de los primeros elementos que se está recuperando es el huerto monástico (proyecto de los anteriores propietarios -"Progea"- en 2010). Me comentaba Miguel Ángel Loriente la importancia que para las comunidades monásticas tenía el huerto. El espíritu del cister es austeridad y autosuficiencia y en lo litúrgico: luz y sonido. Cuando se establecía una nueva comunidad, destacada de su casa madre, a la par que comenzaban a edificar el templo se procuraban recursos alimenticios para subsistir. En recuerdo y homenaje a esta filosofía, a la vez que se restaura el templo se hace resurgir con fuerza y de modo ecológico el huerto monástico. Verduras, legumbres, cebada, maiz... todo en perfecta armonía resurge con esplendor y armonía por delante de la cabecera triple del templo (Imágenes 1 a 6)
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La cabecera del templo se conforma por medio de tres ábsides en línea, más amplio y alto el central, elevados sobre un basamento decorado con pequeña moldura y articulados por medio de columnas en las uniones del central con los laterales. Cada uno de los ábsides se centra por ventanal alargado de doble derrama decorado por medio de arquivolta con sus capiteles columnillas y basas.
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En altura, la cornisa original está señalada por las líneas de canecillos que la sustentaban. Más arriba el recrecido ya mencionado prolonga la cabecera de modo artificial. La construcción se realizó con sillares de arenisca, perfectamente escuadrados y ajustados con profusión de marcas de cantería, si bien en el ábside central por encima de la clave de su vano hay un evidente cambio en el material. Los sillares son de peor calidad, mal escuadrados y en ellos no he distinguido marcas. Me recuerda a la circunstancia ya vista en otros templos, como en el emblemático de Santiago de Agüero que trasluce un parón edificativo y una continuidad, quizá en peores condiciones económicas (Imagen 11).
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Los capiteles que decoran los vanos absidales los muestro en las imágenes 13 a 19. Al ábside sur corresponden las imágenes 13 y 14 de sencilla hechura, semejantes a los que adornan el ábside norte y se muestran en las imágenes 15 y 16. Los ábacos de los capiteles del lado norte repiten imágenes vistas en Santiago de Agüero.
En el ventanal del ábside central hallamos el único capitel historiado del exterior de esta cabecera (Imagen 18). En él se muestra una misma escena repetida en cada una de las dos caras de este capitel. La escena consiste en una pareja de hombres con el pelo corto, desnudos a excepción de un calzón que forma pliegues. Cada uno de ellos sujeta al otro con la mano por detrás de la nuca mientras que la otra mano se enlaza con la del oponente. La escena transmite movimiento y a mi modo de ver, representa una forma de lucha o entrenamiento físico. Escenas semejantes las he visto en un magnífico capitel en San Isidoro de León. Allí podía invocarse la tradicional lucha leonesa.
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