LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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-HUESCA. IGLESIA DE SAN PEDRO "EL VIEJO" (Cont.)-

 

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DIRECTORIO DE LA VISITA

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CAPITEL NÚMERO 8

Este capitel muestra sucesivamente a través de las caras de su cesta las tres Tentaciones de Cristo en el Desierto:

"Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo hambre. Y acercándose el tentador, le dijo; Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Pero él respondió diciendo: Escrito está: No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Llevóle entonces el diablo a la ciudad santa, y poniéndolo sobre el pináculo del templo, le dijo: si eres hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues escrito está: A sus ángeles encargará que te tomen en sus manos para que no tropiece tu pie contra una piedra. Díjole Jesús: También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.

De nuevo le llevó el diablo a un monte muy alto, y mostrándole todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, le dijo: Todo esto te daré si de hinojos me adoras. Díjole entonces Jesús: Apártate, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás culto. Entonces el diablo le dejó, y llegaron ángeles y le servían." (Mt. 4; 1-11)

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A través de las caras de este capitel el maestro nos muestra sucesivamente las tentaciones diabólicas. El diablo aparece como un ser monstruoso y lanudo, con garras de ave que va conduciendo a Cristo por los diversos escenarios que narra el Evangelio de Mateo: el desierto, donde Cristo aparece sobre un montículo de piedras, el pináculo del templo, mostrado como una elevada almena junto a una torrecilla con ventana geminada, o sobre un elevado monte desde el que domina todos los reinos del mundo.

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En la cara oscura del capitel, legiones de ángeles acuden a confortar a Cristo tras las tentaciones diabólicas (Imagen 5). Como fondo de estas escenas, hallamos las mismas palmetas acanaladas que en el capitel previo.

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A pesar de la erosión del capitel, la cara de Cristo en la tentación del Tibi dabo muestra una serena majestad al tiempo que la característica forma de hacer del Maestro de San Juan de la Peña ( "…et dixit illi haec tibi omnia dabo si cadens adoraveris me" ).

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