La
luminosidad del ábside de San Pedro es buena pero tenue, románica.
Por ello no es fácil obtener buenas imágenes de su bella decoración.
Las imágenes que a continuación te ofrezco son fruto de horas de trabajo. Trípode, disparo retardado,
larga exposición, diafragma cerrado, formato RAW, reducción de ruido,
paciencia y sobre todo, mucho, mucho cariño al lugar. Aprovechando
esa luz y no otra, es como se logra realzar los volúmenes de esas
piezas que de otra forma desaparecerían. En
tu visita merece la pena observarlos con detenimiento. Además, la
altura a que están situados facilita una buena visión de los
mismos, al contrario que en los restantes del templo en los que su elevada
posición y en ocasiones la situación de contraluz de las ventanas
hacen que nos pasen desapercibidos personajes en el agua, sirenas afrontadas
o águilas rapiñando un conejo, entre otros.
Capitel número 1:
El capitel
del ángulo norte del cilindro absidal (Imagen
1) es una obra de entrelazo a base de largos elementos
estriados longitudinalmente que se retuercen y entretejen originando unas
bonitas formas geométricas. Su
hechura es muy similar -aunque con diferencias- al situado en el ángulo
opuesto (Imagen
14) Hay que destacar sus
pequeños caulículos que en este capitel solo se sitúan en
el vértice libre. Esos elementos decorativos conformados a base de hojas palmeadas que se despliegan
en abanico son denominador común en una serie de capiteles de este
templo atribuibles al mismo tallista. Los volveremos a ver en ambos capiteles
de la puerta
de entrada al templo, en su
muro norte, en el número
5, de personaje entre leones o en el número 12, de preciosista decoración.
Capitel número
2:
El segundo de los capiteles
del ábside es uno de los tres en los que aparecen figuras humanas
de rasgos similares, probablemente de la misma mano. Son el que vemos,
el número 5, de personaje
entre leones y el número
11 de personas y monos en cuclillas. En el capitel
número 2 aparecen cuatro personajes. Dos en los ángulos libres
que están siendo sometidos a un rebuscado tormento consistente en que sendos monstruos
muerden sus cráneos. Los citados monstruos comparten cabeza en altura
y su extremo distal hay otra cabecita mordiendo el collarín del capitel
(Este monstruo maléfico se llama anfisbena y es una serpiente
de dos cabezas. Doble ración de maldad y veneno). Los torturados portan
hábitos, y es posible que representen a monjes que hayan infringido alguna
de sus reglas. Sus pies van descalzos y se tallaron delicadamente los deditos
con sus uñas. En los ángulos adosados a la pared, otros dos
personajes con capa y calzados sujetan a los monstruos, en probable función de ejecutores del castigo. Entre las volutas
frontales hay una decoración representando en pequeño la cabecita
del monstruo ejecutor del tormento. Los dos monstruos de la cara frontal
entrelazan sus cuerpos mientras que los laterales se enroscan sobre si mismos.
Estos enlaces y retorcimientos, podrían suponer una transición
hacia los capiteles de entrelazos, que serían una simplificación
de esta idea de tormento. El
ábaco luce palmetas y en los ángulos desgastadas cabecitas
no identificables.
Capitel número
3:
El tercero de los capiteles
absidales es el que sufre mayor deterioro de todos los del templo. La meteorización
de la arenisca en que se labró ha hecho estragos en el mismo. Probablemente
su materia prima de inferior calidad sea la causante de su aspecto puesto
que los adyacentes lucen mucho mejor aspecto. A pesar de ello
en sus laterales puede apreciarse la estructura que tuvo, de entrelazo,
de muy similar hechura a las ya visto en primer lugar continuando con el tema
de entrelazo-monstruo (Imagen
1).
Capitel número
4:
Es un magnífico capitel
de los denominados de estilo jaqués. Vemos palmetas plagadas
de foliolos a modo de helechos que se enroscan y acaban en bolas jaquesas
y en nivel inferior, apoyados sobre el collarino, dos parejas de leones
de estilizada talla sujetando a un quinto del que solo se ve su cabecita
en posición invertida bajo los dos leones centrales (Imagen
4a). El
ábaco es de una exquisita labra de roleos centrados por botones florales
de simetría radial. Pequeños motivos geométricos ocupan
las enjutas en una especie de horror vacui.