La situación
privilegiada en el aspecto defensivo del castillo de Loarre deja algún
"cabo suelto" en relación con la intendencia del personal que en
el mismo habita. Me refiero, claro está, al aprovisionamiento de
agua. No hay pozos ni cursos de agua cercanos por lo que hubieron de
tener en cuenta este extremo y edificar un aljibe suficiente para acumular
agua de lluvia o acarreada para el abastecimiento de su guarnición. Con la
roca viva como base, como la mayor parte de toda la fortaleza, construyeron
dos salas abovedadas en el recinto del primitivo castillo orientadas
en dirección norte sur y adosadas a la línea de fachada
interior de la prolongación de la torre norte (Imágenes
2 y 4).
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En el ángulo sudoeste del "casetón
aterrazado" que cobija las bóvedas de los aljibes abre un
vano que da acceso a un reducido espacio donde se halla el brocal
del pozo, cuadrado con reja y carrucha modernos que ejercen una especial
atracción sobre todo aquél que hasta aquí llega y que
parecen sentirse obligados a tirar de la misma haciendo sonar su ruido característico
(Imágenes 1 y 3). Tras el brocal del pozo, en el muro de
nuestra izquierda, abre un vano cuadrado cuyo dintel muestra una tosca
epigrafía de difícil interpretación (Imágenes
1, 5 y 6). No he conseguido leerla, ni he encontrado quien la
haya leído. Podría decir "ANTOONI", si
todo son letras, o quizá "A 1799 N I" en probable referencia
a la fecha de su apertura (?). De una u otra forma, o de ninguna de las
dos, lo cierto es que este vano abre en la porción más elevada
del muro de cierre sur del aljibe situado más a poniente. Con alguna
dificultad podemos pasar a su través y por medio de una escalera moderna
descender al interior del aljibe (Imagen 11).