Epílogo
El tiempo con su movimiento incesante me ha obligado
a cerrar este trabajo sin poder incluir en el cuanto
deseaba. Aplazo pues, para cuando disponga de más
cantidad de aquél el estudiar aun más las
fábricas de Loarre, su muralla, bosquejar
los pabellones derruidos en plantas y alzados, levantar
una planta más exacta del Castillo (pues
las que he incluido están levantadas tan
solo con la cinta y en visitas rápidas),
estudiar más la parte entre la muralla y
el palacio, estudiar despacio la cripta… En una
palabra, proporcionar todavía más
datos acerca de la importantísima joya aragonesa
románica.
Vuelvo a decir que mi deseo sería que se
publicara este trabajo para divulgación del
arte que describe y para entonces cabe acompañarlo
de estudio de documentos históricos y descripción
acaso más cuidada en cuanto a su organización
y redacción, ya que ahora alguna vez está
descuidada por las premuras del tiempo en que hay
que escribirla y cuya labor hay que compartirla
con la práctica de la profesión.
Todo esto es cuanto puedo aportar sobre la fábrica
de Loarre. Al estudiar este trabajo quien de ello
se encargue tenga presente la buena intención
y deseos que al escribirlo me han guiado, los cuales
contrarrestan las deficiencias involuntarias de
quien en la empresa ha puesto todo cuanto ha podido
en bien del arte nacional.
Zaragoza
Mayo de 1917
El Arquitecto:
Luis de la Figuera