La portada occidental del templo es de medio punto dovelado y está compuesta compuesta por cuatro arquivoltas de arista en degradación. Por fuera posee adorno de baquetón (Imagen 1). En ellas se repite una graciosa marca de cantero con forma de gorro de dos puntas o de bufón. Abre entre dos contrafuertes, adornados con dos grandes figuras, probablemente de felinos (descabezados). Sobre ella hay un tejaroz sustentado por ménsulas (restaurado) y encima abre un ventanal compuesto por dos arquivoltas y dos pares de columnas con sus respectivos capiteles de decoración geométrica. (Imágenes 4 a 6).

El elemento más bello de esta portada, y para mi gusto del templo, es su tímpano (Imagen 2). Representa una Epifanía y para su realización se tomó modelo en el de Santiago de Agüero, también repetido en la portada sur de la iglesia de San Nicolás en la localidad de El Frago. Probablemente sea de la misma mano del maestro de Agüero o al menos de su taller. Con ligeras variaciones, la composición es idéntica si bien está mucho más elaborado y refleja una época posterior. En este caso, el fondo de la escena se adorna con una cenefa en forma de arco de medio punto a base de flores de cuatro pétalos con botón en su centro y fondo cuadriculado. También está decorado el frontal inferior del tímpano, a base de motivos vegetales. Los Magos adoran al niño postrándose y besando su pie. Es una Proskinesis. El estilo elaborado la hace ya próxima al inminente gótico (recordemos que la datación del templo es de hacia 1196).

Las cuatro arquivoltas que componen la portada apean en cuatro pares de capiteles a través de ábaco corrido decorado con motivos vegetales que se continúa con la decoración de la base del tímpano y da sustento en los laterales a las dos figuras de cuadrúpedos apuntadas. A destacar una poco frecuente marca de cantero en ellas en forma de mitra ("bishop"). Puede verse en el ángulo superior izquierdo de la imagen 1. También se repite en Eunate o en Tudela y en algunos monasterios cistercienses como La Oliva o San Andrés del Arroyo, entre otros.

Dos modillones historiados proporcionan sustento al tímpano, a la vez que confieren al vano perfil antropomorfo. Esta forma de componer la portada es característica del maestro de Agüero (o de su "taller") y la veremos repetirse en todos aquellos templos en que trabajó. Es típico además la presencia de monstruos andrófagos en estas piezas con una simbología ya apuntada de muerte-resurrección (Imágen 12)

A continuación muestro los capiteles y ménsulas que adornan la portada oeste del templo. En la primera hilada (Imagen 11) los correspondientes al lado norte;y luego los del lado sur (Imagen 13).

Comenzando por nuestra izquierda (Imagen 11), observamos en primer lugar una de las escasas veces que se ha representado a un cantero en su labor de trabajar la piedra con un hacha-pico para construir la iglesia. A continuación dos aves opuestas por su dorso con las cabezas vueltas y adorno vegetal en el ángulo del que parecen comer.

El siguiente motivo es uno de los preferidos del de Agüero y muestra a dos fieras de dorso rizado devorando a una cabra, con una de sus patas alzada apoyándose en lo alto del vértice de la cesta en la de la otra fiera. Santiago de Agüero, San Pedro el Viejo o Sangüesa son algunos de los lugares donde se repite.

El capitel más interno muestra una escena poco frecuente decorando capiteles: un Pantocrator en mandorla rodeado de los tetramorfos. Cristo bendice con la diestra mientras que con la izquierda sujeta su manto.

Las ménsulas que sustentan el tímpano son también características del maestro de Agüero. Muestran una cabeza monstruosa con aspecto de dragón chino de marcados rizos que muerden por los pies a figuras por lo general humanas (Imagen 12). Según la interpretación de García Lloret estas ménsulas narran un ciclo mostrado a través de diversas portadas del maestro en el que las figuras, primero son devoradas y desaparecen, para más tarde, en los últimos templos en los que trabajó, renacer en forma de seres andróginos desnudos. Espíritus puros que vendrían a mostrar un ciclo muerte-resurrección en el que es necesario morir, desaparecer, para poder renacer a una vida espiritual (Ver monográfico sobre el ciclo "muerte-resurrección").

A nuestra derecha, los capiteles muestran respectivamente: un combate entre caballeros; dos fieras opuestas por sus cuartos traseros con la cabeza vuelta sobre su lomo y peleando con sendos dragones (más adelante veremos detalle); un arquero rodilla en tierra que acaba de lanzar sus dardos hacia un monstruo; y por fin el combate entre dos peones cubiertos de cota de malla que se guarecen con escudos alargados acabados en punta en su extremo inferior y pelean a maza.

En el frontal de las dovelas de la arquivolta más interior quedan restos de decoración pictórica. Son caballos pasantes, ricamente enjaezados y probablemente el artista quiso mostrar aquí los caballos de los Reyes Magos que vemos en el tímpano adorar a Cristo. Este detalle fue puesto de manifiesto, al igual que la firma existente en el tímpano de la Proskinesis ("Bidaa me fecit") por Fernando Ezquerra en el año 2008.

Todavía hay otra firma, más elaborada y al parecer de mayor trascendencia en lo relativo al maestro de Agüero. Se halla sobre el intradós del modillón mostrado en la imagen 16, y a pesar de su magnífica hechura había pasado totalmente desapercibida hasta que yo la puse de manifiesto. No es extraño que no fuese advertida dada la dificultad para su observación derivada de la altura y habitual oscuridad de esa zona. Incluso sabiendo dónde se halla, no es fácil advertirla en esta imagen.