Es innovador el recurso de continuar la escena de un capitel a lo largo sobre una pilastra. Realmente el artista lo que está haciendo es esculpir una escena alargada a modo de friso, como la de
la Última Cena (Imagen 8)
y en los extremos le añade un capitel que apea en la columna que flanquea a la pilastra.
Así la escena de la Última Cena situada en el muro sur se compone de
un capitel "prolongado" a la izquierda del conjunto representando la entrada de Cristo en Jerusalén
y a continuación, a su derecha, la alargada escena de la Ultima Cena que en parte apea en la pilastra y
en su extremo posee apeo para columna, desaparecida como todas las del interior del templo (En la restauración de 2019, se repusieron).
La misma técnica emplea en el "capitel" de la Resurrección
de Cristo, situado enfrente al grupo anterior, junto a la puerta (Imagen 9) si bien aquí no añade capitel suelto en su extremo derecho por coincidir
con la puerta de entrada añadida, quedando el conjunto asimétrico (Vuelvo a incidir en la hipótesis de que esa
puerta se abrió forzada por el hecho de no haber podido acabar el planteamiento total del templo a base de dos tramos y con su
portada en el muro oeste, al estilo de Puilampa). Esta bonita escena muestra en el "capitel" el sepulcro de Cristo, vacío
tras la Resurrección. A ambos lados del mismo hay dos Ángeles. Sobre la pilastra vemos a seis guardianes del sepulcro desvanecidos tras la Resurrección que
se apilan tresbolillados tras sus escudos, guardando perfecta simetría. A continuación otro Ángel
y tras él las santas mujeres que acudían a visitar el sepulcro con tarros de óleos y conocen
la Buena Nueva.
Como ya he apuntado, los capiteles que decoran la zona baja del cilindro absidal, presbiterio y muros laterales,
son de la misma mano del maestro que decoró la sala de Doña Petronila en el Palacio Real de Huesca.
Lamentablemente han sufrido "lapidaciones" modernas y es raro encontrar uno que se haya librado por completo.
Aun así, su belleza es indiscutible.