LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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-LUNA. IGLESIA DE SAN GIL ABAD (Cont.)-

(CINCO VILLAS)

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Como quiera que este es un templo singular lleno de claves en el desarrollo del románico en Aragón, precursor de un estilo protogótico, que por algún motivo varió su proyecto inicial reduciéndose su longitud de forma notable, intentaré hacer énfasis en los puntos clave que dan pie a comprender dichas variaciones y modificaciones del proyecto original. Para comenzar muestro la planta, obtenida del libro de José Luis García Lloret sobre la escultura románica del Maestro de Agüero y bajo ella una hipótesis personal de cómo debió de ser el proyecto inicial. Cuando uno se acerca al templo, lo primero que le llama la atención es que se queda "corto", como si le faltase un tramo. Y en efecto creo que así es, puesto que debió de haber tenido un tramo más en la nave. Por algún motivo (que hoy a fecha de 2020 ya conocemos y que desvelaré más adelante) los constructores desistieron de acabar la obra proyectada.

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En la planta original, que he modificado, he añadido el tramo del que hablo y también el sistema de bóvedas. Creo que el planteamiento desde la parte baja del templo se efectuó para cubrir con bóveda de crucería al estilo de lo visto en Puilampa. De lo contrario carecerían de sentido las columnillas y capiteles adosados a las grandes semicolumnas pareadas. En las mismas deberían de haber apeado las nervaduras de la crucería, que al no realizarse según proyecto inicial, quedaron "faltos de contenido".

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La determinación de concluir de modo distinto se debió de tomar cuando ya estaban erigida la cabecera y abovedado ábside y presbiterio hasta la articulación con la nave. Prueba de ello es la discordancia de fábricas que he resaltado cambiando el color de la que vino a sustituir al proyecto inicial (Imágenes 2 y 3). Desechada la opción de bóveda de crucería, el taller encargado de cubrir no se atrevió a hacer de una sola tramada la misma, por lo que la dividió en dos. Ello justifica el añadido de un fajón sobre ménsulas de tipo cisterciense que rompe con el proyecto inicial (Imagen 6). A pesar de todo debió de reforzar las cimbras con recios maderos cuyos apeos dejaron huella en los grandes mechinales que hay sobre la línea de imposta (Imágenes 7 y 8). Hay que destacar también que hay una clara discordancia entre los ejes de cabecera nave (Imagen 2). Además, el muro de cierre es de una hechura totalmente distinta. Los sillares son más toscos en su labrado y ajustado y se repite con mayor frecuencia una marca de cantería: una cruz tallada muy rudamente. Había prisa por acabar una obra que ya no podría concluirse según el proyecto inicial.

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La portada fue malamente encajada en el lado norte del primer tramo de la nave, para lo cual hubo de deshacerse parte del muro ya elevado. Se advierte en la discordancia en las líneas de sillares de muro y portada. Caso de haberse planteado desde el inicio del muro estas discordancias no existirían. Lo mismo ocurre con los zócalos, tanto al exterior como al interior del templo, que no "embellecen" la portada continuando por su intrados, sino que están sencillamente, truncados (Imagen 4), Y si todo esto no fuera suficiente, las marcas de cantería de quienes hicieron y encajaron esta portada son distintas a las del resto del muro que la contiene. Se repiten dos marcas: "G" y "P" que pueden verse en la imagen 5.

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Al interior siguen los "desajustes". El ciclo de capiteles que narran la vida de Cristo y los arcos ciegos adosados al muro hubieron de redistribuirse por diversos motivos. En primer lugar, para encajar la puerta en el muro norte tuvieron que prescindir de la columna adosada a la pilastra que hay a su lado, así como parte del alargado capitel que narra la resurrección de Cristo. Puede advertirse que fue repicado dejando la superficie con un acabado rudo (Imágenes 8 y 10).

En el muro sur, la pilastra, notablemente más ancha, hizo replantear los arquillos ciegos, cuya separación sobre la pilastra es notablemente mayor que en el lado norte. Al mismo tiempo condicionó que el alargado capitel, que debió de ser del mismo tamaño que el de la resurrección, fuera parcialmente mutilado. Estas modificaciones pueden justificar que en la Última Cena haya solo ocho apóstoles. Faltan los cuatro (dos por cara) correspondientes al lateral izquierdo del alargado capitel original (Imagen 9).

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Otra de las dudas que surge tras lo comentado es el hecho de que si hubo un tramo más en la nave, deberían de haberse preparado más capiteles para su decoración, porque los correspondientes al ciclo de la vida de Cristo son los que vemos en la actualidad, a no ser que la temática de los no realizados fuese de lucha entre seres monstruosos y personas, como ocurre en el claustro de San Pedro el Viejo de Huesca.

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