El
interior del templo cisterciense es espectacular. Situándonos en lo alto de
la escalera de peldaños semicirculares de acceso al mismo, justo detrás
la portada románica ya comentada, la vista que disfrutamos del mismo
es la de la imagen 1. He
de reconocer que tras tomar la fotografía sentado en la escalinata,
permanecí largo rato en contemplación del templo, aún
mas impresionante en silencio y soledad. La
altura de sus bóvedas, el ritmo y la repetición de sus formas...
componen un todo difícil de transmitir, ni siquiera con la imagen. Hay que
ir y sentirlo.
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Son
proporciones que sobrepasan las dimensiones a las que el hombre está
acostumbrado... y esa circunstancia sobrecoge. A pesar de que lo que contemplamos no es sino
el "esqueleto" de lo que fue. Falta un elemento fundamental sin
el cual pierde mucho de su sentido esta gran obra: los monjes cistercienses
con sus ritos y cánticos llenando de contenido esta edificación.
El templo
se compone de tres naves, de mayor altura la central y notablemente más
estrechas las laterales que se continúan más allá del transepto
por medio del deambulatorio (Imágenes 6
y 7).
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Seis tramos
conformados por seis parejas de pilares cruciformes con semicolumnas adosadas.
Capiteles labrados de motivos vegetales, geométricos y alguno historiado.
Arcos apuntados doblados en los fajones y de medio punto en los formeros.
Bóvedas de crucería... y a pesar
de la gran mole que supone el templo; la sensación de ligereza; de
transparencia de espacios realzada por la adecuada iluminación de
las naves laterales es notable (Imágenes 2 y 4).
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Al final de
las naves, después del peregrinar de la oscuridad de poniente hacia
la luz de oriente, llegamos a la nave transepto (Imagen
9). Allí abren en su zona este la cabecera, el deambulatorio y
los dos ábsides secundarios. El deambularorio es de la misma altura que la nave central y
cubre con bóvedas de crucería. La cabecera
consta del ábside central y su presbiterio, circundados por el deambulatorio.
El cilindro absidal se estructura en dos niveles. En el inferior cinco vanos
apuntados lo comunican con el deambulatorio. Sobre ellos hay otros tantos ventanales
notablemente derramados entre los que intercalan columnillas con sus capiteles
en los que apean las nervaduras de la bóveda.
Por delante,
entre dos arcos doblados apuntados, el presbiterio cubre con bóveda
de crucería y de modo similar a lo visto en el ábside, abren
ventanales en altura y bajo ellos vano apuntado de tamaño algo mayor
que los del cilindro absidal.