La imagen 1, tomada
desde el deambulatorio, muestra una perspectiva de la bóveda de la nave central con
su increíble sensación de profundidad hasta el óculo central del
hastial de poniente. Bóvedas de crucería
entre cada dos fajones reforzadas de nervaduras, componen cada tramo. Bajo cada
uno de ellos a los lados, arcos formeros de medio punto sobre recias semicolumnas
con capiteles comunican la nave central con las laterales a la vez que
transmiten la carga de las cubiertas.
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En las imágenes
2 a 4 vemos los elementos fundamentales de éste y de cualquier otro templo
de tres naves: el ábside central y los dos laterales. El central
es especial por cuanto que hay girola y deambulatorio. Los laterales abren
al muro este del transepto. Su embocadura, de notable altura, se compone
de arco apuntado doblado por otro que apea en capiteles y semicolumnas adosadas
dando paso al presbiterio, amplio y de bóveda apuntada. Por delante
se halla el cilindro absidal con bóveda de cuarto de esfera apuntado. El ventanal
de cada uno de estos ábsides secundarios no es central, sino que
está descentrado hacia el exterior del eje del templo, pues de lo
contrario sería ciego por la coincidencia con los absidiolos más
exteriores de la cabecera (Imágenes 2 y
4).
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78
La imagen
5 muestra una vista en contrapicado de las bóvedas
de la cabecera del templo. Simetría, estética, luces y sombras
transmitiendo una sensación de perfección... Ya en clave gótica. Desde este
punto, cuando volvemos nuestra vista hacia la puerta por la que hemos accedido
al templo, volvemos a tomar conciencia de sus grandes dimensiones. Las imágenes
6 y 9 son buena muestra de ello. En
el cilindro absidal, hay luminosidad (Imagen 7). Es la luz, a la que hemos accedido tras la "peregrinación"
desde la oscuridad que nos recuerda la imagen
6.
9