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LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO Webmaster: A. García Omedes - Huesca (España) |
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-MADRID. MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL (Cont.)- |
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Este magnífico crucifijo de marfil elaborado a base de varias piezas perfectamente labradas y encajadas se realizó durante el reinado de Fernando I y Sancha de León. Fernando I, rey de León (1010 - 1065), es hijo de Sancho III el Mayor de Pamplona. Se estima la elaboración de este crucifijo hacia la década de los 60 del siglo XI. Su función de relicario se evidenció al restaurarlo, porque se encontró que en la espalda del Cristo había una oquedad conteniendo un fragmento del lignum crucis. Sus medidas son 52 cm de altura por 34, 5 de anchura, 7 cm de anchura y 1de profundidad.
La exposición de la pieza en una estructura transparente produce reflejos que dificultan la toma de imágenes ortogonales de conjunto por lo que he recurrido a un montaje de las tomas parciales, reuniéndolas en las imágenes 1 y 2. Al cliquear sobre esas dos imágenes, se abren a un tamaño bastante mayor.
En la pieza podemos encontrar dos inscripciones, ambas en la cara anterior. La primera, situada sobre la cabeza de Cristo podemos verla en la imagen activa 5 y dice así: "IHC NAZA - RE NVS REX - IVDEORV". Los textos que he leído sobre esta pieza hablan de dos errores, el primero por epigrafiar "IHC" en vez de "IHS" y el segundo por omitir la "M" final el "IVDEORVM", si bien en este último, quizá al darse cuenta, colocaron un símbolo de abreviatura sobre la última letra, al interior de uno de los rombos horizontales.
La segunda epigrafía se halla en el pie de la Cruz, bajo la representación de Adán y dice así: "FREDINANDVS REX - SANCIA REGINA" identificando sin lugar a dudas a los comitentes y/o receptores de la delicada pieza.
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Por encima de la cartela que identifica a Cristo encontramos una pieza rectangular añadida al vástago vertical con una talla minuciosa y delicada mostrando a Cristo resucitado con nimbo crucífero y portando una Cruz de brazos iguales con cuatro bezantes en el centro y largo vástago (Imagen 6). Si la pieza en conjunto es magnífica, este detalle añadido no lo es menos.
De la la talla de Cristo destacan su cabeza con grandes ojos abiertos, decorados con azabaches, el cuidado cabello y barba así como la delicada labra del paño de pureza (Imágenes 1, 3 y 4).
Los brazos y vástago de la Cruz están profusamente decorados con una sucesión de bestias y hombres en forzadas posturas adaptándose al espacio existente, así como roleos con aves y fieras al interior, semejantes a las que podemos ver en los ábacos de muchos capiteles románicos. La zona central de los brazos de la Cruz posee una sutil decoración incisa en la que no se profundizó su labra, quizá para no restar protagonismo a los brazos de Cristo (Imágenes 7 y 8).
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La parte posterior de esta pieza vuelve a presentar una decoración absoluta del espacio, a modo de horror vacui en la cual destacan los Tetramorfos de los cuatro evangelistas en los extremos (águila -león - toro - hombre) y un Agnus Dei en el centro de la pieza . De nuevo encontramos roleos con seres monstruosos, hombres y bestias al interior, incluso un escondido centauro en la imagen 13 (Imágenes 11 a 15).
En fin, una deliciosa pieza, obra cumbre de la eboraria hispana, que justifica por si sola una visita al Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
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