Es lunes 23
de Agosto de 2004. El tiempo ya presagia la proximidad del otoño. He estado
en Jaca repitiendo fotos en la catedral y de bajada no he podido reprimir
el impulso de acercarme a ver como va "nuestra ermita".
Ya a lo lejos oigo el ruido del motor de la máquina que conduce
Jesús, con los pitidos intermitentes que machaconamente indican
que retrocede. Música celestial por lo que significa. El
tejado de la nave ha desaparecido por completo y el templo ha pasado (temporalmente)
a ser uno de los que Aramendía dice cuando vamos juntos a fotografiar
iglesias: "No hay que preocuparse por la
luz... Entra por todas partes"
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Pido permiso
para tomar unas imágenes desde el interior y los operarios paran
un instante de lanzar enrona. Sin acabar aún de posarse el polvo
ambiental, para no molestar, tomo las imágenes
1, 2, 4 y 5 que muestran el templo sin la cubierta
de la nave. Probablemente sea la primera vez que se fotografía
el León de San Marcos con tanta luz ambiental. Desde detrás
del enfoscado parece vigilar la marcha de la restauración. A partir
del Pilar, cuando acaben de consolidar lo estructural, esperaremos con
impaciencia el momento en que la restauración de las pinturas nos
descubran los secretos de este ábside.
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Después
de tomar unas cuantas imágenes me despido de Jesús, que
me dice haberse enterado de que salió en el Heraldo el inicio de
las obras y de que era un artículo "favorable". Antes de partir, mirando al cielo, me dice que cuando dejen el tajo
cubrirán la cabecera con una lona para resguardar lo
más valioso del templo: sus pinturas. ¡Buena gente! Vamos
teniendo suerte.