Esta es una de las torres militares mejor conservadas del
siglo XI. Con
sus 31 metros de altura destaca de manera clara sobre el resto de las estructuras
del actual conjunto religioso-militar, tal como se puede apreciar en la
imagen
1. Su perfil, cuando en solitario defendiera
el acceso al castro roquedo, debió de ser espectacular y disuasorio para los enemigos. Recomiendo la vista de la página "Loarre primitivo" en la que mediante tratamiento informático he recreado la
probable fisonomía del castillo original.
La
construcción de la iglesia de San Pedro y las estructuras que la
circundan, la dejaron intramuros del nuevo recinto perdiendo su funcionalidad
de albarrana y dando sensación del torre del homenaje como edificación
más importante dentro del recinto fortificado.
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En
el castillo primitivo esta torre se hallaba fuera del recinto, siendo la
torre exenta o albarrana (ver plano). La comunicación de la torre con
el castillo a través de la puerta situada en la 3ª planta
se efectuaba mediante un paso elevado de madera fácilmente eliminable
en caso de ataque. El
actual arco que une el muro del castillo con la torre
es fruto de la gran reforma de Sancho Ramírez (Imágenes 3 y 4). La
contemplación desde debajo de su vertical origina una curiosa forma triangular
(Imagen
5).
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Lo que hoy
es un paso construido con piedra sillar fue en su momento un paso de madera que
probablemente pudiese ser retirado para dejar aislada a esta torre defensiva
en caso de ataque (Imágenes
2 a 5). El muro en que apoyaba no era sino el propio del recinto
perimetral del castillo primitivo (Imágenes
2 y 11).
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La muralla
exterior del recinto primitivo del castillo lombardo se adosa a la torre
de la reina (Imágenes
7 a 9). La primera estructura que se ve es un
vano rematado en arco de medio punto dovelado que es el arranque
del paso de madera que unía en diagonal ambas torres en la primera
época del castillo. A continuación coronando el
muro encontramos una parte de las almenas del castillo lombardo (Imagen 11).
En la imagen
8 se aprecia, en el plano inferior del vano, la
muesca oblicua en la que encajaba la plataforma de madera y más
arriba la correspondiente al pasamanos. En la imágenes
9 tomada desde la salida de la parte alta de la torre de la reina se
señala con trazo amarillo el lugar que debió de ocupar la pasarela
de madera por la que se accedía a la torre albarrana.
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La torre
tiene unas dimensiones interiores de 10 x 5 m, siendo su planta un rectángulo
muy alargado. Su volumen se
organizó en cinco plantas con habitáculos muy estrechos y
eminentemente defensivos lo que refuerza la idea de torre albarrana y no
del homenaje o de residencia del señor del castillo. Se conservan
bien sus saeteras aspilleradas al exterior y de amplio derrame al interior
para permitir mayor ángulo de cobertura al arquero. La puerta
de acceso se sitúa a nivel de la tercera planta en su lienzo norte (Imagen 10). Su morfología, como el resto
de las del castillo antiguo, es lombarda, realizada a base de arco de medio punto con
dobladura exterior del mismo. Al interior posee un dintel monolítico que
sustenta arco de descarga peraltado (Imagen 17).
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En
algunos lugares del exterior de la torre quedan amplios restos de enfoscado,
lo que me hace suponer que toda su superficie estaría revestida de
este material protegiendo la piedra y el mortero de los elementos (Imagen
16). Hoy hemos decidido que la piedra vista es bella y se han repicado
muros tanto al interior como al exterior, desapareciendo por esta causa
muchas zonas de pintura románica.
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En su porción
más superior hay una serie de pequeños vanos (Imagen
15) que conservan sus mechinales. Daban paso a
un cadalso corrido circundante de la misma; siendo inadecuada la invención
de almenas. Sobre el
cadalso la torre se debió de cerrar con un tejado a cuatro aguas,
similar al reconstruido en Abizanda.
Opino que
una restauración adecuada debería de restituir estos elementos
de madera al estilo de lo que se ha hecho en Abizanda, lo que daría
una idea más exacta de cuál fue su silueta original.