El refectorio, lugar destinado a comedor de los
monjes, se halla adosado a la cocina por motivos obvios. Y ambos a su
vez, alejados del templo para minimizar los riesgos derivados del necesario
fuego. Queda su ubicación al lado opuesto a la sala capitular.
El día de mi vista al templo,
estaba programada una boda. Es por ello que la iglesia aparece "decorada"
y esta sala preparada para celebrar el banquete ceremonial, lejos sin
duda de la austeridad que aquí fue la norma.
La bóveda de la
pieza destinada a cocina revela sin lugar a dudas su función. Está
completamente ahumada a pesar del óculo que en su vértice
se dejó para salida de humos (Imágenes 6 y 7).
También hubo fuego
en la parte baja del calefactorium (Imagen 8). Esta estancia
y la cocina son las únicas en que se encendía fuego. Bajo
el suelo del calefactorium, a modo de pequeña cripta, el espacio
existente era cargado con leña o paja cuya combustión proporcionaba
calor al pavimento del piso superior. Esta forma arcaica, de
inspiración en las termas romanas continuó durante mucho
tiempo en algunos lugares de Castilla bajo la forma de "glorias",
o estancias bajo cuyo piso se quemaba paja para calentarse.
Las antiguas dependencias
del ala oeste del monasterio, como cilla, refectorio de conversos, etc. convenientemente
restauradas y adecuadas ofrecen hoy al visitante una imagen de cómo
se ha elaborado el vino desde los tiempos de los monjes roturadores hasta
nuestros días (Imágenes 9 a 13).